La Asamblea y otros peligros

Alberto Molina Flores

Guayaquil, Ecuador

El Honorable Congreso Nacional y los Honorables Diputados, quedaros para la historia; la palabra “Honorable” en la Asamblea actual está proscrita. Hay unos pocos asambleístas que llegaron a la legislatura a cumplir con sus responsabilidades y con la firme convicción de que iban a legislar y a fiscalizar sin otro compromiso que no sea con los más altos intereses de la patria; desgraciadamente, para la gran mayoría, ganar una curul en la Asamblea Nacional resulta un gran negocio.

La venta del voto y el chantaje se ha convertido en moneda corriente.

Dirán que antes hubo de todo, pugnas, pactos, insultos, cenicerazos, puñetes y hasta bala; pero igual, hubo tribunos, verdaderos referentes del quehacer ético de la política, se los recuerda con admiración y respeto. Los Congresos de antaño, jamás llegaron a la degradación del actual, sin ahondar en detalles que son harto conocidos, simplemente me referiré a que la aceptación ciudadana de la Asamblea Nacional es mínima y la credibilidad de la palabra de los asambleístas, ni se diga.

Del total de los 137 asambleístas, 104 están legalmente en posibilidades de ser reelegidos ¿cuántos asambleístas tienen el descaro de pedir el voto para ser reelegidos?

Aparte de la pandemia del coronavirus, tenemos otras mucho más terribles, las pandemias de la corrupción y la impunidad; a esto se suma, el narcotráfico y aparejado a este, la violencia criminal de grandes proporciones. Frente a estas amenazas, el Ecuador tiene capacidades limitadas, razón suficiente para acudir a la ayuda de  organismos internacionales como la ONU, la OEA y exigir a países que tienen recursos y una alta tecnología, como los Estados Unidos y gran parte de la Unión Europea como corresponsables, ya que son los principales demandantes de la droga.

Todos estos males no aparecieron por generación espontánea. Para refrescar nuestra frágil memoria, recordemos que en el gobierno de Rafael Correa, el país estuvo en total indefensión; debilitadas las Fuerzas Armadas, Policía Nacional y sin radares; las avionetas de los narcotraficantes, especialmente de los carteles mexicanos, entraban y salían de nuestro país a su entera libertad.

Después del ataque de Colombia, el 1 de marzo de 2008, al destacamento de las FARC en nuestro territorio (Angostura), en la provincia de Sucumbíos, en que fue abatido alias “Raúl Reyes”, y una veintena de subversivos, Correa desmanteló los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, acusándolos de estar al servicio de la CIA norteamericana.

Existen los testimonios, en videos, de varios cabecillas de la narcoguerrilla de las FARC que fueron abatidos, en los que declaran haber aportado económicamente a la campaña electoral del entonces candidato Rafael Correa.

¡Ah!, no nos olvidemos del lavado de los narcodólares, en estos tiempos de campañas electorales, el peligro es que pueden ser financiadas por ese dinero sucio. El control de esta latente amenaza, recae principalmente en el Consejo Nacional Electoral (CNE), en la Unidad de Análisis Financiero y Económico (UAFE), Servicio de Rentas Internas (SRI), Contraloría, etc.

Presentación de bailarinas de tecnocumbia en la Asamblea Nacional. 2024.

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