Reseña: «Ghostbusters» le gana a la misoginia

La química eléctrica y fácil entre las cuatro protagonistas del «Ghostbusters» («Cazafantasmas») de Paul Feig sirve como un cortafuegos contra lo supernatural y lo adolescente para lograr un relanzamiento animado del filme original de 1984.

Los espíritus malignos y comentaristas anónimos en internet, que se apresuraron a descalificar el filme antes de verlo, comparten muchas características. Ambos babearán y desaparecerán rápidamente cuando se enciendan las luces. El «Ghostbusters» de Feig, que se estrena el 15 de julio en Estados Unidos, no le teme a ninguno de ellos.

¿Por qué habría de hacerlo? Cuenta con la mejor actriz cómica de la década, Melissa McCarthy, con la ingeniosamente torpe Kristen Wiig, la destacada Kate McKinnon de «Saturday Night Live» y la revelación de la pantalla grande Leslie Jones, el arma secreta de la película.

Su «Ghostbusters» hace algunos guiños al alboroto que siguió a la noticia de que sería protagonizado por mujeres, pero sigue mayormente adelante, demasiado ocupada en ser divertida como para preocuparse por detractores misóginos. Sí presta mucha atención, empero, a calmar a los seguidores de «Ghostbusters» con imágenes familiares de los dos filmes originales.

Puedo decir con orgullo que crecí viendo las comedias de Bill Murray, pero el rechazo de muchos a un remake de «Ghostbusters» me resulta difícil de comprender. El «Ghostbusters» de Ivan Reitman, tan entretenido como impávido era bueno, sí, pero tampoco era un terreno santo e intocable. Ya tuvo una secuela mediocre, después de todo.

En esta nueva película la emblemática ambulancia de los Cazafantasmas fue cambiada por una carroza fúnebre prestada y hay cameos de los astros originales (a excepción de Harold Ramis, quien murió en 2014) que lucen poco forzados. El equipo, una vez armado, se enfrenta a la carísima renta de la estación de bomberos original, y decide reubicarse en el Barrio Chino, arriba de un puesto de comida. En general la imagen que presenta la película de Nueva York es refrescante y auténtica.

Tras una aparición de un fantasma al comienzo de la película (con un excelente Zach Woods) y los momentos en los que suena la música original de Ray Parker Jr., los guionistas Feig y Katie Dippold reúnen al cuarteto de Cazafantasmas.

Wiig es una profesora de física que trata de dar clases en la Universidad de Columbia pero que sufre por su creencia en lo paranormal. Abby (McCarthy, con una buena actuación pero algo restringida), hace buena dupla con su colega Jillian (McKinnon). McKinnon es como una llamarada para la película.

Jones, quien interpreta a una trabajadora del metro, podría haber sido la actriz más alocada dadas sus actuaciones en «SNL», pero su personaje es impresionantemente bien centrado. Es la mejor del cuarteto, aunque Feig no le da mucho que hacer al final de la película.

Murray, Ramis, y el resto de los Cazafantasmas originales lograban hacer reír cuando nada estaba pasando, sin que pareciera forzado, pero la película de Feig no da esa sensación de que «todo es posible» y sufre por ello. Me habría encantado que dejara realmente libre a su talentoso elenco.

Los enemigos de la película son los costosos efectos especiales; le quitan el aire. De alguna manera esta «Ghostbusters», con un final inflado con animación computarizada en Times Square, vence con sus poderes un espectro del espectador de Hollywood — el sexismo — al tiempo que es reprimida por otro espectro: la fuerza de las franquicias.

A pesar de esto, la solidaridad espontánea y graciosa de las cuatro protagonistas gana al final, incluso aunque Feig parece más tímido que en «Bridesmaids», «The Heat» o «Spy». Chris Hemsworth, en el papel de un despistado secretario, es el giro más ingenioso de estereotipos: es el chico lindo de la oficina.

Da un poco la sensación de que esta «Ghostbusters» fue una prueba cultural que reprobamos. La película de Feig podría ser un hito feminista, una vieja película comercial cuyas riendas son tomadas por mujeres, algo que debió haber pasado hace mucho tiempo y habría generado menos escándalo. Pero a la vez es simplemente un deleite que culmina con cuatro mujeres graciosas disparándole a un monstruo en las bolas.

«Ghostbusters» de Columbia Pictures tiene una clasificación PG-13 en Estados Unidos, con cierto material inapropiado para menores de 13 años por su «acción supernatural y humor crudo». The Associated Press le da tres estrellas de cuatro. (E)

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