¿Puede Maduro ser derrotado en Venezuela?

Ricardo Israel

Santiago de Chile, Chile

No es fácil, es en verdad, difícil. Al ser elecciones en dictadura, existen muchos más ejemplos de fracasos que de éxitos. Regímenes castrochavistas no son casos únicos. La característica es que se vota, pero no se elige, ya que no hay competencia, y la primera reacción es no aceptar resultados que no gustan.

También se vota en Cuba, aunque sin otros candidatos que los designados por el régimen. También se votó en varios países de Europa del Este en tiempos del comunismo, con resultados que eran conocidos de antemano, y en la República Islámica de Irán participan aquellos candidatos que han pasado el cedazo de pureza religiosa de los Ayatolas, además de quienes son aceptados por el mismo órgano, pero representando en forma testimonial, y para la foto, a otras religiones que incluyen al cristianismo y al judaísmo “no sionista”, según lo declara Teherán.

De hecho, la mayor novedad del socialismo del siglo XXI es que el gobierno prohíbe la participación de todo aquel(la) opositor(a) que puede ganar, como lo hizo recientemente Ortega en Nicaragua y lo viene haciendo el chavismo desde Henrique Capriles a ahora, María Corina Machado.

Es el problema de ser candidato o candidata en dictadura, cuyos códigos no tienen que ver con la política, ni siquiera con Maquiavelo, sino con el crimen organizado, es decir, con el Padrino, aquel de la mafia. Por lo demás, se trata de crimen organizado transnacional, uno que, en el caso particular de Venezuela, ni siquiera las decisiones mas relevantes se toman en Caracas, sino que, en La Habana, donde está la dirección estratégica del proceso, siendo por lo demás novedoso, que Cuba, el país más débil ha dominado siempre al que alguna vez tuvo más recursos. Ha habido traición, y sin duda, Venezuela hoy es dependiente.

Al parecer, en María Corina Machado se ha encontrado una candidata con la capacidad de lograr lo que parecía tan diİcil, entusiasmar a la población con la perspectiva de un triunfo, ahora le queda superar el veto de la dictadura, y la primera etapa requiere de un triunfo en la primaria, para que esa legitimación coincida con el entusiasmo de la calle.

Aunque mi visión de cómo se derrota a una larga dictadura está por cierto influenciada por mi experiencia en Chile, no hay duda de que tanto en la Ciencia Política como en el Derecho existe un conjunto de circunstancias que han estado presentes en los casos exitosos.

Es diİcil lo que viene y no basta con ganar en las urnas. Ya se ha hecho en el pasado, pero no han sabido o podido hacer respetar el triunfo. Ello es parte de las dudas que existen en los votantes venezolanos.

Hoy, se puede ganar, pero todos entienden que puede operar una decisión administrativa, algún fallo “judicial”, o la frase atribuida a Stalin en ese reparto del mundo que se hizo en Yalta, que más importante que los que iban a votar en el este europeo, eran quienes iban a contar los votos, principio que el chavismo ha aplicado cuando ha ganado, pero, sobre todo, cuando ha hecho fraude a través de los organismos electorales.

No es sólo un gobierno, es delincuencia transnacional que se apoya mutuamente, que tiene además asociados no dictatoriales en países de América Latina y de Europa, además de apoyo en las autocracias de China, Rusia e Irán. A nivel nacional, en Venezuela es la corrupción la que sirve de cemento, y pavimenta los acuerdos con el narcotráfico, y la minería ilegal, lo que financia una tupida red de intereses con jueces, generales, almirantes, y, por cierto, empresarios.

Dados estos niveles de dificultad, la revisión de lo que ha permitido que la oposición democrática derrote a dictaduras de larga duración, es también un listado de lo que ha fracasado en Venezuela, desde Chávez en adelante.

1) Lo primero es la unidad, sin la cual es virtualmente imposible derrotar a una fuerza de estas características.

La unidad antecede incluso a encontrar a la persona adecuada para triunfar, donde María Corina Machado parece ser el equivalente a lo que fue Aylwin en Chile. La confianza que ella despierta parece estar relacionada con su ética personal y, sobre todo, con características que parecen convencer, incluso a aquel venezolano que hasta dudaba de ir a votar, es decir, consecuencia, claridad y junto a otros candidatos, crítica oportuna a la corrupción en las filas opositoras.

La unidad surge de que lo único que realmente controla una oposición con poco poder, es a sí misma. Después de la experiencia del medio centenar de países que apoyaron a Juan Guaido, hoy parece haber, tal como lo demostró la cumbre CelacEuropa un momento poco propicio para la solidaridad internacional. Además, en periodo electoral, y tal como lo ha demostrado al preferir el petróleo sobre el compromiso democrático, Washington no es realmente confiable.

Por ello, la oposición necesita construir sobre el proceso de primarias con una unidad que no sea solo declarativa, sino propositiva con acuerdos sobre mínimos comunes, y, sobre todo, una presentación creíble de gobernabilidad, a partir del día siguiente de un posible triunfo.

2) Segundo, tener claridad sobre lo que pasa el día después del voto, es importatísimo, ya que, en dictadura, la oposición gana cuando logra dar tranquilidad como también poner los temas que se imponen en el debate público.

La oposición debe saber funcionar como una coalición que va a entregar certidumbre sobre gobernanza y gobernabilidad, es decir, mostrar no solo intenciones, sino también que puede garantizar que se van a aceptar las decisiones se tomen, es decir, los dos elementos que desde los romanos se asocian con el poder estatal: por un lado, potestas o la capacidad de hacerse obedecer y auctoritas, es decir, tanto la legitimidad como las características morales que permiten el reconocimiento social a la facultad de gobernar a otros.

