¿Por qué no es opción el voto nulo?

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

Estaba charlando con un amigo en una cafetería mientras filosofábamos sobre esa novela de José Saramago titulada Ensayo sobre la lucidez, donde en una elección presidencial se impone el voto blanco por sobre una candidatura firme.

—¿Te imaginas que algo así pase en el Ecuador? —me dijo.

Me pensé por un segundo la respuesta y después anuncié muy cómodamente:

—Aquello sería desastroso.

—¿Por qué razón?

—En primer lugar, aquello representaría que como ecuatorianos carecemos de un civismo y que nos es imposible discernir las propuestas de los candidatos. Hay cosas que son pura demagogia y sólo sirven para que los electores pesquen el anzuelo. Por ejemplo, ese discurso pro feminista y pro GLBTista es mero populismo que gusta a las masas… así los candidatos estén en contra, muy a sus adentros, de estos gremios pero es la moda de los tiempos actuales y se dejan llevar por la corriente. Por otro lado, el correísmo buscará todas las artimañas para poder hacer que Arauz se posicione como aquel candidato “firme y de jóvenes” y tendrán más tiempo para usar su aparataje, sobre todo, basado en la campaña sucia. Aquello, por fortuna, dudo que se dé. Nadie le cree el asunto de sacar el oro de los celulares. Por otro lado, el voto nulo implicaría una nulidad de las elecciones e implicaría que Moreno, aún en contra de su voluntad, gobierne un poco más de tiempo. Los partidos más fuertes podrán realizar campañas por un tiempo prologando, pero los partidos pequeños pueden quedarse sin presupuesto y perecerán.  

—Ya —respondió él.

—El proceso de vacunación, si bien es insuficiente, si lo vemos desde otra arista, puede ser crucial para que la gente se anime a votar. Pues, los cegados seguidores de Álvaro Noboa buscan en la pandemia una excusa para hacer campaña por el nulo, apegados en la histeria colectiva cuando lo que realmente impera es su egoísmo porque un mal candidato no está en la papeleta. Estas votaciones son cruciales. Es necesario entender la coyuntura y saber que, prácticamente, de forma indudable la segunda vuelta será entre Guillermo Lasso —el candidato del cambio— y Andrés Arauz —el candidato del cártel de Correa—. Es algo que se veía venir… con esto no quiero decir que otros candidatos no tengan buenas propuestas pero, siendo muy reales, su oportunidad de llegar a Carondelet son nulas.

»En tiempos donde el país necesita unión, se ven a ciertos personajes que desean asomar en campañas para ganar algo de fama. Hemos tenido una dinastía de catorce años de un mismo partido donde, teóricamente, debimos aprender algo. Las alianzas debieron haberse formado con mayor rigurosidad, pero más han aflorado desuniones y traiciones. Unas, comandadas por un ejército de titiriteros que pretenden gobernar desde un ático, y por otro, vemos a colectivos sociales que no desean salir del poder y buscan caras agradables y discursos elocuentes.

—Suenas muy apocalíptico —respondió.

—De ganar el nulo… nuestro país sí tomará la trama de una novela distópica.

—¿Es cierto que el voto nulo es un “tiro al aire” y que es dar el voto a cualquiera?

—El Código de la democracia dice que esto no es así. No obstante, sí demuestra, entre todo lo antes expuesto, que nos dejamos manejar por los políticos en lugar de que como sociedad buscar que los políticos estén a la altura. Es más fácil (por no decir mediocre) afirmar que “nadie me representa” a buscar algo de calidad en el verbo electoral.

—Entonces… el voto nulo no es opción.

—No. Es hora de elegir con cabeza y no por pasiones. Esto hará de nuestra República un lugar mejor.  

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