Snowden, nuestra última aventura

Carlos Larreátegui
Quito, Ecuador

Los tiempos no podían ser más curiosos. Mientras el texto de la nueva y controvertida Ley de Comunicación se encuentra en proceso de impresión bajo las rotativas del Registro Oficial, el Ejecutivo se halla procesando la solicitud de asilo presentada por Edward Snowden, el funcionario de la Agencia Nacional de Seguridad que reveló un supuesto espionaje del Gobierno norteamericano a millones de ciudadanos de todo el planeta. Y al tiempo que la nueva Ley es condenada por infinidad de círculos políticos, intelectuales y periodísticos como un instrumento autoritario que coarta la libertad de expresión, el Gobierno ecuatoriano invoca esa misma libertad para «considerar» el asilo. Todos sabemos que si Snowden hubiese cometido la misma falta contra el Gobierno de Alianza País, sus huesos habrían terminado en una cárcel.

Con frecuencia, las formas políticas enmascaran otras realidades. Cuando el Gobierno ecuatoriano sostiene que la solicitud de asilo presentada por Snowden está bajo «consideración», lo más probable es que dicha petición haya sido analizada y aceptada de antemano. Todo apunta a que el asilo fue decidido en Londres durante la visita del Canciller ecuatoriano a Julián Assange. Es muy difícil imaginar que una situación política de semejante calado no haya sido sopesada y negociada previamente y no es aventurado afirmar que el Ecuador tiene comprometido el asilo. Así, al menos, lo ha dejado entrever Julián Assange con sorprendentes revelaciones que el canciller ecuatoriano no ha podido desmentir.

¿Qué razones podrían animar al Gobierno ecuatoriano a embarcarse en esta peligrosa aventura? Entre los varios argumentos que podrían explicar el desafío lanzado a los EE.UU. estaría la búsqueda de protagonismo en la escena mundial y un intento por retomar la posta de Chávez. Oponerse a los EE.UU. con ferocidad y a ultranza es parte de las buenas credenciales que todo revolucionario debe exhibir y constituye el resorte más sencillo y práctico para ubicarse con luminosidad en el «firmamento de la izquierda». Bajo esa misma lógica, el Ecuador ha buscado acercamientos contra natura con países como Irán, Siria, la Libia de Gadafi o el sórdido Régimen de Bielorrusia. Aventuras que sin duda contradicen los sentimientos del pueblo ecuatoriano.

Con su escape, Snowden ha desatado un conflicto diplomático global que involucra por el momento a Ecuador, Rusia, China y, eventualmente, a Cuba y Venezuela. Sin embargo, solo el Ecuador ha optado por «estudiar» la petición de asilo y, según Assange, otorgar papeles de refugiado a Snowden. Entretanto, China y Rusia, verdaderas potencias económicas y militares, han preferido evitar un impasse diplomático y entregar al Ecuador, un país dolarizado y altamente dependiente del comercio con los EE.UU., esta carga explosiva llamada Snowden.

* El texto de Carlos Larreátegui ha sido publicado originalmente en El Comercio

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