El peligro no disuade a migrantes tratando de llegar al Reino Unido

Agentes británicos rescatan a migrantes llegando a Reino Unido desde Francia. EFE/EPA/STUART BROCK

Ramin, de 30 años, es un iraní de origen kurdo, igual que su amigo Hazhir, de 28. Ambos quieren cruzar la treintena de kilómetros de mar que separan a Francia y el Reino Unido. La tragedia del miércoles, en la que veintisiete migrantes murieron en un naufragio, no les disuade: «Esperaremos a que la marea baje para zarpar».

Los dos amigos están acampados en una inhóspita zona de Grande-Synthe, surcada por una autopista y cerca de líneas ferroviarias. Allí duermen en tiendas de campaña cientos de inmigrantes que aguantan la lluvia, el viento y el frío del norte francés.

Afganistán, Irak, Irán, Eritrea y Bangladesh son las naciones más representadas. Todos comparten el mismo anhelo: llegar al Reino Unido. Ese era el deseo también de los 27 inmigrantes que fallecieron el miércoles en la costa cerca de Calais.

«No los conocía, no eran de mi grupo», aclara el iraní Ramin en un muy buen inglés. Acompañado de Hazhir, el joven ha tenido un periplo de más de dos meses desde su ciudad natal del noroeste de Irán, hasta Grande-Synthe. Por fin, está las puertas de lo que considera «El Dorado» británico.

Ramin, que prefiere no dejarse fotografiar ni filmar, muestra una aplicación en su móvil ya equipado con un número británico. «La aplicación se llama Windy. Mira, ahora hay casi dos metros de oleaje. El accidente de ayer ocurrió porque el mar estaba muy alto», prosigue el hombre, quien se dedicaba a la venta de calzado en su país.

«En Irán nuestro gobierno nos discrimina a los kurdos, somos como ciudadanos de segunda. Por eso queremos irnos», arguye Ramin, mientras Hazhir asiente. El Reino Unido también les ofrece perspectivas laborales, agregan. A los amigos del Kurdistán iraní que atravesaron el Canal de la Mancha y ya están en la isla «les va muy bien».

Mohammed, un joven sonriente también kurdo, pero procedente de Irak, cuenta lo que cuesta el sueño británico desde Francia: 2.400 libras esterlinas (unos 2.800 euros) que se embolsan los traficantes. Las embarcaciones que usan son para tres personas, aunque las redes de traficantes colocan a 12.

¿Tienen miedo por lo que pasó el miércoles? Mohammed se encoge de hombros y dice que mañana intentará atravesar el Canal.

En el campamento improvisado que Efe visitó, la mayoría son hombres. Duermen en tiendas de campaña y se calientan con fuegos preparados por ellos mismos. Aunque también hay algunas familias con menores de edad. No hay aseos. Y están bajo la continúa amenaza de un desalojo.

Las autoridades francesas desmontan campamentos como este con cierta periodicidad en la zona de Calais, Grande-Synthe y Dunkerque. A los inmigrantes los trasladan enseguida a alojamientos de refugiados en Lille, París u otras ciudades, pero quienes tienen entre ceja y ceja al Reino Unido volverán en unas semanas, advierte Ramin.

Entierros humildes

«Se les dice que el Reino Unido es un sueño, aunque no sea cierto», comenta a Efe un empleado de los servicios funerarios del Ayuntamiento de Calais, quien pide el anonimato.

El cementerio Norte de la ciudad está desprovisto de cualquier vegetación. Es árido y gris. Allí descansarán la mayoría de las 27 víctimas mortales de la tragedia del miércoles.

En medio del camposanto ya están reservadas una veintena de plazas, señaladas con unas marcas azules, pues la mayoría de las víctimas nunca serán repatriadas a sus países. El entierro se celebrará este fin de semana según el rito musulmán, cuando acaben las autopsias.

En esa misma zona del cementerio dedicadas a los inmigrantes ya yacen tres cuerpos, enterrados hace poco en unas sepulturas muy modestas. Están cubiertas por arena y coronadas por una insignia de madera que sustituye a las tradicionales lápidas. Los tres fallecieron este año en su intento de cruzar al Reino Unido enganchados en un tren.

El drama del miércoles sobrecogió a los vecinos de Calais y movilizó de nuevo a las numerosas ONG que trabajan en el terreno.

Por segunda tarde consecutiva, unos 200 manifestantes se reunieron este jueves en un céntrico jardín de la ciudad para mostrar su duelo por las 27 muertes y pedir a las autoridades que reaccionen ante esta catástrofe humanitaria. En el centro del acto, se desplegó una pancarta en el suelo rodeada de velas en la que se registraba los 309 inmigrantes muertos en la zona en las últimas décadas. EFE (I)

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