Opinión

El patrón y el vasallo

Por Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Las condiciones naturales del Ecuador son envidiables: salvo el desierto, exhibe todo un abanico de regiones, sin climas extremos; abunda el agua, el sol, recursos naturales y variadas fuentes inmateriales de riqueza -junto a las que seguimos muriendo de sed-. Su posición meridional permite a la mayoría de industrias producir a lo largo del año, y las amenazas de la naturaleza, como El Niño o algún remezón volcánico -tan moderadas frente a los desastres que azotan otros países con periodicidad mística- podrían mitigarse con un mínimo de planificación y tecnología. País de belleza incomparable, que solo el mal gusto de su gente ha conseguido perjudicar -con las excepciones de rigor, como los centros históricos y otras edificaciones de época colonial, o aisladas iniciativas urbanísticas-. La estética no es un valor nacional.

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