Pobres criaturas: el espíritu de Mary Shelley no ha muerto

Esteban Ponce Tarré

Quito, Ecuador

En una de las escenas finales de la película Pobres Criaturas (Lánthimos, 2023), el apasionado Dr. McCandles (Ramy Youseff) comparte con Bella (Emma Stone) una reflexión: “Así como el cuerpo puede curarse de la enfermedad, así los hombres y las mujeres pueden curarse de los prejuicios”. Esta película, una revisión de Frankenstein o el moderno Prometeo, el clásico universal, ofrece una perspectiva moderna y actual del relato.

Sorprendentemente pocos conocen que Mary Shelley, la genial autora de la novela, fue hija de Mary Wollstonecraft, la creadora de Vindicación de los derechos de la mujer. Es notable que Shelley haya dejado su huella literaria durante una parte de la época victoriana, un período profundamente impregnado de prejuicios, en Inglaterra y en todo el mundo.

Fritz Lang, en su obra cinematográfica maestra Metropolis (1927), recreó con destreza la historia del demiurgo que utiliza la ciencia para tratar de emular a Dios, proposición base de la novela de Shelley. Sin embargo, la contribución de James Whale con Frankenstein (1931), posiblemente la versión para la pantalla grande más popular de la novela, tuvo un impacto diferente. Aunque icónico, el filme contribuyó a caricaturizar la historia del monstruo, despojándole de su sentido filosófico y poético. De hecho, esta interpretación simple amplificó los prejuicios asociados al relato original, distorsionando su esencia y desviando el mensaje que Shelley trató de transmitir.

¿No es la imagen de Frankenstein una manifestación en contra de los prejuicios engendrados por la dictadura estética impuesta por la sociedad? ¿No representa la moral científica una rebeldía frente a la moral religiosa? ¿No fue Mary Shelley una mujer que desafió las imposiciones de su propia época? La película de Lánthimos responde de manera contundente a estas preguntas y se erige como una adaptación que captura de cerca el espíritu de la novela de la escritora inglesa.

Al observar las acciones de Bella, magistralmente interpretada por Stone, se evidencia cómo las protestas de la escritora persisten, manteniéndose vivas y renovadas a lo largo del tiempo. Basándose en Poor Things, el libro homenaje a las novelas góticas de Alasdair Gray, el filme ilustra cómo los ideales y la lucha contra los prejuicios de Mary Shelley continúan resonando en la contemporaneidad.

Pobres Criaturas se enriquece al incorporar elementos de obras clásicas que utilizan la monstruosidad para señalar prejuicios e injusticias sociales. La conexión con la obra de Shelley, donde el monstruo simboliza la soledad de una mujer autora en un entorno plagado de prejuicios, resalta la perspicacia del filme. Dentro de este contexto, se plantea la figura de la  mujer dedicada al pensamiento como un ser híbrido, creado por retazos de ideas preconcebidas por hombres. Este enfoque proporciona una perspectiva sobre la posición de las mujeres y cómo su creatividad fue percibida como algo monstruoso y deforme, en un entramado cultural que limitaba los roles femeninos.

Adicionalmente, en la obra de Lánthimos, se palpa la influencia de Freaks (1932), la película de culto de Tod Browning, ya que se invierten roles tradicionales: los anómalos son humanos, mientras que los normales son monstruos. Esta premisa, alineada con las reflexiones de Mary Shelley hace más de 200 años, resalta la atemporalidad de los temas sobre la naturaleza humana. De ahí que la intertextualidad entre Pobres Criaturas y obras de la literatura y el cine ofrezca una experiencia rica en capas, explorando temas sociales y culturales persistentes.

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