El concepto más manido estos días es que la Cumbre de las Américas que concluyó en Panamá es un encuentro histórico porque los libros recogerán que aquí el presidente Obama y el gobernante Raúl Castro escenificaron el último acto del deshielo.
Es particularmente significativo que un mismo día conjure la muerte de dos personalidades inevitables.
Carlos Jijón
Guayaquil, Ecuador
El día que el novelista francés Patrick Modiano ganó el Premio Nobel de Literatura, en octubre de 2014, el editor cultural del diario El País utilizó la frase “la miseria del colaboracionismo” para describir la temática principal de un autor que ha dedicado su obra a relatar la activa participación francesa en la persecución de los judíos durante uno de los peores momentos de Francia en el siglo XX: el del régimen neonazi de Vichy mientras tenía lugar la ocupación del país por los alemanes durante la II Guerra Mundial.
El inesperado huésped de la cumbre de las Américas en estos días resultó ser la Historia.
Me equivoqué.
La cumbre de las Américas ha escenificado la nueva realidad a la que se asoma Latinoamérica.
Intransigencia contra tolerancia, sordera ideológica contra voluntad de diálogo, radicalismo contra moderación, consignas contra argumentos y muchos otros pares de definiciones contradictorias pudieran servir para titular un comentario sobre lo que está ocurriendo en Panamá durante la VII Cumbre de las Américas.
El café mañanero en Cuba no pierde su punto y al igual que la Isla, no se altera con el paso del tiempo.
La resolución 004 de la Junta de Regulación Antimonopolios -integrada por cuatro ministros de Estado- sigue dando tela para cortar.
Fausto Valdiviezo ya no estaba en Ecuavisa cuando yo empecé a trabajar en ese canal, pero mis nuevos compañeros lo recordaban siempre con cariño.
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