Nepotismo

Por Damián Monroy
Manta, Ecuador

Según el diccionario en línea de la Universidad de Oxford, nepotismo es la práctica entre aquellos con poder o influencia, de favorecer a sus parientes y amigos mediante la entrega de cargos o trabajos. Otros diccionarios lo describen como la desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos.

Los primeros hombres públicos que practicaron el nepotismo habrían sido los papas, quienes buscaban favorecer a sus nipoti o nietos -hijos clandestinos según algunos relatos- con cargos de importancia para la época. Ahí están por ejemplo, las historias del cardenal catalán Alonso de Borja, investido como Papa Calixto -el listo- III luego de la muerte del Papa Nicolás V. Calixto habría nombrado como cardenales a dos de sus nietos y como comandante de las tropas papales a otro de ellos. Pero uno de los que más cargos repartió entre sus nietos parecería ser el cardenal Francesco Della Rovere (Papa Sixto IV), de quien se dice favoreció a 15 de sus nietecillos con varios puestos, entre los que se cuentan cardenales, delegados ante la corte papal y hasta la señoría de la ciudad italiana de Imola, concedida como dote en favor de Girolamo Riario.

Un artículo publicado en la revista Forbes en el año 2009 aborda el tema del nepotismo en el mundo de los negocios, preguntándose si es en realidad tan malo como lo pintan. El autor empieza por reconocer que en aquella revista no tienen problema con el traspaso de cargos directivos entre miembros de una misma familia, y revela que la publicación ha estado en manos de la familia Forbes por tres generaciones, también reconoce que él mismo es nieto de un ex editor jefe de la revista.

Mantener los cargos directivos dentro del núcleo familiar es, casi siempre, la primera alternativa en aquellos negocios cuya propiedad está dominada por miembros del mismo linaje. Pero los negocios familiares que no tienen un plan de sucesión elaborado profesionalmente, pasan por períodos de inestabilidad cuando el fundador transfiere el poder a sus sucesores. Incluso un alto porcentaje de estos negocios no sobreviven a la segunda generación, muchas veces por causa de la improvisación de los herederos. Al otro lado del espectro están aquellas empresas de capital abierto, que por normas de buen gobierno corporativo, están obligadas a tener un plan de sucesión que privilegie la supervivencia del negocio por encima de cualquier otra consideración, incluyendo el apellido del fundador.

Pero vamos entrando ahora sí en la parte más caliente del tema. El nepotismo en la administración pública no es aceptado en regímenes democráticos y la normativa legal de esos estados suele imponer prohibiciones y determinar sanciones para esta práctica, que es identificada de forma unánime como corrupción. Veamos por ejemplo lo que dice nuestra legislación al respecto. Desde junio del 2005 hasta septiembre del año 2010, la Ley Orgánica del Servicio Civil y Carrera Administrativa -que de hecho tenía un nombre mucho más largo y burocrático- establecía en la parte que nos compete analizar ahora, lo siguiente:

El nepotismo “es el acto ilegal ejecutado por un dignatario, autoridad o funcionario, en la designación, nombramiento o contratación en un puesto o cargo público, hecha dentro de la misma función del Estado, institución, entidad u organismo que representa o ejerce su servicio a la colectividad, a favor del cónyuge, del conviviente en unión de hecho, de sus parientes comprendidos hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad.”

Quienes no somos abogados necesitamos una pequeña aclaración aquí: Los parientes hasta el cuarto grado de consanguinidad son los primos hermanos, y los de segundo grado de afinidad son los cuñados.

Veamos ahora lo que establece la nueva Ley Orgánica del Servicio Público, publicada en el Registro Oficial del 6 de octubre del 2010 -que por cierto, es la famosa ley que originó el levantamiento policial del día 30 de septiembre, y no por este tema en particular- Aquí va:

“Se prohíbe a toda autoridad nominadora, designar, nombrar, posesionar y/o contratar en la misma entidad, institución, organismo o persona jurídica, de las señaladas en el artículo 3 de esta Ley, a sus parientes comprendidos hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad, a su cónyuge o con quien mantenga unión de hecho.”

Yo puedo observar algunas diferencias entre las dos normas, diferencias muy sutiles que a simple vista pueden pasar desapercibidas. En la ley actual se introduce la figura de la “autoridad nominadora” en reemplazo de una descripción más general para identificar al funcionario cabeza de cualquier institución pública o función del estado, descripción que constaba claramente en la norma anterior, y ya no se menciona que cometería un acto ilegal quien contrate a sus parientes dentro de la misma función o institución a la que representa o donde ejerce sus funciones, sino que sería nepotismo solo si quien contrata a sus parientes es aquella persona que ejerza la función de autoridad nominadora.

Cabe resaltar un dato aún más importante, la ley anterior mencionaba que un dignatario que contrataba a sus parientes dentro de la función del estado en la que presta servicio incurría en nepotismo, la ley actual ya no menciona en forma expresa a los dignatarios en ese artículo. Les recuerdo que los dignatarios son las personas elegidas por votación popular para ejercer un cargo por un período determinado. Entiéndase: Presidente, Vicepresidente, Alcaldes, Asambleístas, entre otros.

Si no existe alguna otra disposición que determine quién puede o debe ser aquella autoridad nominadora -yo no he podido encontrar ninguna-, bien podría pensarse que un Calixto del Siglo XXI puede contratar a todos los parientes que se le antoje sin cometer un acto ilegal, para lo cual solo bastaría que tenga mucho cuidado de no ser él la autoridad nominadora, y listo. Eso de no ser la autoridad nominadora bien se podría conseguir, por ejemplo, otorgando esa calidad dentro de la función del estado en la que ejerce sus funciones a una persona que sea de su absoluta confianza, y que sea esta quien nomine a la parentela.

Parecería que la mesa está servida para que en cualquier momento aparezca el Calixto ecuatoriano. Por eso invito, primero a los abogados que están leyendo esto, a que me hagan llegar aquella norma legal que cerraría el portón que yo creo haber encontrado para la corrupción. En caso de que exista aquella disposición, me comprometo a publicar sobre ella, eso sería una muy buena noticia, y las buenas noticias hay que darlas a conocer sin demora. Y segundo, invito a cualquier persona que tenga una computadora y una conexión a Internet, a revisar las secciones de transparencia de información de las páginas web de las funciones del Estado e instituciones públicas, en esas secciones deben aparecer las nóminas de funcionarios que trabajan en la institución. Veamos si en esas nóminas hay funcionarios públicos que sean parientes de quien las dirige, y si encontramos alguno, basta con abrir una cuenta de Twitter y contárselo al mundo. Hoy cualquier persona con acceso a Internet puede ejercer su derecho a la vigilancia ciudadana. Así que la invitación y la pregunta quedan planteadas: ¿Hay parientes de los funcionarios o dignatarios que dirigen las funciones e instituciones del Estado trabajando en ellas?

* El texto de Damian Monroy ha sido publicado originalmente en el blog «Míramelindo en alta definición».