Una crisis de combustible golpea a una Siria sumida en la pobreza y el frío

Rania Zanoun

Damasco.- La crisis de combustible se ha ido intensificando en Siria a lo largo de las últimas semanas hasta el punto de que el Gobierno ha tenido que decretar dos cierres del sector público para este mes, mientras la escasez y los desorbitados precios hacen casi imposible la movilidad o hacer frente al frío invernal.

Todas las instituciones públicas del país cerrarán el próximo domingo -el primer día de la semana para los países musulmanes-, como ya lo hicieron anteayer para ahorrar carburante, mientras que las ligas nacionales de fútbol y baloncesto han quedado también suspendidas por el mismo motivo, de acuerdo con la agencia oficial de noticias SANA.

Fuentes gubernamentales que pidieron el anonimato reconocieron a Efe que no descartan un nuevo cierre institucional entre Navidad y Año Nuevo.

El país, en guerra desde 2011 y a merced de las sanciones internacionales, no es ningún extraño a la falta de combustible, si bien esta vez la situación está alcanzando niveles sin precedentes y coincide con una crisis económica que mantiene a la gran mayoría de la población en la pobreza extrema desde hace dos años.

El ministro sirio de Petróleo, Bassam Tohme, atribuyó el agravamiento a un retraso en la recepción de suministros, en referencia a su envío desde Irán, un importante aliado de Damasco que le provee de derivados del petróleo a través de un sistema de líneas de crédito.

El pasado mayo, Teherán había prometido aumentar hasta los 3 millones de barriles su cuota mensual para el Gobierno de Siria, cuyas áreas solo cuentan con una vía alternativa de suministro: desde las zonas del noreste controladas por los kurdos, donde se concentran los principales yacimientos en territorio sirio.

TRANSPORTE FUERA DEL ALCANCE

El taxista Abu Dawoud se ha visto obligado a subir sus tarifas para poder seguir operando y, por un trayecto inferior a los 7 kilómetros, cobra ya alrededor de 25.000 liras sirias o unos 4,2 dólares al tipo de cambio actual en el mercado negro, según explicó a Efe.

«Nada es suficiente, me veo forzado a pedir cantidades altas», lamentó el conductor, de 65 años.

Ante la escasez de combustible, las autoridades redujeron la cantidad de gasolina y diésel subsidiados que distribuían, y hace una semana anunciaron fuertes subidas a los precios de los carburantes que importaban para su venta exclusiva en las gasolineras de la compañía BS.

Sin embargo, una fuente oficial reveló a Efe poco después que, de hecho, quedaba suspendida la venta al público a través de BS de forma indefinida para dar prioridad a la producción industrial y a la continuación de los servicios públicos básicos.

El empeoramiento de la crisis ha disparado todavía más los precios en el mercado negro de carburantes, donde el diésel cuesta ya más del doble de su precio oficial, mientras que la gasolina de 90 y 95 octanos se vende por casi el triple de lo establecido por las autoridades.

Para poder continuar con sus estudios universitarios y ayudar a su familia, el joven Ali, de 24 años, trabaja buscando a pasajeros que necesiten desplazarse hasta un mismo lugar y los lleva a todos en su vehículo, de modo que puedan dividir el coste a partes iguales.

«Aún así, me pasa que alguna gente no tiene la capacidad de pagar su tarifa para el transporte», afirmó a Efe el estudiante.

Cuando le toca regresar a su casa en los suburbios capitalinos al finalizar la jornada laboral, trata de encontrar a otros residentes de la zona para repartir los gastos del trayecto, un precio que aún a medias encuentran «imaginario» y que aceptan «forzosamente debido a la escasez de medios de transporte».

EN MEDIO DE LA POBREZA

La falta de combustible y su creciente coste también dificulta para muchos sirios la utilización de estufas y otras formas de calentar sus viviendas en medio de las bajas temperaturas del invierno, en momentos en que, además, los cortes eléctricos se prolongan hasta 22 horas diarias en Damasco.

Al encarecerse el transporte, también han subido los alimentos y otros productos básicos, muchos de los cuales han registrado este mes aumentos de entre el 20 % y 30 %, ahondando los habituales obstáculos a la supervivencia, especialmente insalvables desde el inicio de la guerra en Ucrania el pasado febrero.

Paralelamente, la lira siria ha caído fuertemente frente al dólar, alcanzando las 6.000 unidades por billete estadounidense en el mercado negro, más del doble del tipo de cambio oficial.

Um Ghaith, de 45 años, trabaja diez horas diarias limpiando casas y pierde otras tres desplazándose desde su lugar de residencia hasta Damasco.

«No esperaba vivir este tormento, todo es caro y la crisis de combustible ha afectado a todo, hasta las necesidades básicas. Estoy feliz cuando llego a casa con productos para cocinar bulgur (popular plato árabe a base de trigo), pero en poco tiempo me angustio al pensar qué van a comer mis hijos mañana», dijo a Efe la mujer, aguantándose las lágrimas. EFE

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