La oposición desde el día uno debe tener claridad sobre las características del proceso de transición que se inicia. Como difícilmente puede ser una transición rupturista, la pregunta a responder es será un negociada (Uruguay, España) o una continuista (Brasil, Chile). En otras palabras, la primera definición es interna, la respuesta a la pregunta de cuánto cambio y cu+anta continuidad habrá.

Democracia y respeto a los derechos humanos como línea diferenciadora, pero también la forma concreta que van a tomar en un nuevo gobierno, para que todos puedan visualizar el aterrizaje concreto de los principios.

Ello significa claridad interna sobre temas tan vitales como si se reconocerá la constitución actual o cómo se pretende modificar la institucionalidad o el nivel de relación con los otros poderes del Estado.

También respuesta a preguntas claves. Para USA hoy es el tema del petróleo, y Rusia y China esperan definiciones de estado, como, por ejemplo, si les será pagada la abultada deuda y como se les será abonada.

De hecho, si desde ya la oposición puede tender puentes hacia esos dos últimos países no haría sino fortalecerla, ya que parte importante de su éxito va a radicar en convencer que es una alternativa que va a operar a tres niveles: los venezolanos tienen derecho a esperar definiciones claras sobre el exilio, y también la estabilidad y previsibilidad de la vida cotidiana.

Por su parte, instituciones como los funcionarios públicos, la justicia y las Fuerzas Armadas esperan también orientaciones sobre su futuro. El peor error que se puede cometer es regalarle estos sectores a la dictadura. Por el contrario, el deber opositor es neutralizar no solo a China y Rusia, sino también a los militares para detener todo intento del palacio de Miraflores de dar un golpe de estado.

Clave para las Fuerzas Armadas es el tema de la legislación internacional de derechos humanos, ya que hay que tener presente que no puede haber impunidad para tantas violaciones y abusos, pero también que el solo tránsito hacia esa legislación hace imprescriptible todo delito, tal como ocurrió en Argentina o Chile, pero no en Brasil o Uruguay.

Lo anterior, sin contar el tema de los carteles de la droga, de alianzas con la guerrilla de las disidencias colombianas y la aplicación futura de la Convención contra la Delincuencia Organizada Transnacional, la Convención de Palermo.

3) Una tercera definición interna es la que pondría a la oposición en la ruta de ser alternativa creíble, es separar aguas con políticos y fuerzas corruptas (Miami está lleno de comentarios reales o supuestos sobre fortunas mal habidas) en temas de probidad y transparencia.

La oposición debe prepararse también para el gobierno, separándose de fuerzas no democráticas (al respecto, para derrotar a Pinochet en Chile fue importante que la Concertación hubiese separado aguas con el Partido Comunista). También, que quede claro que, aunque apoyen a los mismos candidatos, no serán parte del gobierno futuro.

Lo último también puede necesitar distanciarse de aquella oposición funcional, que ha existido fundamentalmente para darle oxigeno y servir el proyecto dictatorial del chavismo, donde más que ser oposición, lo que se busca es dividir a la alternativa a la dictadura.

En otras palabras, dentro de las dificultades de enfrentar una larga dictadura (más crimen organizado), además de encontrar la candidatura adecuada, la oposición debe fortalecer la unidad y tener claro que va a decir y hacer al día siguiente de la elección, lo que incluye tender puentes hacia todos los sectores, para darle sentido a la feliz frase de Julio Sanguineƫ, que en 1985 dijo que una buena transición debe combinar el temor del que se va con la ansiedad del que llega.

Y temores hay de distinto tipo y de diversas características, que deben tenerse en cuenta para que el proceso tenga éxito y también neutralizar a la dictadura y su deseo de eternizarse en el poder. Por lo demás, al contrario de lo que se supone, el cambio es más fácil en condiciones de prosperidad que de crisis económica.

En Venezuela, además de la candidatura única, se necesita saber defender el triunfo, neutralizar a China y Rusia, entender el momento de USA para manejar mejor sus vaivenes. Y para ganar, no solo manejarse en términos de narrativa y hechos, sino también de sucesos, escenarios y estar pendiente de las sorpresas de una dictadura que todavía puede marcar los tiempos y las tendencias. Para ganarle, se necesita una campana llena de optimismo y alegría. Así se le gana, mostrando un mejor país y un horizonte, quizás un Pacto o Gran Acuerdo.

Como conclusión, Venezuela es tan importante para el conjunto de América Latina por lo siguiente. La elección de Chávez en 1998 vino a darle respiro a Cuba, la única dictadura que había en la región, tanto que esa dictadura se multiplicó en varias otras, con recursos venezolanos y dirección cubana, con lo que hoy existen más dictaduras que entonces.

La esperanza es que una derrota chavista en Venezuela, sirva de impulso para que este triunfo sirva para la redemocratización de la región.

Por eso, todos somos Venezuela hoy.

María Corina Machado (c) saluda a su llegada a la inscripción como candidata a las elecciones internas ante la Comisión Nacional de Primarias (CNP), el 23 de junio de 2023, en Caracas (Venezuela). Trece políticos opositores venezolanos -cuatro mujeres y nueve hombres- aspiran a convertirse en el candidato unitario que se enfrente al chavismo en las presidenciales de 2024, pero solo uno lo logrará. EFE/ Miguel Gutiérrez

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