Jorge Morocho: Juegos de luces en el Polo Sur

Obra de Jorge Morocho

Guayaquil.-El Museo Antropológico de Arte Contemporáneo Maac presenta en la Sala Temporal la exposición “El primer animal visible” del artista guayaquileño Jorge Morocho  hasta el 12 de octubre. Entrada libre.

La Expedición Terra Nova (1910-1913), oficialmente conocida como la British Antarctic Expedition 1910, fue la tercera de las exploraciones británicas en la Antártida durante el siglo XX y una de las más significativas de la edad heroica de la exploración de este continente. El nombre popular de la expedición proviene del nombre del barco que Scott y sus hombres emplearon para llegar hasta el continente antártico.

La expedición estuvo liderada por Robert Falcon Scott, un experimentado explorador, capitán de la Marina Real Británica y que previamente había dirigido una expedición similar a esta tierra helada, la conocida como expedición Discovery, entre 1901 y 1904. El objetivo principal de la expedición, tal y como había expresado Scott, era «alcanzar el Polo Sur y asegurar al Imperio Británico el honor de la proeza». Sin embargo, la expedición tenía otros objetivos más allá de la conquista polar, tales como la investigación científica y la exploración geográfica. Existen distintas opiniones sobre las causas que contribuyeron al desastre final de la expedición de Scott, así como controversias sobre su organización, siendo una de ellas el grado de responsabilidad del capitán Scott en su fatal desenlace.

LR: ¿Porqué decidistes hacer una exposición sobre la expedición Terra Nova?
Jorge Morocho

JM: «Mi proceso funciona recopilando información primero de lo que veo diariamente, de los documentos que me interesan, mi propuesta artístico-poética toma forma a partir de que yo me relaciono con los documentos y yo creo que una de las cuestiones interesante para mí como pintor y como videoasta, es el peso que tiene la luz, cómo, de alguna manera afecta la luz a mis relaciones con el documento. No sólo la luz presente en el documento, sino la luz que choca con el documento y lo transforma en otra cosa desde la contingencia desde donde la recreo. Y este contraste que se genera entre el tiempo pasado filmado del documento  y y el tiempo recreado presente, prolongado, el de la pintura, del video, a través de cortar, achicar, alargar, me parece importante porque creo que resignifica y de alguna manera nos acerca a experiencias tan lejanas como las del Polo Sur.

Yo puedo saber del color del Polo Sur a través de las imágenes que tengo de él, que es un lugar completamente lejano. Creo que la mayor parte de las personas hoy en día se acercan a la mayor parte de las experiencias de manera bastante distante a través de la pantalla de vidrio de la computadora. Y, de alguna manera, una exposición como ésta me interesa, porque puedo someter estas experiencias lejanas a mi proceso de individualización».

Jorge Aycart, curador de la muestra dice: «Entre el monte Hope, descubierto el 3 de diciembre de 1908 por Ernest Shackleton; el barco Terranova, dirigido por el capitán Robert Falcon Scott; y el gato Nigger, que salta y falla 6 veces; en plena caída del ojo, Luc Tuymans ayudó a que la visión, desde la pintura, se aniquile (visión totalizadora). Una vez más la interrogación es el motor principal que moviliza el carácter inquietante y lúcido de imágenes ya vistas y todavía ciegas. Imágenes que fluyen, y que nos obligan a detenernos, a estudiarlas a través de una reescritura constante.

André Bazin obsesionado con la espera y el plano-secuencia; Nanouk y la paciencia; la muerte y el mar. Fragmentos de rostros, una risa, una despedida, un peluquero, un brote de piojos. Por ahora son evidencias, documentos e inmediatamente, ¡ahora!, es un sepia amplio que redefine la piel en un nuevo paisaje. Herbert Ponting, contratado para registrar la larga expedición, confirmó que la máquina exponía fantasmas, y de ese modo descubrió lo que sería el nombre de aquella película, “El eterno silencio blanco”.

«La luz sobre la montaña. Los perros y los póneys, de ellos no quedó nada. Fracaso rotundo, la expedición. Únicamente quedaba la contemplación, y de ella, esta obsesión que repite la imagen, dando en cada una de esas repeticiones el detalle de pequeños contrastes, diminutos universos que un color centrado en la evolución de lo luminoso a lo sombrío plantea. Francis Ponge lo intuía de este modo: “Para una sola cosa, son posibles mil ‘composiciones de cualidades lógicas’. (Y por consiguiente mil sentimientos, mil morales, mil vicios y virtudes para el hombre, mil políticas, etc.)”.

(F)

María Rosa Jurado, fotos larepublica.ec

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