La democracia en vilo

Alberto Molina Flores

Guayaquil, Ecuador

Corporación Latinobarómetro es una ONG sin fines de lucro con sede en Santiago de Chile. Publica anualmente un estudio de opinión que es el resultado de alrededor de 20.000 entrevistas en 18 países de América Latina.

El estudio publicado el presente año, nos hace ver, descarnada y crudamente el sentir de una gran mayoría de ciudadanos de Latinoamérica que demanda la solución inmediata a sus agobiantes problemas que sufren cotidianamente, marginalidad, pobreza, inseguridad, la falta de atención en salud, educación y sobre todo trabajo. Es entendible, frente a estos problemas irresueltos, la democracia sea la gran damnificada.

Transcribo algunos fragmentos del informe señalado: «La democracia, lejos de consolidarse, ha entrado en una recesión», en América Latina. “El estudio muestra que sólo el 48% de los latinoamericanos apoya hoy la democracia como régimen político, lo que marca una disminución de 15 puntos porcentuales desde el 63% de 2010. Al tiempo que sube el apoyo al autoritarismo. Un 17% de los latinoamericanos respaldó la expresión ‘un gobierno autoritario puede ser preferible’ frente al 15% que lo hacía hace 13 años. Concluye: “Latinoamérica es una región vulnerable que está abierta a los populismos y regímenes antidemocráticos, con un claro retroceso de las democracias».

Para reforzar este claro y rotundo documento, transcribo algunas opiniones relacionadas con este importante tema:

Martín Pallares, en su análisis político con el título “Masacres con complicidad estatal” (Expreso 28/07/2023), señala: “Con sucesos como las masacres en las cárceles no es sorprendente que Ecuador sea el segundo país de América Latina donde menos fe se tiene en la democracia, únicamente superado por Perú. Los datos del último informe de Latinobarómetro muestran el brutal deterioro de la confianza que los ecuatorianos tienen en la democracia y la predisposición que sienten a que un gobierno autoritario solucione sus problemas”.

El columnista de diario Expreso Willington Paredes, en su artículo “Pensamiento, acción e ilógicas políticas” (19/03/2023), señala: “La clase política solo piensa y actúa desde lo absurdo. Tiene un pensamiento precario, sin lógica ni racionalidad reflexiva. (…). Solo muestran un agudo analfabetismo político, constitucional, jurídico y democrático. Cierto, hay crisis, inseguridad, pobreza, desempleo, marginalidad, exclusión y descontento social, pero ellos no ofrecen al país salidas, soluciones y mecanismos de tratamiento de los conflictos sociopolíticos. Son actores salvajes a quienes les interesa solo su bolsillo y hacer del país una nación y democracia fallida”.

Al presidente chileno, Gabriel Boric, se le preguntó: ¿Cómo ve la estrategia de Nayid Bukele en su lucha contra las pandillas en El Salvador y la enorme popularidad que esto le ha traído? Boric respondió: “Creo que si para conseguir un objetivo loable, que es el deseo de seguridad que tienen las grandes mayorías de la población en cualquier país del mundo, se toman atajos en términos de las convicciones democráticas y de respeto de los derechos humanos, finalmente eso tarde o temprano termina pagando la cuenta”.

“Cuando solo se enfoca desde la cuña de quién es el más duro o categórico, o las medidas más extremas para combatir la delincuencia, al final no estamos solucionando el tema de fondo y es pan para hoy y hambre para mañana”.

Finalmente, Arturo Moscoso en su artículo “Un país que se desangra” (Expreso 28/07/2023), señala: “…nuestra clase política también tiene su rol. Expertos en decir lo que está mal, son incapaces de plantear salidas o ser parte de un gran acuerdo para enfrentar esta guerra que nos han declarado la delincuencia y el narcotráfico. Les importa tan poco el país que cuando se propuso la extradición y la participación de las FF. AA. como herramientas para combatir esos males, fueron los primeros en oponerse, sobre todo la organización que precisamente es la principal causante de esta situación y que quiere volver al poder”.

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