Ejército peruano ve «posible» tener pacificado el «valle de la coca» en 2026

REFERENCIA | Ejército peruano allana un laboratorio de producción de cocaína.

Es «posible» lograr en 2026 la pacificación de la mayor cuenca cocalera de Perú, declarada en «estado de emergencia» desde hace más de una década por albergar a los remanentes del grupo terrorista Sendero Luminoso que conviven con el tráfico ilícito de drogas, asegura a Efe el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (Ccffaa), Manuel Gómez de la Torre.

«En 2026 puede estar pacificado el Vraem, es posible siempre y cuando trabajemos las fuerzas militares y policiales que nos encontramos en el lugar, pero también que haya un gran impulso al desarrollo en la zona», declaró.

El general insistió en que «el problema» en la zona es «económico-social, más que militar» y apoyó así lo sustentado en abril pasado por el ministro de Defensa, José Gavidia, quien anunció el cierre para ese año de las bases militares que permanecen en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).

«Como objetivo de este gobierno se ha trazado que antes de 2026 este valle deje de ser zona de emergencia y se está trabajando intensamente para que estas cuarenta bases contrasubversivas que tenemos allá se conviertan en cuarenta centros de producción», declaró Gavidia.

EL ÚLTIMO REDUCTO DE SENDERO

La extensa e inaccesible región de selva montañosa del Vraem, en la vertiente oriental del sur de los Andes peruanos, es el último escenario activo del sanguinario conflicto armado interno (1980-2000) desatado en Perú por el grupo maoísta Sendero Luminoso y el marxista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que causó unos 69.000 muertos y desaparecidos, según el informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).

Además, la zona es el epicentro del tráfico ilícito de drogas del país, al producir aproximadamente la mitad de las más de 400 toneladas métricas de cocaína que, pese a la falta de consenso en los cálculos, se estima que exporta anualmente Perú, considerado el segundo productor mundial de esta sustancia, después de Colombia.

Según informó el general, en la actualidad hay 46 bases contrasubversivas en el Vraem, donde el plan operativo de las Fuerzas Armadas contempla cuatro etapas: la implementación y despliegue, la intervención militar, la consolidación y la normalización.

«En un momento determinado hemos tenido más de 70 bases, 78», detalló Gómez de la Torre, quien mencionó que su desactivación está siempre supeditada a la evaluación de los objetivos estratégicos establecidos por el Ccffaa.

«Las bases responden a un análisis de inteligencia, a un análisis operacional, a un análisis de necesidad (…) es un proceso netamente de análisis militar y también policial», apostilló tras subrayar que «el objetivo no es cerrar las bases, sino lograr la pacificación».

Una vez alcanzada esta última etapa de la estrategia militar, se prevé el levantamiento del estado de emergencia y la transferencia del control interno a la Policía Nacional del Perú, en simultáneo con el repliegue progresivo de las Fuerzas Armadas.

LA PRESENCIA DEL ESTADO

Este proceso, sin embargo, sólo será posible si el Estado, que durante décadas ha estado ausente en esta relegada zona del país, promueve el desarrollo y revierte los índices de pobreza que alcanzan al 65 % de su población, insistió el general.

«Militarmente podemos estar mucho tiempo, pero si no le damos una opción a quienes hoy se dedican al tráfico ilícito de drogas, que es la principal fuente de financiamiento del terrorista, esto puede durar muchos años más», alertó.

«Lo que tiene que hacer el Estado es dar un mayor impulso a lo que es la parte del desarrollo en todos los aspectos: salud, educación, producción, etc», añadió Gómez de la Torre, para quien el principal objetivo de las Fuerzas Armadas hoy es «neutralizar a la cabeza de Sendero».

Desde mediados de la década de 1990, cuando la cúpula de Sendero fue capturada, los hermanos Quispe Palomino se hicieron con una fracción en el Vraem, aunque el líder del grupo terrorista, el ya fallecido Abimael Guzmán, no los reconoció como representantes de su organización subversiva.

Tras la muerte de Jorge Quispe Palomino («camarada Raúl»), confirmada por las Fuerzas Armadas en marzo del año pasado, su hermano Víctor, alias «José», quedó como el último cabecilla de ese remanente de Sendero, cuya fortaleza «ya no es ideológica», sino más bien monetaria por la financiación que obtiene de su colusión perversa con el narcotráfico, aseguró el jefe de las Fuerzas Armadas peruanas. EFE

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