A la sombra de la peste

Jesús Ruiz Nestosa
Salamanca, España

La gran peste que asoló Europa en 1348, la peste negra, dejó a su paso miles de muertos, tantos, que muchas veces los sobrevivientes no tenían tiempo de enterrarlos y quemaban sus casas con familias enteras exterminadas por el mal. A la par de esta devastación, también fue motivo de obras notables dentro de la literatura universal; por lo menos dos, que son las que conozco: “Diario del año de la peste”, de Daniel Defoe, un relato estremecedor, hecho en forma de diario convertido el autor en cronista del espanto. La otra, “Decamerón”, de Giovanni Boccaccio, quien, ante la muerte y la destrucción, levanta un verdadero monumento a la vida, gesto mucho más difícil aún pues su propio padre, llamado familiarmente Boccaccino, murió víctima de la peste en Florencia.

Este año se cumplen 700 años, siete siglos, del nacimiento del escritor que, juntamente con Dante Alighieri y Francesco Petrarca, abrió las puertas a la que iba a ser la literatura del Renacimiento y daba fin a la literatura de la Edad Media. Estrenaba así el relato tal cual lo entendemos hoy día. Siete siglos atrás, él echaba sus raíces.

Irrespetuoso, irreverente, descarado, malicioso, desdeñoso, pícaro, insolente, arremetió contra los prejuicios y los vicios de su tiempo, y a pesar de tener un sentido moralizador en el fondo de sus historias, las autoridades eclesiásticas lo incluyeron en el famoso “Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum”, que estuvo en vigencia hasta 1966, año en que fue suspendido.

Boccaccio fue el resultado de un extravío de su padre, mientras estaba en París, en 1312, por motivos de trabajo; era comerciante y quedó prendado de la belleza de una joven viuda llamada Gianna. Al año siguiente, tales amores dieron su fruto, y es justamente ese aniversario el que se recuerda este año. El niño fue llevado a Florencia donde se crió al lado de la esposa legítima de Boccaccino, Margherita d’Mardoli.

Su obra cumbre fue, sin lugar a dudas, “Decamerón”, palabra formada por dos vocablos de origen griego: “Deca” que significa “diez” y “meron”, que es “jornada”. Escrito entre 1350 y 1355, usa la peste como motivo, pues siete muchachas jóvenes y tres varones deciden alejarse de la ciudad encerrándose en una casa de campo, en las afueras de Florencia. Para hacer agradable el alejamiento, todos los días, a la “hora nona”, se reúnen los jóvenes y cada uno debe contar un cuento, de acuerdo a un tema fijado el día anterior: así, por ejemplo, “Historias de personas que vivieron muchos contratiempos pero llegaron a feliz término”, “Historias en las que se adquiere con maña algo muy deseado o se recupera una cosa que se creía perdida”, “Historias de amor que mal terminan” o “Historias con un buen final después de algunos incidentes desgraciados”, etcétera.

Esposas infieles y los artificios a los que recurren para engañar al marido, capellanes de conventos de monjas que se aprovechan de su situación de único hombre entre tantas mujeres, jardineros de conventos de monjas, profanadores de tumbas para robar sus tesoros, prostitutas aventajadas que engañan a sus clientes… Si son diez narradores que narran diez cuentos en diez jornadas, hay ocasión para que desfilen por esos cien relatos personajes inimaginables, en situaciones audaces, osadas, irreverentes, descaradas, impías, insolentes, temerarias, y todos aquellos otros adjetivos que se me puedan olvidar.

Paralelamente a este desenfado y alegría de vivir, en su prólogo Boccaccio incluye varias páginas en las que narra cómo fue la peste negra en Florencia con realismo, sí, pero al mismo tiempo con una notable economía de recursos que vuelve el relato mucho más estremecedor.

Siete siglos después, “Decamerón” mantiene su frescura, su vitalidad, su vigencia como solo pueden hacerlo las grandes obras del conocimiento humano. Murió con 62 años de edad, el 21 de diciembre de 1375, en un pequeño pueblito de la Toscana, donde fue enterrado. En la lápida de su tumba dice, simplemente: “Fue su padre Boccaccio. Certaldo su patria. Su vocación la poesía”.

* Jesús Ruiz Nestosa es un periodista paraguayo. Su texto ha sido publicado originamente en el diario ABC Color, de Paraguay.

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