
Opinión
Desde que se entregó por primera vez el Premio Nobel de Literatura en 1901 hasta nuestros días, solo dos escritores rechazaron el galardón… a medias.
Cuando hace más de quince años se cayeron las torres gemelas de Nueva York, la ciudad tuvo que soportar una selecta colección de homenajes letárgicos y vacuos. Los peores, desde luego, fueron los que le dieron los militares, vestiditos de muñeco coqueto marchando como si se alistaran para la guerra.
Recuerdo con especial admiración lo que el escritor argentino Rodrigo Fresán me dijo hace años sobre Bob Dylan, en una entrevista que le hice sobre sus libros.
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