Naturaleza humana y sociedad

Juan Ignacio Correa

Guayaquil, Ecuador

Desde 1930, el nazismo, el fascismo y el comunismo forzó un proceso de repensar la democracia (Shapira, 2013). El proceso que se sirvió de las emergentes escuelas de psicoanálisis intentó responder la siguiente pregunta: cómo producir una persona apta para la democracia que es capaz de luchar contra cualquier forma barbarismo y comprometerse con la civilización.

Los efectos de la Primera y Segunda Guerra Mundial, como la neurosis de la guerra o el estrés post traumático, que afectaron tanto a civiles como a soldados (Shapira, 2013), provocó una inquisición escrupulosa sobre la forma de tratar estos fenómenos psicológicos, hasta entonces conductivista: los trastornos del comportamiento producidos por las guerras respondían a problemas disciplinarios cuyas incidencias merecían sanciones legales.

El mismo pensamiento influenciaba la crianza de niños y niñas: anormalidades de comportamiento merecían soluciones disciplinarias. Pero a propósito de las migraciones de expertos psicoanalistas de Europa continental hacia tierras británicas, la búsqueda de producir el fenotipo democrático, que negara la barbarie, requirió la indagación en la psicología humana. Los psicoanalistas seguían el paradigma freudiano que percibía en la humanidad una naturaleza agresiva y violenta que requería tratamiento. La naturaleza humana era la mayor amenaza a la construcción de una civilización democrática.

Sin embargo, la explicación psicoanalítica entró en conflicto con las investigaciones procedentes de experimentos naturales. A lo largo de la humanidad, los naufragios de navíos propiciaron una oportunidad de estudiar la formación de civilizaciones, fenómeno que ha sido caracterizado en la literatura, en obras como El Señor de las Moscas, de William Golding (Golding, 1987).

Estos experimentos en conjunto con estudios culturales comparativos llevaron al sociólogo Nicholas Christakis a proponer la noción de traje social, un conjunto de elementos que conducen a pensar que la naturaleza humana, lejos de ser agresiva o violenta, es social y responde universalmente a ciertos principios sociales: la capacidad de tener y reconocer la identidad individual, el amor por la pareja y la descendencia la amistad, las redes sociales y la cooperación, la preferencia por el propio grupo (es decir, «sesgo dentro del grupo”), la jerarquía leve (es decir,
igualitarismo relativo, y la enseñanza y aprendizaje social (Lucas y Christakis, 2019).

La producción del sujeto democrático parte de la compresión de la naturaleza humana y la psicología analítica, social y evolucionaria han indagado en ello pues es evidente que las civilizaciones son construcciones frágiles, unas más que otras. Quizás los grados de fragilidad estén estrictamente relacionados al grado de solidez de nuestras instituciones, pero ello responde por supuesto a un esfuerzo sistemático de encaminar la naturaleza humana por senderos opuestos a la violencia, por ejemplo.

Merece la pena averiguar si nuestros líderes reconocen la importancia de entender la psicología de sus ciudadanos; merece la pena estudiar si las leyes que controlar el comportamiento social se basan en principios evolutivos, en observaciones psicoanalíticas, porque sino, es muy probable que sean inútiles en su totalidad. Es muy probable que la vida en una sociedad desentendida con las ciencias socio-biológicas se condene a sí misma, pues aunque el código biológico responda a principios sociales, estos perecen a medica que las sociedades crecen y se conforman por millones de seres humanos.

Si no actuamos antes los problemas sociales con miras a las ciencias socio-biológicas, si nuestros líderes no reconocen la importancia de los estudios psicoanalíticos, evolutivos y sociales por las evidencias que arrojan, a medida que crezcan nuestras sociedades en números, los problemas serán inmunes a cualquier acción institucional. La clave no está en los políticos, está en nuestra naturaleza.

Referencias:

Golding, W. (1987). Lord of the Flies. Penguin.
Lucas, M. (2019). Nicholas A. Christakis, Blueprint: The Evolutionary Origins of a Good Society.
Shapira, M. (2013). The War Inside (Vol. 38). Cambridge University Press.

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