Narcoterrorismo

Alberto Molina

La cadena, desde las plantaciones de la hoja de coca, el proceso de refinamiento del alcaloide, el transporte y la distribución para el consumo, deja un reguero terrible de violencia y muerte. No hay espacio del cuerpo social en donde no se enquiste este terrible mal; gobernantes, jueces; políticos, militares, policías; hombres y mujeres de todas las edades, son tentados por narcotraficantes que manejan un arma letal y poderosa: ingentes cantidades de dinero.

En Bolivia, en 1980, el general Luis García Meza -recién fallecido- dio un golpe de Estado. Junto a su ministro del interior el coronel Luis Arce Gómez, llamado “el ministro de la cocaína”, fue defenestrado al siguiente año; los dos militares fueron acusados de violación a los DD.HH. narcotráfico y corrupción. En febrero de 2011, el general René Sanabria Oropeza, ex-director de la Fuerza Especial de lucha Contra el Narcotráfico (FELCN), a la sazón asesor de Inteligencia del gobierno de Evo Morales, fue detenido en Panamá acusado de narcotráfico, trasladado a EE.UU. donde fue sentenciado a 14 años de prisión. Actualmente hay serias acusaciones de narcotráfico en el gobierno de Evo Morales, publicadas varias veces en la revista brasileña Veja.

Un caso emblemático es el del general cubano Arnaldo Ochoa, héroe de la guerra de Angola; el militar cubano más condecorado, fue acusado de realizar operaciones de narcotráfico con el Cartel de Medellín; se le enjuició por tráfico de cocaína, diamantes y marfil, fue fusilado junto al coronel Antonio De la Guardia, y otros oficiales, el 13 de julio de 1989.

En Colombia, en la década de los 80, el caso del tristemente célebre Pablo Escobar es el ejemplo de cómo un capo de la droga incursionó en la política; primero haciendo obras: construyó viviendas para la gente pobre en Medellín; luego, se convirtió en teniente de alcalde del Ayuntamiento de Medellín y diputado en 1982.

En México, los carteles controlan gran parte del país, se conoce que están involucrados en el narcotráfico políticos, ministros de Estado, jueces, militares y policías (en diferentes rangos) que operan directamente con los temibles carteles que asesinan sin piedad todos los días. La misma historia  en Venezuela, gobierna una narco dictadura militar, que ha convertido en una miserable tragedia al otrora país más rico de Latinoamérica.

Ahora en nuestro país, los atentados, muerte de militares, secuestro y asesinato de periodistas en Mataje, en la frontera con Colombia, ponen al descubierto que el “problema de Colombia”, no sólo es de los colombianos. Desde hace rato -más aún en el gobierno de Correa- ha habido permisividad, hemos visto para otro lado mientras estamos inundados de droga, los ajustes de cuentas es de todos los días, hay alrededor de 400 pescadores ecuatorianos en las cárceles centroamericanas, el microtráfico envenena a nuestros niños y jóvenes, el lavado de narcodólares y de identidad no podemos cuantificar y un largo etcétera.

El “Foro de Sao Paulo”, organización que reúne a los movimientos y partidos de extrema izquierda de Latinoamérica, incluidas organizaciones terroristas,  cuestiona  la lucha contra el narcoterrorismo: “El imperialismo, ha inventado nuevas funciones para las FF.AA. para golpear a la fuerza revolucionaria: el narcotráfico y ahora el terrorismo. Son vehículos que han sustituido al anticomunismo”.

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