
Ni deuda que no se pague
Por Jorge Ortiz
Quito, Ecuador
Un gobierno puede equivocarse, por supuesto. Al fin y al cabo, está integrado por seres humanos, falibles por naturaleza. Un gobierno puede, incluso, equivocarse con gravedad y reiteración, sobre todo si, cristianamente, demuestra un firme y genuino propósito de enmienda. Lo que no puede hacer es caer, a sabiendas, en el ocultamiento, la mentira y el engaño. Y un gobierno, ningún gobierno, tampoco puede tratar de tapar sus excesos con aplastantes campañas de propaganda, para negar sus culpas, repartir acusaciones y atribuir todos los males a supuestas conspiraciones, impulsadas –claro está- por la prensa corrupta.