El campeonato financiero

Ricardo Noboa Bejarano

Guayaquil, Ecuador

Hace poco leí en twitter un artículo escrito por los economistas Alberto Acosta y John Cajas, de clara formación marxista. El artículo se titula “La interminable edad dorada de la banca” y en él se indica, en resumen, que ningún sector se ha beneficiado de la dolarización tanto como el sistema financiero. Que la banca “ha lucrado hasta el cansancio en tiempos correístas, pero que, en el morenismo ha llevado el lucro a un nivel todavía mas alto”, siendo, en definitiva uno de los agentes “más poderosos en el capitalismo”, reiterando así el discurso trasnochado y fracasado del socialismo.

Por los mismos días circuló una opinión de Guillermo Lasso en la cual, con números, se demostraba que el Estado ecuatoriano había recibido en los últimos diez años (es decir la mitad del periodo que lleva vigente la dolarización) 2.2 veces mas de lo que habían recibido los accionistas de un banco. Ese ejemplo debería extrapolarse al sistema en general, con lo cual se tendría que el Estado ha sido un socio privilegiado que, en diez años ha percibido el 69% de los ingresos del sistema frente al 31% recibido por los accionistas.

Sobre este particular, es decir sobre la enorme carga tributaria que pesa sobre los ecuatorianos en general para mantener un estado obeso y poco eficiente, nada dicen los economistas. El pecado, entonces, es ganar dinero. Aunque el fisco reciba el 69% de mi inversión a través de la recaudación tributaria.

Esto me lleva a hacer la siguiente reflexión histórica: la noche del sábado 21 de julio de 2001 el país estaba al borde de una nueva crisis bancaria. La dolarización solo tenia año y medio de vigencia. El Filanbanco estatal no abriría sus puertas el lunes 23 y el coletazo podía afectar a un sistema que se empezaba a recuperar. Fue entonces cuando la visión de dos bancos hizo la diferencia. Decidieron asumir a todos los los depositantes de Filanbanco que tenían entre $ 300 y $ 10.000 pagarles sus depósitos y a cambio comprar ciertos activos que todavía tenia la institución que iba a cerrar.

El lunes 23 los depositantes acudieron a los bancos, constataron que su plata estaba segura, abrieron sus cuentas en los mismos y dejaron ahí su dinero. Aquellos dos bancos entendieron que otra crisis bancaria a dos años de 1.999 quebraría el sistema. Y el Gobierno entendió que, en dolarización, había que fortalecer la banca.

Una banca débil es incompatible con ningún sistema y menos con la dolarización. Los bancos que asumieron a los depositantes tomaron un riesgo importante, pues los depositantes podían haber retirado su dinero y ponerlo en el “colchónbank” como se decía por entonces. Confiaron en el gobierno y el sistema se salvó.

En mi opinión, el “campeonato financiero”, tomando el término de un asunto de actualidad deportiva, de aquel momento lo ganaron los dos bancos que asumieron mayores riesgos e innovaron. Nadie me contó esta historia. La viví como testigo y ello me costó un inaudito proceso en el que el fiscal ad hoc de la época me enjuició por haber sido “testigo de honor”.

Pero esa es otra historia y no interesa. Lo que interesa es que el sistema financiero salió indemne de esta batalla y desde ahí empezó a crecer consistentemente. Hubo un antes y un después luego de aquel fin de semana que pudo ser aciago y se convirtió en esperanzador. Y es que las finanzas sanas y sólidas son vitales para la sobrevivencia del Estado.

Panamá, país dolarizado, cuenta con 53 bancos. Ecuador con 21 de los cuales algunos operan muy poco. Hoy en día el sector financiero es uno de los mas regulados por la Superintendencia de Bancos y la Junta de Regulación Monetaria. Quizás es necesario que existan mas bancos en el Ecuador, pero….¿por que no vienen?…. Seguramente porque el entorno no es atractivo y lo seria mucho menos si los economistas Acosta y Cajas presidieran la Junta de Regulación Monetaria.

La enorme cantidad de regulaciones y la inseguridad jurídica son cargas gravosas que impiden a bancos grandes venir al país, contrariamente de lo que ocurre con Panamá. De modo que lo que nos debe preocupar no es cuanto ganan los accionistas de los bancos si pagan correctamente sus impuestos, sino cuanto pueden contribuir los bancos al desarrollo productivo y de los ciudadanos.

En eso, la banca ecuatoriana actual es una gran sobreviviente y la dolarización le debe mucho. Ojalá los ecuatorianos nos preocupásemos mas de castigar los dineros mal habidos y de exigir a los gobiernos crear un entorno atractivo para las inversiones y no asustarlas, como evidentemente hacen los que piensan que el lucro es el opio de los pueblos.

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