Guayaquileños crean barreras y cercas para protegerse de la criminalidad

Un guardia de seguridad custodia las calles de un barrio el 6 de julio de 2023, en la ciudad de Guayaquil (Ecuador). Calles cerradas con rejas, cámaras de vigilancia, alarmas y guardias privados es el aspecto que luce cada día más Guayaquil, en Ecuador, donde muchos barrios están encerrándose y aislándose del resto de la ciudad para protegerse del embate de la delincuencia y la criminalidad que azota a sus calles. Y es que, en el área metropolitana de esta urbe portuaria, un promedio de siete personas han sido asesinadas al día en el primer trimestre de 2023, casi el doble que el mismo periodo de 2022, según cifras de la Policía, y las extorsiones y los secuestros también crecen de manera alarmante. EFE/ Mauricio Torres

Calles cerradas con rejas, cámaras de vigilancia, alarmas y guardias privados es el aspecto que luce cada día más Guayaquil, donde muchos barrios están encerrándose y aislándose del resto de la ciudad para protegerse del embate de la delincuencia y la criminalidad que azota a sus calles.

Y es que, en el área metropolitana de esta urbe portuaria, un promedio de siete personas han sido asesinadas al día en el primer trimestre de 2023, casi el doble que el mismo periodo de 2022, según cifras de la Policía, y las extorsiones y los secuestros también crecen de manera alarmante.

Un nivel de violencia nunca antes visto en el país, que estalló después de la pandemia y que la Policía atribuye a una pugna de poder entre organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico.

«Es lamentable que tengamos que encerrarnos nosotros y que los delincuentes estén afuera, pero es el único paso que teníamos que dar para sentirnos seguros», explica a EFE Johana Torres, presidenta de la ciudadela Samanes 1, ubicada en el norte de la ciudad.

En ese barrio, donde viven más de 300 familias, los vecinos colocaron en diciembre seis puertas que impiden que extraños ingresen entre las 19.00 y las 6.00 hora local (entre las 00.00 y las 11.00 GMT ) periodo en el que sienten que han recuperado la vida comunitaria, por lo que buscan que el Municipio les permita cerrarlas las 24 horas.

La instalación de las puertas, dice Torres, estuvo motivada por las 12 alertas diarias de crímenes que se reportaban el año pasado. Las rejas colocadas en sus casas ya no eran suficientes para que sus vecinos se sintieran seguros.

«Para la Policía estábamos en rojo y eso era preocupante. Si no se metían en una casa, le habían robado a una persona, la habían golpeado, se robaban carros. Pasaba de todo», recuerda.

Asaltos, tiroteos, extorsiones

Una situación similar viven los vecinos de la ciudadela Nueva Kennedy quienes desde junio empezaron a instalar puertas en las calles peatonales, con el objetivo de cerrar todo el barrio en los próximos meses.

«Desde inicios del año pasado hemos tenido acercamientos fallidos con la Policía. Por eso, los casos han ido subiendo hasta dejarnos indefensos. Hemos pensado en protegernos con un cierre integral que no afecte a los residentes, sino que nos devuelva la facilidad de andar libremente por las calles», cuenta a EFE Francisco Torres, líder barrial.

Los robos a mano armada, tiroteos y hasta extorsiones a comercios llevaron a los 600 vecinos a decidir instalar 17 puertas en todo el sector.

Según cifras de la Fiscalía, de enero a junio se denunciaron en Guayaquil 1.603 casos de extorsión, cuando en todo 2022 fueron 1.265 y en 2021 registraron 425, y en robos el primer semestre de 2023 se cerró con 2.069 entre casas y locales comerciales, frente a los 1.486 de todo 2022.

Esta situación es la que ha llevado a los barrios del sur y norte de Guayaquil a cerrar cada vez más calles en busca de tranquilidad. «Queremos poder salir a una tienda a comprar, a dejar la ropa en la lavandería, o sea, cosas tan cotidianas que ya no podemos hacer», dice el dirigente de Nueva Kennedy.

«Bunkerización»

Fernando Carrión, urbanista y experto en seguridad, afirma que lo que está sucediendo en Guayaquil también pasa en otras ciudades de América Latina con altos índices de violencia. «Estas ciudades están en un proceso de bunkerización, es esta lógica de cerrarse y de convertirse en un búnker para que no pueda entrar nadie», precisa a EFE.

«¿Cómo se puede entrar a un lugar de estos? Primero, con un pasaporte, que es una identificación; segundo, con visa, porque se tiene que pedir autorización a una persona para entrar, y tercero, por una aduana, que es básicamente el cacheo (revisión) que a uno le hacen para poder entrar. Estamos creando un conjunto de fronteras dentro de las ciudades», reflexiona.

Esta medida, dice, «es una reacción natural ante la ineficiencia del Gobierno», pero no resuelve el problema de inseguridad.

«Lo que también ocurre con estos barrios es que el espacio público entra en un proceso de privatización que hace que la ciudad tienda a desaparecer. Y esto se resuelve con políticas urbanas y de seguridad ciudadana», agrega.

SIN REGULACIÓN ESPECÍFICA

El Municipio de Guayaquil aseguró a EFE que no existe una ordenanza que regule la instalación de puertas en las calles, por lo que no poseen un registro y culpó a las administraciones anteriores de no tomar cartas en el asunto.

En paralelo, ha anunciado la creación de un plan cantonal de seguridad, para el que se recogerán «experiencias ciudadanas» en este tema.

Tras dos fines de semana violentos con más de diez asesinatos, el alcalde Aquiles Alvarez y el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, se reunieron el 11 de julio y anunciaron la llegada de más policías para enfocarse en el sur de Guayaquil, «el foco central de la delincuencia» en el país. EFE (I)

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