Intolerable inseguridad

Alberto Molina

Alberto Molina

Guayaquil, Ecuador

La demanda ciudadana por seguridad es un clamor en todo el país; los asaltos y robos son pan de cada día, la gente se siente desprotegida y no es para menos, nadie se ha escapado de un robo, de un asalto, de una agresión; amén de un secuestro, así como los asesinatos por sicariato que ocurren a  diario, no importa si es de día o de noche, la respuesta de las autoridades:  “es que son por ajuste de cuentas”; los feminicidios y violaciones de menores también forman parte de la permanente crónica roja en los noticieros. Los delincuentes cada vez son más avezados y actúan fuertemente armados.

La inseguridad existente a lo largo y a lo ancho del país, como consecuencia de la proliferación de delitos que atentan contra la vida de las personas y de sus propiedades, todos los sectores sociales se empeñen en buscar medios y procedimientos que impidan el avance de la delincuencia.

Hay una verdadera psicosis en todo el país y no es para menos, los ciudadanos tratan de darse su propia seguridad, ya sea colocando alarmas en los vehículos y en las casas, dispositivos anti balas en los vidrios, localizadores satelitales, etc. Lo mismo en los hogares, que ya no son lugares seguros, se colocan cercas eléctricas, se contratan guardias de seguridad con perros amaestrados, se instalan alarmas y otros artilugios electrónicos. Tampoco son seguros los bancos, locales comerciales, restaurantes; amén de las calles donde transita la gente, todos los ciudadanos se encuentran indefensos y con temor permanente, porque en cualquier momento corren el riesgo de ser secuestrados o asaltados y, quién sabe, agredidos brutalmente o asesinados.

La inseguridad ha llegado a tales extremos que hay un verdadero clamor por parte de la ciudadanía para que se tomen las medidas necesarias en forma urgente. Las cifras y los hechos son elocuentes hay una escalada de la delincuencia que requiere medidas heroicas.

El Estado, a través del Gobierno, es el responsable de garantizar la seguridad ciudadana y las autoridades de todos los niveles. El país entero clama por soluciones y resultados. La Constitución vigente establece en su Art. 163: “La Policía Nacional es una institución estatal de carácter civil, armada, técnica, jerarquizada, disciplinada, profesional y altamente especializada, cuya misión es atender la seguridad ciudadana y el orden público, y proteger el libre ejercicio de los derechos y la seguridad de las personas dentro del territorio nacional”. Si bien es cierto, esta importante institución del Estado, ha ido creciendo y su profesionalización ha sido importante, no es menos cierto que le falta mucho para que sea el verdadero escudo protector de la sociedad y que los ciudadanos confiemos plenamente. Sin duda, trabajan bajo alto riesgo y existe escasa valoración a su importante tarea, al cumplimiento cabal de su misión fundamental.

Un Estado requiere de la existencia de una policía profesionalmente bien entrenada, armada y equipada adecuadamente; con los instrumentos legales correspondientes; además, valorada, remunerada acorde a su responsabilidad y riesgos, de esa manera podemos exigir el cumplimiento cabal de su misión.

En resumen, revertir la inseguridad ciudadana exige mostrar resultados en la modernización y mejoramiento del servicio policial, la eficaz prevención del delito, la investigación y captura de los responsables cuando este se produce; además, pasa por la actuación a tiempo de la justicia penal para que los delitos no queden en la impunidad y, por último, una reforma integral de los centros carcelarios. 

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