Justicia, circo y doble moral: el caso Assange

Por Héctor Yépez Martínez
Guayaquil, Ecuador

Que Estados Unidos dirige una persecución política contra Assange me parece evidente. Lo confirma un reciente editorial de The Washington Post, que sostenía que la persecución a Assange era un invento, pero, en el mismo artículo, amenazaba que Ecuador podía perder sus preferencias arancelarias con Estados Unidos por haberlo asilado: con ello, el Post admite que EEUU sí persigue a Assange, por más de que no lo haya acusado o pedido su extradición formalmente. Los gringos no son bobos.

Bajo esa premisa, creo que otorgar un asilo a Assange es razonable. No porque lo que haya hecho sea legal o justificable —me abstengo de tal análisis—, sino porque hay graves riesgos de que no se le brinden garantías de un proceso justo. El asilo, recordémoslo, se otorga a los perseguidos políticos, inocentes o no. Por numerosos casos, eso en Latinoamérica —y específicamente en Ecuador— ya lo sabemos muy bien. Por tanto, estoy de acuerdo, en principio, con que Ecuador ofrezca asilo a Assange.

Por otro lado, independientemente de que uno esté o no de acuerdo con la decisión del Gobierno ecuatoriano, la amenaza de Reino Unido de violar nuestra sede diplomática en Londres es un hecho que supera con creces cualquier posible agravio de Ecuador. Y eso es algo que debe ser enérgicamente rechazado, como ya lo ha sido, por todos los sectores del país, oficialistas y opositores. Es intolerable que un país extranjero amenace con vulnerar una extensión de nuestro territorio nacional, sea cual sea el motivo alegado.

Hechas estas aclaraciones previas, e todo este lío internacional por el caso de Assange me parece, literalmente, una “soberana” tontería. A continuación explico mis razones.

Solo un ingenuo podría pensar que Assange cayó por coincidencia a refugiarse en la embajada ecuatoriana de Londres. Es obvio que hubo una conversación previa. Y no sería ilógico pensar que la decisión del asilo se dio desde antes que Assange pusiera un pie en nuestra sede diplomática. Así que este no es el caso de un perseguido político que de repente se encuentra en Ecuador y no nos queda más que defenderlo para que no sea condenado a muerte o cadena perpetua en Estados Unidos. No. Ecuador premeditadamente buscó este conflicto.

Por otro lado, Ecuador sabía que el máximo organismo de la justicia británica había resuelto extraditar a Assange a Suecia. Sabía también que Reino Unido no ha firmado con Ecuador un convenio internacional que lo obligue a otorgar un salvoconducto por asilo diplomático. Por tanto, Ecuador conocía desde el principio que cualquier asilo a Assange no sería más que un saludo a la bandera. Eso lo ha reconocido públicamente el Presidente Correa.

Con ese antecedente, uno podría pensar que Ecuador buscó el caso de Assange por un imperativo ético en política internacional… pero cualquiera que conozca la realidad actual de nuestro país no se comería ese cuento. Nuestro gobierno no es ningún quijote de los derechos humanos. Solo para citar unos cuantos ejemplos, pensemos en el caso El Universo (el Presidente obtuvo un fallo de 40 millones de dólares por 3 líneas de un artículo de opinión), la persecución judicial a la protesta social (según Amnistía Internacional), el apoyo abierto a la dictadura cubana o el silencio en la ONU frente a la masacre en Siria. No, defender los derechos humanos no es hoy uno de los ejes de la política de Ecuador.

Descartado lo anterior, la única opción restante es que Ecuador ha actuado con oportunismo político para beneficiarse del caso de Assange. Y eso, por sí mismo, no es criticable. Es habitual que en política se actúe por intereses. Pero queda pendiente la gran pregunta: ¿cuál es el beneficio de asilar a Assange?

La respuesta se puede enfocar de dos formas.

