Papa evitará exhibir el sufrimiento de antecesor

CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Siendo el más cercano de sus confidentes, el cardenal Joseph Ratzinger observó muy de cerca cómo la salud del papa Juan Pablo II, quien fuera un atleta robusto en sus mejores años, se deterioró públicamente en sus últimos años de vida.

Juan Pablo II, agobiado por la enfermedad de Parkinson y paralizantes afecciones de cadera, ya no podía caminar ni hablar al acercarse su muerte en 2005, a la edad de 84 años, un panorama de sufrimiento que no sólo conmovió a los feligreses sino que presentó una visión perturbadora de la fragilidad papal.

El viacrucis físico también distrajo a Juan Pablo II de los retos que estaba enfrentando la Iglesia, como el escándalo mundial de abusos sexuales por parte de sacerdotes.

Ratzinger, quien fue elegido como papa Benedicto XVI, fue a los 78 años el pontífice de más edad en 300 años de la Iglesia. Con su renuncia, está claro que ha buscado evitarle al Vaticano otro fin agónico papal y, en el proceso, quizá ayudar a la Iglesia a mantener el paso de la realidad de la medicina contemporánea.

En su anuncio, Benedicto XVI dijo que su fortaleza se ha deteriorado en los últimos meses «de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado».

En la Iglesia católica apostólica romana, los obispos son obligados a renunciar a la edad de 75 años y los cardenales, después de los 80 años, tienen prohibido votar en un cónclave para elegir a un nuevo Papa.

Sólo a los Papas se les permite regir hasta su fallecimiento. Ahora, esta renuncia papal, la primera en 600 años, podría ayudar a establecer un precedente moderno que asegure que los pontífices, al igual que otros líderes con responsabilidades agobiantes, tengan el vigor físico y mental para realizar su trabajo.

El cardenal de París Andre Vingt-Trois dijo que Benedicto XVI «rompió un tabú».

«Rompió con varios siglos de práctica», comentó el cardenal, «y expresó el punto de vista de que no sólo es legítimo sino probablemente útil que un Papa renuncie y se retire de sus tareas».

«En cualquier caso, es un acto liberador para el futuro… Para el siglo por venir, pienso que ninguno de los sucesores de Benedicto XVI se sentirá obligado moralmente a permanecer hasta su muerte», agregó el prelado francés.

El cardenal de Milán, Angelo Scola, considerado uno de los principales candidatos para suceder a Benedicto XVI, apoyó ese punto de vista. «Es, como él dijo, para el bien de la Iglesia», afirmó Scola, aunque con 71 años de edad, él, también, sería un Papa anciano si es elegido.

La decisión de Benedicto XVI es menos sorpresiva si se revisa su pensamiento.

En 2004, el entonces cardenal Ratzinger dijo que no descartaría un límite de tiempo en el futuro. En una entrevista con una revista italiana de asuntos religiosos, comentó que a medida que la gente vive más tiempo, «uno también podría considerar nuevas normas».

En una entrevista en 2010 con el periodista alemán Peter Sewald, Benedicto XVI tomó una postura clara sobre si un Papa podría renunciar.

«Sí. Si un Papa se da cuenta claramente que ya no es capaz física, psicológica y espiritualmente de manejar las tareas de su oficina, entonces él tiene un derecho y, bajo algunas circunstancias, también una obligación de renunciar», dijo Benedicto XVI.

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