Alemania y el fútbol total

Vicente L. Panetta
Rio de Janeiro, Brasil

Tenacidad, potencia y muy poco apego al brillo individual. La espina dorsal de Alemania es el equipo y la prueba está que un asistidor se puede convertir en goleador y viceversa.

Alemania terminó de bordar su cuarta estrella Mundial el domingo al vencer 1-0 en la final a Argentina, dando muestras de ser un equipo que se conoce de memoria y que fue moldeado aprendiendo de las derrotas de antaño.

Desde el arquero Manuel Neuer, pasando por su capitán Philipp Lahm y hasta su goleador Miroslav Klose son intérpretes que tocan la misma música, sin usar partitura, una lección que no solo recibió Brasil cuando quedó atónito con el 7-1 en semifinales sino ahora también Argentina.

El mejor ejemplo del fútbol total de Alemania lo desplegó precisamente en la final: Mario Goetze, titular al despuntar el torneo, perdió el puesto ante Klose. Sin embargo, el jugador del Bayern Munich apareció ante Argentina con el gol del triunfo tras reemplazar precisamente a Klose, el máximo goleador en la historia de los mundiales, y convertirse en el héroe de la noche. El gol fue a los 113 minutos.

Para cualquier técnico resultaría muy difícil sacar a un goleador histórico en una final mundialista. Pero no para Joachim Loew, que volvió a demostrar que la prioridad de su equipo es el sentido colectivo. Sale un goleador, entra un asistidor y la solidaridad entre los germanos no cambia. Por el contrario, se amplifica.

Y no solo eso, sino que el asistidor de Goetze fue otro suplente, Andre Schuerrle, una pequeña sociedad de dos jugadores suplentes que funcionan dentro de una gran compañía de 23 que le dieron a Alemania el honor de ser el primer europeo en ganar un Mundial en continente americano tras siete intentos frustrados.

«Goetze es un chico maravilla, puede jugar cualquier posición», señaló Loew. «Le dije, ‘ok, ahora demuéstrale al mundo que eres mejor que (Lionel) Messi y que puedes definir un Mundial. Tienes la capacidad para hacerlo».

Y así lo hizo, bajando de pecho un pase de Schuerrle para fusilar al arquero Sergio Romero con una volea de zurda.

Para más datos que calzan a la perfección cual es el espíritu alemán es que Schuerrle, delantero del Chelsea, terminó con tres dianas siempre arrancando desde el banco de suplentes.

Loew era un virtual desconocido para la afición cuando trabajó como asistente de Juergen Klinsmann en el Mundial de 2006, en el que Alemania perdió en semifinales siendo local. Pero después se ganó la reputación de ser el hombre de las ideas tácticas y terminó reemplazando en el puesto máximo al ahora timonel de Estados Unidos.

La derrota en 2006 y en la Eurocopa de 2008, en la que Alemania perdió en la final con España, impulsó a Loew a renovar el equipo, tanto en hombres como en costumbres, pese a no tener, por su escasa experiencia, las espaldas anchas de otros técnicos alemanes como Franz Beckenbauer, Berti Vogts o Rudi Voeller, quienes ganaron como jugadores Copas del Mundo con su selección.

«Comenzamos este proyecto hace años, y este es el resultado de muchos años de trabajo», recordó Loew. «Empezamos con Juergen Klinsmann y lo continuamos».

Entre otras cosas, Loew le dio un voto de confianza a Klose, para que a sus 36 años jugara en Brasil, rompiera el récord del mayor goleador en la historia y se retirara a lo grande de las justas mundialistas con 16 tantos.

Amante del buen juego, del toque y la circulación, Loew siempre jugueteó con cambios que apuntaron a lo colectivo y no al lucimiento individual: arrancó jugando con Thomas Mueller como mediapunta y desplegó a Lahm en el medio campo. Pero tras sufrir contra Argelia en octavos, Loew recuperó a Klose como ariete, devolvió a Lahm al lateral y plantó un sólido centrocampo con Bastian Schweinsteiger, Toni Kroos y Sami Khedira, quien en el precalentamiento de la final sufrió un problema en la pantorrilla.

Su lugar fue ocupado el otro volante de contención, Christoph Kramer, del Borussia Monchengladbach, quien inició por primera vez un partido en este Mundial y justo en la gran final ante Argentina.

¿En cuánto afectó ese cambio?

En nada.

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