
Rochester, Estados Unidos
Desde hace años, la pregunta me angustia.
Es que la tarea de responder a un mediocre no es tarea fácil.
Hay que hacer acopio de paciencia, de objetividad y de sangre dulce para devolver el golpe con hidalguía, porque casi siempre está dirigido a ofender, denostar y desvalorizar a la persona, ya que el responder con ideas y argumentos es para el impertinente una tarea de titanes.
Incapaz de responder con altura, de plantear sus razones o entablar un debate, se refugia entonces en el lodoso terreno de la injuria, del ataque personal, en donde se siente fuerte, gallardo y solvente. Es su modo de vida, de tal manera que todos los olores subterráneos y nauseabundos que emite no le causan mella.
Para el ofendido en cambio, es menester descender al albañal del mediocre para tratar de comprender las razones de la inquina gratuita que ha cosechado por pensar diferente.
Empieza entonces el cuestionamiento.
¿Será necesario responder la afrenta? ¿Valdrá la pena aclarar la calumnia?
¿Será mejor guardar silencio y dejar que el tiempo demuestre cual es la realidad?
Presumo que este es un ejercicio que hace todo personaje que expone sus criterios ante el respetable.
Más aún cuando se trata de una figura pública cuya credibilidad depende de la seriedad de sus asertos.
El mediocre lo sabe y por eso pretende golpear en los afectos, en lo humano, para arrastrarlo a sus territorios e intentar herirlo.
Para tamaña tarea únicamente es necesario el odio, cuya herramienta es la calumnia y el estiércol el resultado.
Una pizca de imaginación es a veces una ayuda invaluable para completar el desaguisado, que el mediocre presenta orgulloso ante su público para satisfacer su resentimiento.
Es el producto final de la fanesca de pasiones que le ayuda a vivir.
Una vez despejada su incógnita, pasa la tarea al agraviado para observar si logró su objetivo, como la pulga que pretende lastimar al leon.
Así que después de largo cavilar, la mejor respuesta es el silencio.
Deja al mediocre en ascuas, decepcionado porque su aguijón envenenado no fue suficiente para dañar al objetivo.
Tendrá que pensar mejor su próxima ofensa. O finalmente cambiar de presa.
Eso nos da tiempo a ambos para respirar.
