Guayaquil, Ecuador
Estimado Señor Ministro,
Lo que sucedió el pasado viernes 13 es un golpe directo a la democracia. En medio de la crisis energética que tanto afecta a los ecuatorianos, su intervención en un programa de radio fue un despliegue de autoritarismo que no podemos ignorar. Interrumpió a los gritos y acusó al tertuliano invitado de mentir. Pero también, dejó entrever que usted se considera con la autoridad para decidir qué es verdad y qué no en los medios de comunicación.
Usted no tiene el derecho de controlar lo que se dice en los medios. Quienes hemos hecho activismo de ideas por más de 10 años hemos luchado arduamente para que la libertad de expresión vuelva a ser un derecho inalienable en este país. Su comportamiento amenaza ese pilar fundamental. La libertad de prensa no es negociable, y cualquier intento de amedrentarla sienta un peligroso precedente. No solo irrumpió con una actitud intimidante, sino que también afirmó que no permitirá la difusión de «mentiras». Pero, ¿quién le ha dado esa potestad? La verdad no se impone a gritos ni con amenazas.
Le escribo públicamente porque creo que todavía hay espacio para la reflexión y la corrección. Usted ha sido designado para servir a los ciudadanos, no para controlarlos. Como Ministro de Gobierno, tiene una responsabilidad crucial: mantener la compostura, promover el diálogo y respetar el derecho de los medios de comunicación a cuestionar al poder. El episodio de hace unos días muestra, lamentablemente, una falta de autocontrol que no es compatible con las exigencias de su cargo.
El contraste con sus recientes esfuerzos por “tender puentes” con la prensa no podría ser más evidente. Días antes de este incidente, convocó a más de 50 periodistas al Palacio de Carondelet con la intención de mejorar las relaciones entre el gobierno y los medios. Pero su irrupción radial no solo contradice ese esfuerzo, sino que prácticamente lo destruye. ¿Cómo espera que los ciudadanos confíen en el gobierno si lo primero que hacen sus más altos funcionarios es gritar e intimidar?
Además, su intervención en un tema energético que claramente no es de su competencia solo agrava la situación. Como funcionario público, es esencial que sepa cuándo y cómo intervenir. La arrogancia con la que actuó revela una desconexión preocupante con la realidad que enfrentan los ciudadanos de a pie. No necesitamos ministros que se nieguen los problemas reales, como los cortes de luz que los técnicos ya habían advertido. Necesitamos transparencia y soluciones efectivas.
El poder no debe ejercerse con prepotencia. Las comparaciones con sus intervenciones previas muestran un cambio notable en su comportamiento, alejándose de la humildad que debería caracterizar a un servidor público. Este es el momento de rectificar, de retomar el camino del diálogo, de aceptar la crítica como una parte esencial de la democracia y de ejercer un liderazgo respetuoso.
El Nuevo Ecuador debe garantizar que la libertad de prensa esté protegida, permitiendo que los medios cumplan su rol de vigilar al poder sin temor a represalias. Lo que usted hizo es inadmisible, pero también es una oportunidad para reflexionar sobre su rol como ministro y la importancia de defender la libertad de expresión. La crítica no es un enemigo, es una herramienta para mejorar. Si no está dispuesto a aceptarla, tal vez no está preparado para soportar las presiones del cargo que ostenta.
Usted sabe muy bien que el futuro de la democracia en Ecuador está en juego. Hoy le pido que reflexione y que, en adelante, su comportamiento esté a la altura de su cargo. Nunca lo olvide: la libertad de expresión no es negociable.
Atentamente,
Un ciudadano común