El candidato es Correa

Alberto Molina Flores

Guayaquil, Ecuador

La historia se repite. En las elecciones presidenciales anteriores (2021) el supuesto candidato era Andrés Arauz, pero en toda la propaganda, en primer plano, aparecía Rafael Correa. El Consejo Nacional Electoral bajo la presidencia de la inefable Diana Atamaint, jamás se pronunció, un prófugo sentenciado llenaba el espectro electoral y aparecía como el verdadero candidato. 

Antes de las elecciones anticipadas, obligadas por la «muerte cruzada» el prófugo de Bélgica nunca dejó de conspirar. Ahora sigue en primer plano en una campaña feroz, sin descanso, su objetivo: «recuperar la patria».

Es exactamente lo que sucedió en Argentina. Juan Domingo Perón estaba impedido de volver a Argentina; en el retorno a la democracia, durante la campaña electoral de 1973, el candidato peronista Héctor Cámpora, en la propaganda: murales, afiches, pancartas, etc. siempre aparecía en segundo plano. Las figuras que resaltaban eran Perón y su esposa fallecida, la recordada Evita. Las consignas eran «Cámpora al gobierno, Perón al poder» y «Perón y Evita: la patria socialista», a las claras, ambas consignas mostraban en realidad que Cámpora era sólo un títere de Perón.

Héctor Cámpora ganó las elecciones y asumió la presidencia el 25 de mayo de 1973, el 13 de julio renunció, duró apenas 49 días en el poder, renunció para dar paso a elecciones anticipadas en las que ganó el binomio Perón y su segunda esposa María Estela “Isabel” Martínez, el resto es historia conocida.

Las masas ciegas, incorregibles, por desgracia, son obsecuentes con sus propios sicarios.

No importa el daño que hayan hecho al país los hábiles seductores de las masas, los Mesías prometidos, los prestidigitadores de la política, los curalotodo; un grafitti aparecido en un muro de Buenos Aires, lo decía todo: «Puto y ladrón, queremos a Perón», somos pueblos amnésicos, parece que practicamos el sadomasoquismo.

Para variar, transcribo una anécdota atribuida al célebre escritor argentino, Jorge Luis Borges. Un transeúnte en una calle de Buenos Aires, se ofreció ayudarle a pasar la calle y coloquialmente le dijo: «Disculpe maestro, pero le tengo que advertir que soy peronista». Con una sonrisa bienhumorada, éste repuso; «¡No se preocupe, joven! Yo también soy ciego».

«La historia se repite, la primera vez como una gran tragedia, la segunda como una miserable farsa» (Marx).

Rafael Correa y Luisa González.

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