Es hora

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Quiero creer que el gobierno se está llenando de razones para intervenir militarmente. Quiero creer que la estrategia es enfrentar y desmontar todos los elementos de una conspiración en marcha cuyos cómplices y encubridores aparecen a diario. Quiero creer que hasta el final se busca evitar el enfrentamiento entre ecuatorianos. Quiero creer que el silencio desde Carondelet es el preludio de una decisión definitiva y valiente contra todas las aristas de una insurrección en toda regla.

No quiero pensar que el Presidente Guillermo Lasso ha perdido los papeles, que el Ministro de Gobierno está dando la cara frente a la indecisión de su representado, que la Policía está sacrificando tiempo y recursos sin apoyo ulterior, que el Ejército es incapaz de detener y someter a los insurrectos con la fuerza que se requiere.

Creo que hay una comunión de intereses en esta intentona, que el dinero mal habido, la desesperación correísta, la ambición política y el narco tráfico se sienten afectados por la presencia de un estado de derecho que no les conviene y al que no pueden acceder como antes. Es una minoría con poder que debe ser identificada y detenida a la brevedad del caso.

Creo por supuesto en la desesperación de un pueblo marginado, sin recursos reales, que produce bienes sin que se reconozca su valor real en la economía. Creo en un sector popular desempleado y agobiado por leyes laborales obsoletas y con privilegios para unos pocos, que provoca una reacción violenta y dolorida. Hay que abogar por ellos y plantear alternativas inmediatas, pero en paz.

Creo en la existencia de agitadores profesionales, cuya misión es profundizar y generar el caos, que los indígenas apoyan, rechazan y mimetizan a su conveniencia.

Me angustia la realidad económica mundial, fruto de decisiones erradas, egoístas y crueles que están pasando factura a todos injustamente. Todos sabemos que de la alza de precios no se regresa fácilmente, y el golpe al bolsillo es contundente y muy pocas veces reversible.

Creo en el diálogo como premisa pero también creo indispensable el uso de la fuerza como recurso de última instancia para retomar la normalidad y el orden.

Estamos unidos a favor de la institucionalidad pero cansados de la brutalidad frente a la mano extendida. Es hora de asumir responsabilidades y enfrentar las consecuencias. ¡No se puede dialogar con la pared! ¡No existen soluciones mágicas! ¡No sirve de nada un cambio de gobierno! Los problemas van más allá de las personas. Son del País y hay que resolverlos juntos.

Decenas de policías y antimotines montan guardia durante el paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, hoy, en el día trece de las manifestaciones antigubernamentales, en Quito (Ecuador). Las protestas se desarrollan en base a un pliego de diez demandas del movimiento indígena, entre ellas que se reduzcan y congelen los precios de los combustibles, que se controlen los precios de los productos de primera necesidad, que no se privaticen empresas estatales y que no se amplíe la actividad petrolera y minera en la Amazonía. EFE/ José Jácome

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