
Guayaquil, Ecuador
Las Fuerzas Armadas no pueden ser árbitros de las contiendas políticas. La Constitución prevé los mecanismos legales y las instituciones que tienen la obligación de hacer respetar la ley de leyes que es la Constitución.
Las Fuerzas Armadas ecuatorianas han demostrado su apego estricto a la Constitución y a la democracia. Los militares deben estar alejados de los intereses políticos y sus mandos deben cumplir con sus misiones que están claramente establecidas en la Constitución.
Los militares no deben convertirse en instrumento de aventureros que “en las crisis de la política interna suelen buscar el apoyo de los militares con la vista puesta exclusivamente en sus intereses”. Por lo tanto, las Fuerzas Armadas deben situarse por encima de estos conflictos partidistas y evitar, por todos los medios, que la Institución se politice, conduciéndola a una acción disociadora y peligrosa para el cumplimiento de su sagrada misión; eso sí, subordinada al poder político elegido por la legítima voluntad soberana del pueblo.
Cabe señalar que el marginamiento obligado de la militancia política por parte de sus miembros, no debe interpretarse en el sentido de que el militar permanezca ajeno a la situación económica-social del pueblo. El militar no puede ignorar la situación política de su patria, debe estar atento a las peligrosas maniobras de ciertos enemigos de la democracia que pretenden desestabilizar el orden constituido, la paz social, las libertades y las tradiciones históricas del país. El militar tiene el derecho y la obligación de estar permanentemente atento a lo que suceda en su patria, máxime que la Constitución dispone que las Fuerzas Armadas son una institución de protección de los derechos, libertades y garantías de los ciudadanos.
Es oportuno transcribir unos cuantos fragmentos de los discursos que diera en los cuarteles militares el ilustre estadista José María Velasco Ibarra y que se publicaron en el libro “Misión y Esencia de las Fuerzas Armadas”:
“…tenemos que fortalecer la pujanza militar, la virilidad militar; no para conquistar, no para subyugar la libertad, sino para defender a la Patria y para clavar en las cumbres ecuatorianas las normas de libertad sincera, de la democracia austera y fecunda.”
“El Ejército ecuatoriano está por encima de los partidos políticos, está al margen de los partidos políticos, no será jamás obstáculo para que se definan las corrientes cívicas y políticas en el futuro de la república, pero sólo una cosa sí impondrá: que ninguna fuerza política pretenda amenguar, rebajar, disminuir a las Fuerzas Armadas ecuatorianas, porque las Fuerzas Armadas ecuatorianas no son asunto de juego, no son asunto de pasión, ni asunto de convencionalismos políticos, ni de ambiciones sin fundamento ni base; las Fuerzas Armadas ecuatorianas son la raíz misma de la Patria, su brazo, su columna vertebral de la república, su muralla moral; (…)”.
No hay que olvidar que las Fuerzas Armadas se deben a la nación, a su pueblo y como “garantes del orden constituido”, aunque esa misión fue borrada en la actual Constitución, seguirán fieles a su vocación democrática.
