Marino, militar, embajador

Alberto Molina Flores

Guayaquil, Ecuador

En los titulares de todos los medios de comunicación del país resaltan el involucramiento de miembros de las Fuerzas Armadas en el crimen organizado: “Un marino en servicio activo y un militar retirado, entre los capturados que acompañaban al jefe de la banda de Los Choneros, Junior Roldán, alias JR”. Por desgracia la imagen de la institución se ve afectada, aunque es un hecho aislado; la gran mayoría de militares, oficiales y tropa son honestos, llevan una vida sacrificada y de alto riesgo.

Los uniformados ya sean policías o militares siempre estarán expuestos al escrutinio público, los departamentos de talento humano y sobre todo las inspectorías de cada Fuerza deben estar permanentemente no solo observando la conducta de los militares de todas las jerarquías, sino inculcando valores de ética, moral, recta conducta y sobre todo de honestidad.

Las bandas delincuenciales con seguridad siempre estarán tratando de contaminar a las instituciones que las persiguen, algunos de sus miembros son seducidos y desgraciadamente sucumben; las bandas criminales disponen de un «arma» poderosa que son las ingentes cantidades de dinero. Quienes delinquen deben estar conscientes que van a destruirse moralmente, el infractor y su familia, con deshonor y vergüenza irán a la cárcel; además, del terrible daño que hacen a la institución militar.

El trabajo de los mandos militares tiene que extremarse, no solo en el control del personal, sino en la prevención de los delitos, que no permitan que se dejen seducir por el maldito dinero y castigar con rigor a estos malos elementos, jamás permitir el llamado «espíritu de cuerpo». Una depuración constante se hace necesaria; se requiere en todos los niveles de la jerarquía militar, profesionales hombres y mujeres, bien formados, con mística de servicio, solo así seguirá siendo una de las instituciones más confiable, creíble y respetadas.

El Presidente de la República, de acuerdo a la Constitución, ostenta la dignidad de “Autoridad máxima de las Fuerzas Armadas”; tiene la obligación, con su presencia, de elevar la moral del personal militar, incrementar su confianza en sus propias capacidades, estimular sus virtudes, valores y principios, consolidar su cohesión y fomentar su trabajo entusiasta y abnegado.

El contacto no solo con sus mandos es importante, es una forma de conocer la situación en la que vive el personal de las Fuerzas Armadas, sus capacidades y sobre todo sus necesidades.

El embajador de Estados Unidos en Ecuador, Michael Fitzpatrick, públicamente ha cuestionado duramente el trabajo de los operadores de la justicia de nuestro país. Invitado a un evento académico por la Universidad Andina Simón Bolívar, el embajador norteamericano señaló que el sistema de justicia ecuatoriano no es confiable y que existen jueces y abogados al servicio del crimen organizado y para vergüenza de los ecuatorianos, nos espetó: “Cuando estos fallos dejan de administrar justicia y se transforman en mero ejercicio burocrático o peor un camuflaje para proteger a narcos, matones o sus testaferros, pagados para lavar su cara, su plata y su imagen pública, la justicia pierde relevancia y se deja de creer en ella”.

Y para escarnio de la mayoría de ciudadanos y operadores de justicia honestos, el diplomático nos recuerda: “Garantizar un sistema de justicia fuerte que combata la corrupción, el crimen organizado y la impunidad, es esencial para el desarrollo de una democracia justa con instituciones públicas creíbles”.

Instantes de la recaptura de alias «Junior», el 15 de diciembre de 2022.

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