¿Cuánto vale el voto en Ecuador?

María Fernanda Egas

Miami, Estados Unidos

Año 2021. La Revolución Ciudadana cumple 14 años en Ecuador. Las secuelas de haberle dato el voto en las urnas desde el 2007 han sido tan profundas que cuando fue necesario hacer frente al terremoto de abril del 2016,  el gobierno de Rafael Correa había despilfarrado hasta los fondos para atender la emergencia nacional, a pesar de haber vivido una bonanza petrolera. Fueron líneas de crédito de organismos internacionales, así como el aporte obligatorio de los ecuatorianos y donaciones los que sumaron 3.000 millones de dólares  que se destinarían a una reconstrucción, a no ser porque la corrupción habría esfumado casi el 90% de esa recaudación.

En marzo del 2020 cuando llegó la pandemia del coronavirus el sistema de salud estaba en absoluta indefensión a causa de más de una década de corrupción en las compras públicas de equipos de salud y medicamentos, empezando por el célebre caso de la compra de ambulancias de la ex Ministra de Salud Caroline Chang, siguiendo con la destrucción del Instituto de Infectología Izquieta Pérez para importar vacunas desde Cuba, el despido de médicos de carrera y la importación de médicos cubanos.

Construyeron hospitales para cuyas inauguraciones llevaban los equipos de otras unidades y luego no tenían ni tanques de oxígeno para atender las emergencias.

Empresas que operan esquemas de corrupción hospitalaria desde la década pasada se siguen adjudicando contratos de equipos y medicamentos.  A pesar de que estas han sido sido denunciadas por investigaciones periodísticas y por la Comisión Nacional Anticorrupción, se mantienen e incluso operan desde el exterior.

La Revolución Ciudadana 

Y no se puede olvidar el nefasto reparto de los hospitales a los “honorables asambleístas de la República”, con lo cual se convirtió a la salud pública en objeto de trueque de favores políticos y enriquecimiento personal a costa de la vida del pueblo ecuatoriano.

Todas estas prácticas depredadoras del sistema de salud son marca registrada de la Revolución Ciudadana, y son consecuencia del voto al correísmo. Cuando llegó la pandemia, Ecuador empezó a sufrir una de las tragedias más dramáticas por el coronavirus que el mundo testimonió.

Hoy la pregunta no es si Ecuador puede recuperarse de los golpes de la corrupción y la naturaleza, pues los países superan guerras y catástrofes mediante el consenso común de salir adelante. La pregunta es si realmente quiere, si ha logrado comprender que el voto tiene consecuencias a la hora de llevar a sus hijos o a sus padres a la emergencia de un hospital.

¿Cuánto más horror y devastación se puede permitir? ¿Votará el pueblo ecuatoriano por el retorno de sentenciados y prófugos de la justicia, por los mismos que desaparecieron US$70 mil millones de dólares del pueblo ecuatoriano?

La punta del iceberg

Y aunque se fueron, han logrado mantenerse fuera del alcance de la Justicia con otro esquema de corrupción más perverso aún que el de la obra pública: en el manejo de los fondos de previsión social de los trabajadores afiliados al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), del Instituto de Seguridad Social de la Policía Nacional (ISSPOL), y del Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (ISSFA).

Apenas se ha logrado conocer la punta del iceberg de este saqueo que solo ha podido ejecutarse con varias complicidades en los más altos círculos de poder, cuya consecuencia es la destrucción del sistema de previsión social de los ecuatorianos en todas las instituciones creadas para protegerlos. ¿Quiénes son y quiénes les permiten seguir operando? Sus operadores políticos logran huir de la Justicia o resultan premiados como lo hizo la revolución con los ex presidentes del Consejo Directivo del IESS, o la ex ministra del caso Samanes.

Pero no son solo los azotes de la naturaleza que exponen de cuerpo entero la corrupción en el Ecuador. La vida y la salud de los ecuatorianos fueron comprometidos desde el momento en que la Revolución Ciudadana recibió el financiamiento de las FARC en el año 2007.  Fue entonces que convirtieron al Ecuador en puerto libre del narcotráfico que ha destruído tantas vidas, no solo por la violencia que genera, sino también las de los miles de jóvenes adictos a la droga “H”, víctimas del microtráfico, de redes de pederastia y tráfico infantil, o los cientos de pescadores ecuatorianos seducidos por las redes de tráfico internacional y su triste final en aguas internacionales o en una cárcel en el Sur de la Florida por donde han pasado cientos de humildes ecuatorianos. 

