Atrapados en el primer paso

Santiago J. Bucaram
Quito, Ecuador

El primer paso para resolver un problema es reconocer su existencia. Luego, en ciertas ocasiones, todos hemos llegado a percibir aquella incómoda sensación que se da cuando comprendemos que fueron nuestros errores los causantes del problema. Cuando eso sucede automáticamente nos vemos enfrentados a la necesidad de tomar una decisión. Para esto existen dos caminos: podemos admitir que hemos cometido errores y consecuentemente que existe un problema que requiere ser resuelto; o podemos intentar, por todos los medios, ocultar el problema y con esto la responsabilidad con respecto al mismo. Por lo general, es mucho más fácil ocultar la verdad; puesto que existe algo en la naturaleza humana que nos dificulta admitir nuestras responsabilidades, incluso cuando nuestras equivocaciones son obvias para nosotros y para los demás. Sin embargo, lo que es fácil casi siempre no es lo correcto. Admitir la responsabilidad es lo correcto, en especial si lo que se desea es solucionar el problema en cuestión. Esto adquiere mucha más importancia si las consecuencias del problema atañen a la sociedad en su conjunto.

Esta reflexión nos lleva al pasado 28 de octubre, fecha en la cual, el Presidente Rafael Correa y dos de sus ministros debatieron con tres reconocidos economistas opositores, sobre la actual situación y las perspectivas económicas de nuestro país. En este debate el Presidente mantuvo su discurso de que la economía ecuatoriana está enfrentando una situación difícil, pero pasajera, como consecuencia de la caída de los precios del petróleo y el fortalecimiento del dólar. Este postulado denota dos graves problemas: primero, la necedad de no aceptar que Ecuador está atravesando una crisis económica a la que difícilmente se la puede definir como pasajera; y segundo, que todavía se considera que los factores externos son los únicos responsables de esta situación. Esto último es preocupante, puesto que la evidencia apunta a que la crisis actual ha sido causada no sólo por factores externos e incontrolables, sino también (y en gran medida) por factores internos y controlables, entre los que se destaca la insostenible expansión del gasto/inversión pública. Por esta razón, mientras el gobierno no acepte su responsabilidad en la crisis, son escasas las esperanzas para encontrar soluciones a la misma. Sin embargo, la falta de sinceridad sobre las causas de la crisis no es lo más preocupante, sino el hecho de que el Presidente Correa, niegue que nos encontremos en una recesión. Esto ocurre a pesar de la evidencia provista por los indicadores oficiales, entre los que se destacan: dos trimestres sucesivos de contracción del PIB con perspectivas negativas para el 2016, caída de los depósitos en el sistema bancario, desaceleración y en ciertos casos contracción de las exportaciones privadas, y aumento del desempleo y subempleo urbano.

Todo esto nos hace coincidir con Mauricio Pozo, quien quedó más preocupado por el país después del debate que antes del mismo. Por lo que, desde mi perspectiva, estamos ante una situación similar a la de un alcohólico que se rehúsa a reconocer y enfrentar su enfermedad y que por el contrario expresa que sólo tiene un problema pasajero con el alcohol y que el tiempo será suficiente para remediarlo.

* Santiago Bucaram es el Director del Instituto de Economía de la USFQ

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