
Guayaquil, Ecuador
Recuerdo con claridad cuando escuché por primera vez: “Si queremos que nuestras ideas sean las ideas del mundo, tomémonos el mundo de las ideas”. Esta frase, que sin ser literal se atribuía al pensador italiano marxista Antonio Gramsci tenía una fuerza y una lógica devastadora.
Ahora bien, no soy izquierda y mucho menos marxista. Antes de que te formes una idea equivocada sobre mí, te confesaré que me considero libertario, soy economista y enemigo declarado del socialismo del siglo 21. Sin embargo, empiezo esta reflexión con la frase de Gramsci, puesto que más allá de estar equivocado en su visión política del mundo, en lo que no se equivocaba en absoluto era en la importancia y el poder de las ideas y en que para llegar y mantenerse en el poder era necesario tomar “ese mundo”.
Hasta ahí amigos, lo expuesto parece solo un relato interesante. Sin embargo, en la práctica implicó que Gramsci sugiriera a los socialistas de su tiempo tomarse el mundo de la educación para desde allí promover su visión política del mundo. Con esto en mente, los socialistas del pasado tuvieron claro que para dominar el mundo de las ideas debían tomarse el mundo de la educación. Una vez identificado el objetivo, educaron a nuestros profesores, a nuestros periodistas, a nuestros economistas, a los abogados… en fin, a todos “nosotros”. ¿No me crees?
¿Por qué razón la UNE (Unión Nacional de Educadores en Ecuador) era marxista hasta la médula? ¿Por qué razón nuestros periodistas son más afectos a las ideas de izquierda? Un ejemplo de esto es que en el programa Políticamente correcto de Ecuavisa del fin de semana anterior se discutía “si Ecuador vivía un progresismo de ficción”. Lo que supone que de vivir un “progresismo real” estaríamos ante algo “indiscutiblemente bueno”.
Mi estimado lector, se tomaron el mundo de la educación, las letras, el derecho, la economía, el periodismo y todo lo que se les puso por delante. Porque ellos sí tenían clara la idea de que para “tomarse el mundo” debían “tomar el mundo de las ideas”. Dicho esto, solo basta recordarte —y confieso que yo también he pecado— que todos hemos cantado más de una vez las canciones de Sui Géneris, Silvio Rodríguez o Los Prisioneros de Chile.
Termino estas líneas contándote lo siguiente: así fue como la izquierda educó a la derecha, dando como resultado que todos sean —ahí no me incluyo— hasta que se demuestre lo contrario un poco zurdos. Esto explica por qué nuestros políticos no discuten la moralidad de las ideas socialistas cuando son claramente inmorales, además de fabricadoras de miseria. También explica por qué “los derechos del trabajador” no se tocan ni con el pétalo de una rosa al punto de considerarlos “intangibles”.
Sin embargo, de la misma forma en que lograron que Ecuador se empobreciera de forma sistemática con estas ideas, podemos revertir el proceso con las ideas contrarias, aquellas que sí conducen a la prosperidad. Tomemos nosotros el mundo de las ideas y nuestras ideas serán las ideas del mundo.
Seguimos conversando.