Petro, de guerrillero del M19 a presidente de Colombia

El presidente electo Gustavo Petro asiste con su esposa, y ahora primera dama, Verónica Alcocer (c), y su formula a la vicepresidencia, Francia Márquez (der.), al acto luego del triunfo tras obtener 11.270.944 votos, equivalentes al 50,49 %, hoy en el Movistar Arena en Bogotá (Colombia). El presidente electo de Colombia, el izquierdista Gustavo Petro, aseguró tras ganar este domingo en segunda vuelta que "hoy es día de fiesta para el pueblo" y dedicó su triunfo, que calificó como "la primera victoria popular", a la ciudadanía. Con esta victoria, Petro, economista de 62 años, sucederá a partir del próximo 7 de agosto al presidente de Colombia, Iván Duque, y gobernará en el periodo 2022-2026. EFE/ Mauricio Dueñas Castaneda

Gustavo Petro comenzó su lucha por el poder en la guerrilla Movimiento 19 de Abril (M-19), pero se considera ante todo un «revolucionario» porque es así como se ha sentido siempre y esa pugna de más de tres décadas lo llevó hoy a convertirse en el primer izquierdista en ganar la Presidencia de Colombia.

A la tercera fue la vencida para Petro, de 62 años, que después de los fracasos electorales en 2010 y 2018, este domingo alcanzó el triunfo definitivo en la segunda vuelta al imponerse al populista independiente Rodolfo Hernández por poco más de 721.000 votos, con el preconteo prácticamente concluido.

La competencia fue ajustada y Petro, de la coalición de izquierdas Pacto Histórico, consiguió 11.272.740 votos (el 50,49 %), contra los 10.551.520 sufragios (el 47,26 %) de Hernández, indicó la Registraduría con el 99,76 % de las mesas informadas.

Gran orador

Nacido en 1960 en Ciénaga de Oro, en el departamento caribeño de Córdoba, Petro creció y estudió en el interior del país, en Zipaquirá, un pueblo andino cercano a Bogotá. Es el mayor de tres hermanos, de familia de clase media, con padre costeño y madre del interior.

Esa mezcla también pervive en su carácter: tímido, callado y ufano en lo personal, como se le describe, pero un gran orador y cómodo cuando sube al escenario de las repletas plazas públicas, donde encandila a sus oyentes con frases grandilocuentes y discursos cautivadores.

«Hoy es día de fiesta para el pueblo. Que festeje la primera victoria popular. Que tantos sufrimientos se amortigüen en la alegría que hoy inunda el corazón de la Patria. Esta victoria para Dios y para el Pueblo y su historia. Hoy es el día de las calles y las plazas», expresó el presidente electo en su primer declaración tras el triunfo.

Militó en el M19

«Una vida, muchas vidas», la autobiografía que publicó pocos meses antes de la campaña, da cuenta de que siempre se ha sentido fuera de lugar, solitario, dejado de lado, y también de cierta arrogancia con la que se ha sobrepuesto a muchas situaciones de su vida.

En el colegio La Salle de Zipaquirá, el mismo por donde pasó Gabriel García Márquez, contestaba a los curas con altanería y allá comenzó en su militancia, leyendo a intelectuales marxistas, hasta que en 1978, con 18 años, entró a la guerrilla del M-19, donde hizo sobre todo labores de enlace urbano y no tanto de lucha armada, hasta su desarme en 1990.

De esos doce años que vivió en las filas del «eme» bajo el nombre de «Aureliano», como el personaje de «Cien años de soledad», tres los pasó en la clandestinidad y otros dos en prisión. Lo capturaron en 1985 en Bolívar 83, el barrio popular de Zipaquirá que ayudó a fundar, y lo torturaron como a tantos miembros de la guerrilla en aquella época.

Una de las primeras participaciones que tuvo dentro de la guerrilla urbana fue en la famosa operación Ballena Azul. El 30 de diciembre de 1979 hombres del M-19 ingresaron al Cantón Norte de Bogotá, una de las construcciones militares más importantes que tiene el país debido a su ubicación estratégica y que concentra importantes unidades militares, y sustrajeron 5.000 armas del Ejército Nacional.

Ese fue uno de los golpes más duros que el M-19 le dio al Estado colombiano. A través de un túnel, construido desde una casa aledaña, los guerrilleros se metieron en las entrañas del espacio militar más importante del país. Las armas se guardaron en una caleta en Zipaquirá que “nosotros ayudamos a construir sin saber con qué fin la estábamos haciendo”, afirma Petro en su libro.

Luego del golpe, el ejército logró capturar a cerca de 300 miembros reales del M-19, la mayor parte de su dirección nacional, como Álvaro Fayad, Antonio Navarro, Gerardo Ardila o Carlos Pizarro. Todos fueron detenidos en la cárcel La Picota de Bogotá. Desde allá decidieron organizarse, de un momento a otro, la prisión se convirtió en la oficina pública del M-19.

En 1985 fue la primera vez que Gustavo Petro estuvo preso. El Ejército Nacional logró ubicarlo, luego de que un niño les revelara su ubicación en el barrio Bolívar de Zipaquirá. Fue capturado por porte ilegal de armas. Según el abogado Rafael Barrios, consultado por El Espectador, Petro cumplió una pena de 16 meses en la cárcel Modelo de Bogotá y en febrero de 1987 recuperó su libertad.

En febrero de 1987, cuando salió de prisión, prefirió la clandestinidad en Santander. Allá conoció a Mary Luz Herrán, su primera esposa, con quien tuvo a sus hijos Andrés y Andrea.

