Guayaquil disruptivo

Juan Carlos Díaz-Granados Martínez
Guayaquil, Ecuador

Si está de viaje de negocios y se encuentra apenado porque no puede leerle un cuento a su hija que se quedó en el país, no hay problema: un robot con tele presencia le permite hacerlo. ¿Quiere realizar una toma aérea de un lote que desea vender? Un dron lo hace por usted. ¿Se siente solo? Puede comprar un robot que cumple la función de mascota terapéutica. ¿Desea fabricar un producto? Las impresoras 3D le permiten imprimir casas, ropa, armas, alimentos, maquillaje, órganos humanos, prótesis y casi todo lo que se le ocurra. ¿No le interesa conducir? Google ha desarrollado un vehículo eléctrico que se maneja solo, que gracias a sus sensores, es más seguro que cuando lo dirige un humano.

Existen en el mercado herramientas que le permiten analizar su genoma y conocer cuáles son las afecciones a las que es susceptible. De esa manera, usted sabrá qué alimentos le hacen daño y comprará en el supermercado productos según su información genética. ¿No puede viajar para ser operado por el mejor médico especialista? Ya se encuentra disponible la tecnología para que la cirugía se realice, aunque el doctor se encuentre en Europa y usted en Estados Unidos.

Pronto Apple lanzará un reloj que podrá registrar sus signos vitales y las actividades realizadas (pasos, calorías, etc.). El nuevo sistema operativo de los teléfonos de Apple ya viene una aplicación que se llama Salud. En el futuro, una foto tomada con su teléfono permitirá al dispositivo diagnosticar la enfermedad y prescribir las medicinas que debe tomar para curarla. Se espera que para el año 2045, el ser humano sea inmortal. Hasta eso, ya existe inteligencia artificial y los neurocientíficos han logrado transmitir mensajes desde el cerebro de una persona en la India a otras tres en Francia.

Estos avances hacen sentir que los mensajes restrictivos de la revolución son pueblerinos. Hemos mencionado cambios tecnológicos que ya existen y otros que se implementarán en un periodo de cinco años, generando oportunidades de negocios que trascienden fronteras. Guayaquil es cuna de la libertad ecuatoriana. Nunca conocimos límites. Nos caracterizamos por lograr emprendimientos innovadores y generar fuentes de trabajo formales. El Ecuador ha progresado con el impulso guayaquileño. Hicimos todo primero. Y si eso implica tener que parar a discutir necedades sobre modelos fracasados o la sustitución de la Constitución para que un presidente se convierta en gobernante vitalicio, con gusto también le haremos ese favor a la patria. El comercio guayaquileño fue, es y será el motor de la independencia económica del Ecuador. ¡Viva Guayaquil en el mes del aniversario de su emancipación!

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