Miami, Estados Unidos
Lamento verme obligado a escribir nuevamente sobre el inmortal presidio político cubano, la mejor y más gloriosa constancia —después del paredón de fusilamiento, muertos en combate y desaparecidos— de que un amplio sector de nuestro pueblo se niega a vivir bajo el totalitarismo.
Miguel Díaz Bauzá es un ejemplo digno de la afirmación de Jose Martí: “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres”. Y es que estando fuera de Cuba, lejos de la traumática experiencia de vivir bajo la opresión, decidió, junto a un grupo de compañeros, partir para la Isla para llevarle a sus compatriotas la libertad, organizando un levantamiento armado contra la dictadura de Fidel Castro.
Es justo decirlo porque honrar honra. Muchos han sido los exiliados cubanos que abandonaron una vida en familia y bienes, arriesgándolo todo al desembarcar en Cuba para cumplir con su deber de luchar por la libertad y la dignidad humana. El heroísmo no ha faltado, como afirma el escritor y ex preso político Jose Antonio Albertini.
Díaz Bauzá desembarcó por las costas de Caibarién el 15 de octubre de 1994, junto al mártir de la patria Armando Sosa Fortuny, muerto en prisión después de cumplir 44 años en dos periodos. Sosa Fortuny ingresó a Cuba dos veces clandestinamente, en 1960 y 1994, y falleció en 2019.
Los acompañaban Humberto Eladio Real Suarez, 29 años tras las rejas, y los también ex prisioneros políticos Jesús Rojas Pineda, José Ramón Falcón Gómez, Pedro Visao Peña y Lázaro González Caraballo.
El totalitarismo castrista acumula una maldad carcelaria que no conoce paralelo en nuestro hemisferio. Las condiciones de vida de los prisioneros políticos son inhumanas, la de los encarcelados por delito común no son mejores.
El número de personas que han cumplido más de 20 años presos en condiciones brutales es asombroso, con un Mario Chanes de Armas que llegó a los 30 años, hoy superado por Díaz Bauzá, que arribó a más de 30 años con sus dos condenas, una figura inventada por las autoridades carcelarias cubanas para tratar de destruir la dignidad de estos valientes.
Muchos presos cumplieron su sentencia enfrentando año tras año los actos represivos de los esbirros y retando a las autoridades, por lo que cuando llegó el día de su excarcelación no fueron liberados, debiendo cumplir meses y hasta años de cárcel por disposición administrativa del Ministerio del Interior, por caprichos de un jerarca o en un juicio tan espurio e injusto como todos los que efectúa la dictadura. Estos reclusos, empezaron a ser conocidos entre sus compañeros como los “recondenados”.
El régimen no podía soportar la conducta rebelde de numerosos hombres y mujeres, así que, irrespetando sus propias leyes, los “recondenaban”.
Es inaceptable que Díaz Bauzá, 81 años, haya cumplido 30 años de cárcel y siga preso. No debemos callar ante tanta crueldad y debemos denunciar el falso pretexto de una nueva sentencia de 25 años, por haber participado en una revuelta en una de las tantas ergástulas de la tiranía.
Los que lo conocen afirman que es un hombre de honor con un profundo sentido de la justicia. Ángel de Fana, ex preso político por 20 años, con quien habla con relativa frecuencia, dice que el prisionero no está dispuesto a hacer concesiones de ninguna especie para salir de la cárcel, a pesar de las décadas transcurridas y su precaria condición de salud, razón por la cual hay que enviarle medicinas desde el exterior.
Díaz Bauzá, es una de las personas que más tiempo ha estado en prisión por motivos políticos en el continente, una dolorosa distinción que la dictadura totalitaria pretende extender hasta 2032, lo que le haría cumplir 38 años de cárcel. La conducta de la dictadura cubana contra Miguel Díaz Bauzá es la reiteración de la maldad, de la injusticia y el abuso del poder absoluto en contra de quienes quieren libertad y derechos ciudadanos en la Isla.
La perversión del régimen cubano no tiene igual. La miseria y la violación de los derechos ciudadanos reina de un extremo a otro de la Isla. Las crisis se suceden una tras otra en estas seis y media largas décadas con una severa afectación a la ciudadanía.