Un disfraz macabro para Halloween

;aríasol Pons

Diez años de disfrazarse como los redentores de la población vulnerable.

Diez años de disfrazarse como los redentores de la población vulnerable. Diez años de manejar un discurso populista que prometía la redistribución de riqueza y la obra social como motor principal para mejorar la vida de los más desafortunados. “El cambio de la matriz productiva” que lo que hizo fue causar llaga en la competitividad de la empresa privada; el verdadero generador de empleo y bienestar social.

Si alguien quiere disfrazarse de algo aterrador el día de hoy, disfrácese de correismo. Un ente color verde flex capaz de muchas cosas inimaginables. Aprovechó una fuente inmensa de riqueza nacional, como fue el alto precio del petróleo para construir una universidad que no necesitamos, que no capta estudiantes y cuya obra incluye edificios que tienen que ser demolidos por fallas estructurales. Construyó “grandes obras” con porcentajes de sobreprecio nunca antes vistos. Es decir, que si iban a costar 10 costaron 60. Algo que en la vida del ecuatoriano común no sucede simplemente porque el bolsillo no alcanza para hacer tan malos cálculos.

El emblema del monstruo del que se puede disfrazar son mil y pico de millones para un movimiento de tierra que quedó en eso, tierra. Un movimiento, que de acuerdo al vicepresidente, actualmente preso y con inmensas glosas de responsabilidad emitidas por la Contraloría del Estado, era necesario imaginársela para ver el progreso de la revolución ciudadana. A confesión de partes, relevo de pruebas, imaginemos como pudieron mejorar la vida de los ecuatorianos todos esos recursos mal utilizados.

El ente verde flex era por dentro cruel y devastador, perseguía gente y para eso armó todo un aparato de persecución policial, que aún sigue operando. El monstruo verde flex endeudó al país por encima de la cuota permitida, se gastó la plata del petróleo y nos dejó con un encarecimiento generalizado de la vida. El esperpento ofrecía la mashicard para poder subsistir cuando sus víctimas empezaron a quedarse sin trabajo y seguía endeudándonos y mal utilizando los recursos del estado para mantener la ilusión de un modelo sostenible.

Los canales de televisión que incautó fueron su mejor canal de proyección, por eso los canales dejaron de ser productivos, porque estaban al servicio del aparato de comunicación del gobierno para mantener el mejor disfraz que pudieron confeccionar; el de una supuesta justicia social.

El disfraz se fue desbaratando, la verdadera fisionomía detrás de la careta es cada vez más evidente, incluso para sus más cercanos defensores. El monstruo correista está al descubierto, pero sigue rondando en las esferas el Estado. Si ya sabemos como operó, es importante entender por qué logro hacerlo. Siempre está el que hace, el que deja hacer y que quedó inmovilizado porque descubrió pronto el disfraz. No salte del susto, es sólo un disfraz y siempre se puede quitar, solo pilas con aquellos que esconden lo macabro.

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