El papel aguanta todo

Raúl Andrade

Rochester, Estados Unidos

Sin duda, la liberación de Glas y la confusa situación alrededor de Rafael Correa y su extradición han sido dos duros golpes para el gobierno. Y si miramos de cerca ambos casos, son triunfos de la «sapada“ sobre los procedimientos correctos.

Parece que el gobierno se ha especializado en darse tiros en el pie sin atinar defensa alguna. Y la molestia resultante por parte del público es muy comprensible. Al respecto se han emitido toda clase de criterios, con mayor o menor acierto, emitidos por políticos, veletas, resentidos y genuinos patriotas. Después de años de prepotencia y engaños, la desesperanza y el resentimiento afloran ante cualquier derrota de lo que consideramos indispensable para sanear la justicia en el País.

Nos olvidamos que esta es una guerra y en toda guerra hay golpes y bajas en ambos bandos. Un País que se tragó ruedas de molino tan grandes como aquella que ubicaba a Correa como el segundo mejor presidente del mundo, después del inefable Putin, debe sin embrago reflexionar profundamente sobre las actuales ejecutorias de ambos personajes.

El uno es hoy un prófugo de la justicia de su País, aparentemente refugiado político sin que tengamos confirmación oficial alguna, el otro es el artífice por ambición personal de un enfrentamiento fratricida y cruel que tiene al mundo aterrado por sus crímenes. Esas y no otras son las realidades de hoy.

Si mañana se confirma el asilo, significará en todo caso la muerte política de Correone. Para alguien tan desesperado por la notoriedad, el callarse y someterse a las reglas del asilo será un duro golpe al ego. Si se trata de un golpe de efecto sin confirmación oficial, el trámite de extradición seguirá su curso y quizás desemboque en algo tangible. No es fácil pero tampoco es imposible.

De lo contrario, se habrá perdido una batalla y Glas deberá regresar a la cárcel para aminorar los daños. Lo que quiero reseñar aquí es lo sorprendente que resulta la agilidad de la maquinaria correísta para evadir la justicia. Y claro, resulta obvio plantearse el porqué.

Una década de “meter la mano en la justicia“ ha generado una hemorragia de jueces venales dispuestos a todo por un billete o una promoción entre panas. Gravísimo. Para aquellos que denuncian la infiltración del correísmo en el gobierno, es indispensable que no pasen por alto la podredumbre en los juzgados. Y si recordamos que el ex presidente Correa y el ex vicepresidente Glas son delincuentes por herencia y por méritos propios, cerraremos el círculo sobre lo que está pasando con nuestra justicia y nuestras leyes.

Por el bien del País, no del actual presidente, es necesario cerrar filas alrededor de la institucionalidad democrática para blindarlo definitivamente contra la “sapada“ y los atajos a los que el Ecuador se acostumbró durante la década correísta. Y aunque el papel aguanta todo y lo hemos constatado en estos días, es necesario retomar la calma y pensar en lo dramático de las alternativas que una conmoción podría traerle a un país que está recién recobrando su identidad después de tantos engaños grandilocuentes.

Me viene a la memoria la siguiente anécdota, que comparto con ustedes : Catalina la Grande, Zarina de todas las Rusias, respondió bellamente a Diderot cuándo él la cuestionaba. “Usted trabaja sólo sobre el papel, que se presta a todo. El papel es obediente y flexible y no pone obstáculos ni a su imaginación ni a su pluma. En cambio yo, pobre emperatriz, trabajo con la naturaleza humana“….

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