La Dolarización: ciertos apuntes 

Ricardo Noboa B.

Guayaquil, Ecuador

Con motivo de la entrevista hecha por el Diario La Nación de Argentina al ex presidente Jamil Mahuad hace pocos días, es necesario, al menos para mí, hacer ciertos apuntes. Empiezo diciendo que las decisiones de política económica que se tomaron en 1999 no constituyen delito. Pueden ser malas o buenas, pero no implican la comisión de peculado alguno. El juicio penal a Mahuad es parte del deporte nacional de judicializar los actos de Estado. Es injusto y ojalá algún día sea archivado.

1999 fue un año infernal. Casi de principio a fin. El país enfrentaba una grave crisis bancaria. El Gobierno había decretado un “feriado” que duró del 8 al 13 de marzo de 1999 durante el cual las puertas de los bancos se cerraron al público. En el ínterin, el 11 de marzo de 1999, el ex presidente Mahuad congeló los depósitos y la gente dejó de tener acceso a su dinero depositado en las cuentas. El año transcurrió entre una inflación galopante y una creciente devaluación, con la consiguiente pauperización de la gente. Los salarios se pulverizaron.

Desde su tribuna de la presidencia de la Cámara de la Pequeña Industria, la empresaria Joyce de Ginatta repetía incesantemente, de la mañana a la noche, “dolaricen la economía”. Pero la decisión tardó. La economía nacional, para entonces, estaba formalmente dolarizada, pues muchas transacciones ya se hacían en dólares. No se confiaba en el sucre. La dolarización era un clamor nacional,  no obstante existían ciertos líderes políticos y empresarios que se resistían a la medida por el debilitamiento que podía generar en el sector exportador y la pérdida de competitividad.

Pocos días antes de ser “derrocado” como dijo textualmente el ex presidente Mahuad, el 9 de enero de 2000 se expidió el decreto dolarizando la economía. Sin embargo, era demasiado tarde. En aquel momento, el decreto fue visto como una medida desesperada del Gobierno para sostenerse, lo que fue imposible. Cayó el 20 de enero siguiente. Once días después. El Titanic se había vuelto a hundir. La noche del 20 de enero del año 2000 la imagen del Ecuador post Mahuad era tenebrosa. El movimiento indígena se había tomado el Congreso y la foto del triunvirato Gutiérrez-Vargas-Solorzano dio la vuelta al mundo. Los diputados habían sido destituidos. Gracias a las Fuerzas Armadas, la institucionalidad se restableció a la mañana siguiente y se produjo la sucesión constitucional. Pero el Ecuador, dolarizado en teoría, había sido herido de muerte.

El primer decreto del presidente Gustavo Noboa Bejarano, luego de asumir el mando, fue ratificar la dolarización. Podía haber vuelto atrás, pero no lo hizo.  Con visión y decisión, decidió ir adelante.  Y las cosas, sin duda, no fueron fáciles. No estaba “la mesa servida” como para pensar que la dolarización iba a caminar suavemente debido a que la alfombra ya estaba tejida. Lo primero que había que hacer era aprovechar “el susto” de los legisladores, que habían regresado, contritos, a sus curules. Ese fue un momento, un tanto extraño en el país, en el cual los legisladores se volvieron responsables. No querían otro golpe de estado.

Debe haber sido una tarde de febrero del 2000 cuando el ex presidente Noboa me llamó a pedir que asista a una reunión con el alcalde de Guayaquil, León Febres Cordero; con el líder del PSC, abogado Jaime Nebot; y con el diputado Xavier Neira.

La reunión había sido organizada y coordinada por el Ing. Juan José Pons, a la época presidente del Congreso Nacional y tenía por objeto lograr un acuerdo para implementar el proceso de dolarización con los bloques del parlamento.

Pons era parte del numeroso bloque de la Democracia Popular. El acuerdo político era fundamental para implementar la dolarización y sacar al país de una crisis nunca antes vista. Sin él, era imposible salir adelante.  A nombre del Gobierno estuvimos el presidente Noboa, el abogado Jorge Guzmán, entonces Ministro de Finanzas, y yo, por entonces presidente del Conam. En aquella reunión de febrero se logró un acuerdo vital para la economía del país: el PSC y la DP respaldaron el proceso y comprometieron los votos -que eran bastantes- para que las leyes de la dolarización sean aprobadas, las que debían ser dos: una para la transformación económica del Ecuador (Trole 1) y otra para el fomento de la inversión (Trole 2) ya que sin inversión era difícil mantener el proceso.

La Trole 1 estaría bajo el liderazgo del Ministro de Finanzas Jorge Guzmán y debía aprobarse primero; y, la Trole 2 a cargo del Conam. Y así fue.

Gustavo Noboa, que durante el gobierno de Mahuad había estado a cargo de la reconstrucción de la costa ecuatoriana devastada por el Fenómeno de El Niño de 1997-1998 tema que manejó con notable eficiencia y pulcritud, había estado al margen de las duras decisiones económicas y financieras de 1999 y tuvo que llevar adelante el complejo proceso de aterrizar la dolarización en buena tierra.

Asustado o no, el Congreso aprobó la Trole 1, que se publicó en el Registro Oficial el 13 de marzo de 2000 contando así el país con la herramienta para hacerla realidad.  La Trole 2 se publicó el 18 de agosto del 2000 y no tuvo igual suerte. Fue dejada sin efecto en varias partes por el Tribunal Constitucional de la época por razones políticas. Pero la dolarización ya estaba encarrilada. Políticos y técnicos ecuatorianos lograron un acuerdo poco frecuente y el esquema monetario cambió para siempre, pues nadie en su sano juicio saldría hoy en día de la dolarización. En su sano juicio, naturalmente.

Valen estos apuntes para complementar algunas de las afirmaciones hechas por el ex presidente Mahuad en la entrevista que comento, pues sin el acuerdo político al que se llegó en aquel momento y sin el liderazgo de Gustavo Noboa no se hubiera podido concretar este difícil proceso. Por más esfuerzos que hayan hecho Domingo Cavallo y la Fundación Mediterránea.

El proceso de paz con el Perú empezó realmente con la victoria del Cenepa. Luego Bucaram alivió tensiones con Fujimori y Alarcón creó comisiones negociadoras. Lo concluyó, con éxito, Jamil Mahuad. Pero, sin duda fue un proceso. La paz con el Perú no hubiese existido sin Mahuad, probablemente. Del mismo modo, la dolarización no se puede explicar ni entender sin la participación del gobierno de Gustavo Noboa, que la ratificó, la reglamentó, la impulsó, la implementó y llevó adelante el masivo retiro del mercado de una moneda nacional de modo ordenado y eficiente. Una moneda por la cual hoy, muy pocos sienten nostalgia. 

Guayaquil 9 de Octubre del 2014. El Alcalde Jaime Nebot presidió la Sesión Solemne por los 194 años de Independencia de Guayaquil. En el acto se condecoró al expresidente Gustavo Noboa. Foto: Marcos Pin / API

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