Con el ex presidente y hoy prófugo Rafael Correa, Ecuador fue convertido en centro de operaciones del crimen organizado transnacional. El sucesor de Rafael Correa, Lenín Moreno, optó por colaborar con las operaciones regionales contra el narcotráfico, distanciarse de la narcodictadura criminal de Nicolás Maduro a la que sigue siendo aliado  Rafael Correa. Ecuador tiene en estas elecciones presidenciales del 2021 que escoger entre el retorno a una dictadura de crimen organizado transnacional, o seguir en su camino a la recuperación de la institucionalidad y la democracia.

Triunfo del crimen organizado

Un triunfo del candidato correísta Andrés Arauz, es la esperanza de todas las dictaduras de crimen organizado transnacional. Un economista salido de las tinieblas de la Revolución Ciudadana, facilitador de contratos irregulares como el denunciado por el ex Ministro de Cultura, y de contratos de endeudamiento a obscenas tasas de interés. Sus ofertas de campaña son la desdolarización del Ecuador, la Metida de Mano a la reserva bancaria.  Extraer el oro de los teléfonos celulares como método de “minería inversa”. 

Andrés Arauz, en Cotopaxi, el 12 de diciembre de 2020.

Acabar con la dolarización es una tarea pendiente que no se atrevió a realizar su mentor Rafael Correa, pues la dolarización es respaldada por la mayoría de la población. Sin la dolarización los ecuatorianos se exponen al riesgo de sufrir una paridad cambiaria de $1.800.000 por dólar como sucede hoy en Venezuela. La desdolarización llevaría también al surgimiento de otra mafia muy a la venezolana, la de la venta del dólar paralelo.

La minería inversa no sería otra práctica que la expropiación de las minas por las mafias políticas y delincuenciales que generaran más violencia y muerte, como venía sucediendo en la provincia de Imbabura, y como sucede en el Arco Minero de Venezuela. Un pandemonium asegurado con la llegada de los grupos armados que operan en la frontera, ese terrorismo que ya ha cobrado vidas en nuestro país, y que ha demostrado su capacidad de atacar la capital de la República y objetivos estratégicos.

Un voto por el candidato de Correa es un voto por todos los dictadores criminales que oprimen a nuestros hermanos en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua.

Voto por cómplices y encubridores

Un voto por el candidato de Correa es un voto a los cómplices y encubridores de muchos de los más deleznables crímenes que aún no han sido resueltos por la Justicia ecuatoriana. Es un voto por los cómplices y encubridores del asesinato del General Gabela, del asesinato del periodista Fausto Valdivieso, del ambientalista amazónico José Tendetza, de los muertos del 30 de Septiembre. Es un voto por los que persiguieron al ex asambleísta Galo Lara, a Fernando Balda, a Fernando Villavicencio, Cléver Jiménez, Carlos Figueroa, a Andrés Páez, a los Veedores de El Gran Hermano, a los activistas del caso Ecuador TV, a los estudiantes del Central Técnico, a los maestros, a los médicos, a los militares, a los policías, a los líderes de la CONAIE, a tantos colegas periodistas que padecieron persecución,  pero que siguen haciendo su trabajo en el país, mientras el ex presidente prófugo de la Justicia sufre de síndrome de abstinencia del poder, de esa droga que le urge y que no es otra cosa que la desesperación por recuperar el dominio del territorio ecuatoriano como centro estratégico del crimen organizado del Cartel del Socialismo Siglo XXI.

La decisión está entre dar el voto a la destrucción de la sociedad, la salud y la vida que ha demostrado traer consigo el correísmo; o votar por la democracia, la libertad, el respeto a la vida, la creación de condiciones favorables para la inversión extranjera y el empleo.  Esta es la última oportunidad de salir de la pobreza y desempleo, la esperanza de que al Ecuador no se lo lleve el diablo.

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