Ucrania despliega miles de centros para asegurar calefacción, electricidad e internet

Rostyslav Averchuk

Leópolis (Ucrania),.– Mientras millones de ucranianos pasan horas sin electricidad cada día por los ataques rusos con drones y misiles se despliegan miles de centros de suministro de corriente, calefacción y medios para que la población pueda comunicarse.

Una de estas estaciones que proporcionan calefacción – denominadas «puntos de invencibilidad» – está en las depedencias del Centro Lviv Dovzhenk, una entidad cultural que lleva el nombre de uno de los cineastas más destacados del país, Oleksandr Dovzhenko.

Marta Ivanyshyn, responsable del centro desde hace varios años, dice a EFE que difícilmente podría haber previsto que se convertiría en experta en asuntos como refugios antiaéreos, generadores de corriente, calefacción o distribución de ayuda humanitaria.

«Íbamos a abrir una nueva instalación de arte cuando los rusos atacaron en febrero. En su lugar tuvimos que alojar a varios miles de desplazados internos de toda Ucrania», explica.

Situado en uno de los mayores distritos de Leópolis, Sykhiv, su objetivo actual es el de proporcionar un lugar seguro a cientos de sus vecinos y se prepara para apagones que pueden durar días o semanas.

Mientras Ivanyshyn muestra a EFE el lugar varios visitantes y empleados aguardan a que termine una alerta antiaérea en uno de los refugios, ya que el centro tiene que cerrar.

Aunque el refugio y el centro tienen varios generadores eléctricos y estufas de leña todavía se está bastante bien en el interior y no están usándose para ahorrar combustible.

Las temperaturas están por encima de los cero grados centígrados, lo que significa que la demanda de electricidad ha caído y por lo tanto los apagones son un poco menos frecuentes.

El centro funciona en paralelo con un llamado «punto de invencibilidad», creado por el servicio estatal de emergencias justo delante de la entrada. Varios transeúntes entrar para tomar un té caliente y una gran bomba de calor, alimentada por un generador diésel, introduce aire caliente en el local.

Hay varias filas de asientos vacíos ya que la alerta antiaérea ha terminado pero su terminal de wi-fi «Starlink» es una atracción para los vecinos que necesitan una conexión de internet.

«Hasta tuvimos a una persona que hizo un examen desde aquí», explica uno de los jóvenes que atienden en el centro.

El Centro Dovzhenko dispone también de un lugar de cotrabajo y hasta presta ordenadores a quienes no tienen uno. Los visitantes pueden ayudar tejiendo redes de camuflaje para el Ejército ucraniano mientras se entretiene a los menores, que asisten a cursos sobre desarrollo impartidos por una delegación de Unicef.

Varias personas desplazadas internas desde otros lugares de Ucrania que están en el campamento temporal de refugiados adyacente participan en proyectos artísticos.

«Vienen personas con discapacidades, así como otras cuya salud depende de tener acceso a electricidad con aparatos como inhaladores», añade Ivanyshyn.

El centro utiliza su propio dinero y el que entregan asociaciones caritativas, voluntarios y el Ayuntamiento para comprar generadores, acumular reservas de alimentos y continuar con la reparación de refugios antiaéreos y otras áreas.

«Mientras decidimos cómo prepararnos para los apagones siempre nos preguntamos qué nos haría falta si no tuviéramos en casa electricidad, calefacción y conectividad durante días», explica Ivanyshyn.

Añade que, a diferencia de hace una semana, los apagones se producen ahora de un modo más predecible, según horarios públicos disponible. La situación del sistema energético se ha estabilizado de algún modo, lo que significa que la mayor parte de los consumidores tienen electricidad entre 8 y 16 horas al día en casa.

Sin embargo, pocos dudan de que pronto habrá nuevos ataques masivos con drones y misiles mientras Rusia siga con sus planes en Ucrania.

Mientras el Gobierno confía en que el sistema energético del país aguante los ataques se espera que los «puntos de invencibilidad» se tripliquen de cinco mil a quince mil al tiempo que se redoblan los esfuerzos de autoridades locales, servicios del Estado y empresas.

«La situación es muy difícil. No sabemos qué esperar. Pero somos increíblemente fuertes y creemos en nuestra victoria», dice segura Ivanyshyn. EFE

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