La primera es desde la perspectiva nacional, que debería ser el principal eje de la política exterior. ¿Cuál es beneficio que recibe Ecuador —léase, los ecuatorianos— asilando a Assange? Pues, ninguno. De hecho, recibimos problemas. Justificados o no, hoy tenemos conflictos internacionales con Reino Unido, Suecia y Estados Unidos. Este último, el mayor socio comercial del país, de cuyo congreso hoy depende la renovación de nuestras preferencias arancelarias. A ello replica el gobierno que nuestra soberanía no se vende: esa es una afirmación irresponsable, que desprecia la fuente de empleo de ecuatorianos que son de carne y hueso, no meras cifras estadísticas. Si bien la economía nacional no es el único factor en una decisión política, sí es un asunto que al menos debe sopesarse con seriedad.

El segundo enfoque es desde la perspectiva del gobierno actual. Y parece ser que por ahí va el meollo de todo este caso. ¿Cuál es el beneficio que el gobierno de Rafael Correa recibe por asilar a Assange, aún a costa de los intereses de Ecuador? Al menos notoriedad internacional. El mundo hoy verá a Correa como un gran líder de la izquierda y el antiimperialismo. Acaso se pretenda lavar su imagen por el escándalo del caso El Universo: algún desinformado —que ignore el ataque sistemático, no aislado, a la libertad de prensa en el país— hasta lo confundirá como un baluarte de la libertad de expresión. Y no conocemos los acuerdos que pueda haber tras bastidores, tan usuales en este tipo de eventos políticos.

¿Cuál es la conclusión? Creo que asilar a Assange, en principio, es correcto. Pero haber salido a buscar a Assange constituye una muestra irresponsable de doble moral que beneficia los intereses minoritarios de quienes ostentan el poder, en contra de los intereses de la mayoría de ecuatorianos que deberían primar a la hora de tomar decisiones de política exterior. Y aunque esa doble moral no sea determinante para dar o negar el asilo, como dijo Chomsky en Gkillcity.com, sí creo que debe ser abiertamente denunciada.

Publicado en el blog www.realidadecuador.com

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2 Comments

  1. «Periodista española resalta vigencia absoluta de la libertad de expresión en Ecuador «Mónica Rodríguez Carballo llegó a Ecuador, procedente de Moscú-Rusia, hace una semana sin la certeza de acceder a una entrevista con el Presidente Rafael Correa Delgado. Esta periodista española de la cadena Russia Today (RT español) participó en los conversatorios que el Mandatario sostuvo con medios extranjeros en Guayaquil y Quito esta semana. Ahí constató, según comentó, la libertad con la que ejercen su trabajo los comunicadores sociales tanto nacionales como extranjeros.»Me parece muy interesante que cualquier periodista pueda llegar y pueda hacerle una pregunta al Presidente», afirma Rodríguez.Para ella, el Presidente Rafael Correa es una persona accesible a quien se puede llegar fácilmente. Destaca los constantes contactos con la prensa que el Jefe de Estado tiene a través de conversatorios y entrevistas.»Me parece (que hay) un contacto muy cercano con la prensa realmente, eso me sorprende», señala.La periodista desarrolló su trabajo intensamente durante esta semana de estancia en el país, tiempo durante el cual pudo constatar la realidad de la libertad de expresión. «No puedo hablar que aquí (Ecuador) haya ningún tipo de censura o que no haya libertad de expresión», recalca y asegura que pudo cumplir libremente con su trabajo para RT y enviar a Moscú todo el material periodístico recogido.»He podido enviar a Moscú todo lo que he querido, he hablaso con todo el que he querido, he publicado en twitter todo lo que he querido y no he tenido ningún tipo de represalias», comenta Rodríguez quien entrevistó al Presidente Rafael Correa sin inconveniente alguno.Ella retorna a Moscú con la satisfacción del deber cumplido al poder dialogar directamente con el Mandatario Ecuatoriano y agradecida por la amabilidad de los ecuatorianos que según dice, le brindaron todas las facilidades para cumplir con su misión.»(Me voy) completamente satisfecha, para mi ha sido un reto profesional», señala y ratifica que «es la primera vez que intento acceder a un Presidente de una forma tan cercana y lo consigo, realmente ha sido muy fácil».

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