Protesta vacía

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

La acción social que mantiene las formas de la protesta, pero carece de contenidos que la justifiquen, es una protesta vacía. Hay, ciertamente, un discurso justificativo, pero las razones en las que se basa son falsas y las demandas que plantea son irrealizables, contraproducentes, excesivas o dañinas.

La protesta vacía, sin embargo, no es gratuita. Tiene un objetivo latente que responde a los intereses de quienes la dirigen e instigan y que se disfraza de interés colectivo. Como solo se representan a sí mismos y a sus intereses, los promotores de la protesta necesitan ampliar, en el discurso, el carácter de esta representación, generalizándola lo más posible. Así, Leonidas Iza no lucha para desestabilizar al Gobierno y, si es posible, derrocar a Guillermo Lasso (como lo ha declarado expresamente), sino para conseguir seguridad y empleo para todos los ecuatorianos.

La solución de problemas tan complejos como la inseguridad ciudadana depende, para Iza y sus seguidores, solo de la buena voluntad del Gobierno. En su opinión, basta con que Lasso quiera para que las cosas sucedan y el narcotráfico desaparezca y los sicariatos cesen. Ahora, al instante.

Como carece de contenido, la protesta vacía no está sujeta a la contradicción ni a la incoherencia. Iza, entonces, puede, con la mayor soltura del mundo, exigir “frenar la ola de violencia (…) que mantiene en zozobra a Ecuador”, amenazando y ejerciendo la violencia contra los ecuatorianos, y demandar la generación de empleo, impidiendo a la gente ir a su trabajo.

¿Cerrando carreteras y limitando la libertad de movimiento de los ecuatorianos se logrará que el Gobierno adopte una política pública eficiente para combatir el narcotráfico y otras formas del crimen organizado? Mientras la fuerza pública está ocupada en evitar que la “protesta pacífica” se desborde, los delincuentes, contra quienes Iza exige que el Gobierno actúe, tienen el campo libre.

Aumentará, eso sí, la sensación de inseguridad e indefensión que, actualmente, sufren los ciudadanos. Esos a los que Iza dice defender. Y que, en su gran mayoría, no quieren ser defendidos por él y esperan que, de una vez por todas, la justicia actúe y haga, esta vez sí, valer sus derechos a una convivencia pacífica, sancionando a los que generan violencia y paralizan los servicios públicos para alcanzar objetivos personales y corporativos.

Los que usan del miedo como arma política quieren ver las calles vacías y las actividades cotidianas paralizadas. Ir a trabajar y a estudiar, pese al amedrentamiento, es una manera de combatir a los violentos de toda laya. Por eso no se explica que, con diversas razones, varias universidades del país hayan resuelto suspender las actividades presenciales en sus predios.

Una de estas entidades, la Universidad de Cuenca, llegó incluso a tomar una posición oficial a favor de la movilización convocada por la Conaie. Militar políticamente no es una función de la universidad. Menos aún de las universidades que se financian con dinero público. Protestas vacías, universidades militantes, y una ciudadanía secuestrada por una organización que paraliza el país cuando le da la gana, eso tenemos.

Hay que reaccionar con decisión y firmeza. Y, en el marco que corresponde a cada uno: la justicia, el gobierno, la fuerza pública, los propios ciudadanos, actuar como se debe.

Bloqueo a la entrada de Puyo, el 13 de junio de 2022. Foto publicada por la CONFENIAE.

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