
Rochester, Estados Unidos
Ya aparecieron los agoreros, los que pretenden llenar de anatemas al nuevo gobernante antes que empiece su mandato, porque consideran que su opinión es irrelevante frente a sus prejuicios.
Fieles a su receta de odio, no toleran ningún diálogo, ningún acercamiento ni postura alguna que no sea la que ellos profesan.
No ha sido suficiente el fracaso del actual gobierno, el ridículo de la asamblea, la lucha intestina entre las autoridades.
Quieren más de lo mismo. Poco les importa el País. Lo que importa es que se imponga su tesis, la del desgobierno y el encono como receta diaria.
No cabe para ellos ni el pedido nacional de lograr acuerdos, ni la urgencia de enfrentar la crisis económica, ni la obligatoriedad de mejorar las condiciones de vida de la mayoría.
Se trata de imponer su agenda divisionista y de enfrentamiento, porque lucran de ella y de sus acólitos.
Dejen al menos que el gobierno se posesione, que explique sus motivos para tal o cual decisión, que pueda palpar desde adentro la magnitud de los problemas, en vez de emitir criterios y advertencias sin ton ni son.
Ni son parte del gobierno, ni son “voces autorizadas“ , ni siquiera son partidarios del próximo gobierno.
Lo que si son es camorreros profesionales, busca pleitos infinitos, resentidos sociales y aventureros de la política.
Los conocemos ya, y es por ello que solicitamos que le hagan un favor al país que dicen querer y obsequien su silencio a la opinión pública hasta tener herramientas válidas para emitir criterios.
A diario leemos hipótesis sin sustento, noticias falsas, críticas por minucias y elucubraciones delirantes sin firma de responsabilidad.
Háganle un favor al País y muérdanse la lengua. Lo peor que puede pasar es que se envenenen, lo cual sería muy doloroso para ellos pero muy sano para la esperanza.
Busquemos lo bueno, porque mucha falta nos hace. Dejemos a un lado las rencillas y los odios, pues en muy poco benefician a un Ecuador ávido de soluciones y de unión para recuperar la tranquilidad y el bienestar perdido por las malas artes de quienes hoy pretenden erigirse en salvadores del caos que crearon para su disfrute personal.
Hay una nueva generación al mando.
Démosles el beneficio de la duda, no la certidumbre de la maledicencia.