Un año antes de esta captura, en 1984, Petro tenía 21 años y se convirtió en concejal de Zipaquirá, pero el M-19 no estaba muy entusiasmado con la incursión de sus miembros en la política ni con las maneras pacíficas que impulsaba, de modo que lo expulsaron, aunque fue reincorporado tiempo después. “Yo era militante clandestino del M-19, pero desarrollaba una actividad legal en la ciudad de Zipaquirá, incluso como concejal”, le dijo a la periodista Guylaine Roujol en su canal de YouTube, Bándalos, en 2021.

Una de las acciones más recordadas que realizó el M-19 fue la toma del Palacio de Justicia el 6 de noviembre de 1985. Ese día, el M-19 irrumpió en la edificación tomando como rehenes a funcionarios estatales y miembros de la Corte Suprema de Colombia. La toma generó una respuesta por parte de la fuerza pública con un contraataque que duró dos días. Casi 100 personas murieron y el edificio quedó reducido a cenizas.

Para ese momento, Petro se encontraba detenido en el centro penitenciario de Bogotá. En muchas oportunidades, los rivales políticos han acusado al líder de la izquierda colombiana sobre su responsabilidad en ese ataque. En su libro, describe porque esos señalamientos. “Como yo era un integrante de la dirección del movimiento, mi nombre apareció en un comunicado reivindicativo que el M-19 publicó como resultado de la toma”.

Además de esto, el medio de verificación de noticias, Colombiachek ha desmentido en varias oportunidades la participación de Petro en la toma del Palacio de Justicia. “Como lo hemos explicado en varios artículos, Gustavo Petro “fue miembro del M-19, pero ha dicho varias veces que estaba en la cárcel cuando esa guerrilla se tomó el Palacio de Justicia [el 6 y 7 de noviembre de 1985] y que no tenía conocimiento del plan. Varios reportajes en medios de comunicación le han dado la razón”.

Otros creen que el hecho de estar en prisión no le impedía seguir formando parte de la toma de decisiones.

Presunta imagen de Gustavo Petro durante su militancia en la guerrilla M-19.

Congresista brillante

Al nuevo mandatario electo lejos le quedan ya esos años y seguramente le pese más su etapa de parlamentario. Nunca se sintió cómodo con las armas, pero sí con las palabras, con las que se defendía en la Cámara de Representantes y en el Senado.

Allá se volvió «uno de los congresistas más brillantes que ha tenido Colombia», como se le define habitualmente, y ganó popularidad a principios de este siglo por sus denuncias de los nexos entre políticos y paramilitares, volviéndose también un dolor de cabeza para su némesis, el expresidente Álvaro Uribe, con lo cual consiguió el enjuiciamiento de varias personas.

La primera amenaza que recibió Petro, de las tantas que vendrían después y que lo tienen con uno de los dispositivos de seguridad más fuertes del país, fue en 1994 y lo obligó a exiliarse en Bélgica.

Petro cuenta con amargura su paso por Bruselas, alejado de todos, y con episodios depresivos de los que se sobrepuso estudiando una especialización en Medioambiente en la Universidad de Lovaina, que sumó al grado en Economía en la Universidad Externado de Colombia.

Vaivenes en la alcaldía

En 2011 fue elegido alcalde de Bogotá por la formación Progresistas. «Soy el candidato del progresismo», repite a menudo, para salirse de la casilla de «izquierdas».

Quienes trabajaron con él en la Alcaldía dicen que no es fácil de tratar, que no es muy dado a trabajar en equipo y que toma las decisiones solo. Eso provocó numerosas renuncias y el cambio de más de medio centenar de altos directivos en sus cuatro años de gestión.

Sin embargo, para esta segunda vuelta logró aglutinar en torno a su nombre a varios políticos de centro, con lo cual intentará darle un tono menos radical a su discurso y a su gestión presidencial, y esos apoyos le sirvieron para disipar en parte el rechazo a su candidatura.

Su carácter de no tener miedo al enfrentamiento también le valió una destitución por parte de la Procuraduría, que por sus decisiones en la gestión de la recolección de basuras de Bogotá quiso su aniquilación política y que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) revocó.

2011. El nuevo alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y su buró de campaña. La primera foto de Petro en LaRepública.

Casado con Verónica Alcocer y padre de seis hijos con diferentes mujeres, Petro llega a la Presidencia alejado de varios de sus grandes compañeros de viaje, y sin muchas de sus ideas «revolucionarias».

Lo hace ahora junto a unos compañeros de campaña más pragmáticos y polémicos y menos idealistas, como los senadores Roy Barreras y Armando Benedetti, que han pasado por distintos partidos y lo metieron en aprietos durante la campaña.

Para rescatar a los simpatizantes hastiados del personalismo, Petro se presentó a estas elecciones llevando como compañera de fórmula a la abogada y activista afrocolombiana Francia Márquez, una mujer que ha recogido el descontento de las calles y que atrae a mujeres, jóvenes y muchos votantes del Pacífico, de donde procede.

Y tras dejar atrás algunas de las ideas de izquierda más radicales y con fuerzas más tradicionales -las que siempre ha criticado por su corrupción y clientelismo- Petro llega a la Presidencia de Colombia para gobernar en el periodo 2022-2026.

  • Con reportes de EFE
El secretario de la Administración del gobierno de Rafael Correa, Vinicio Alvarado, sentenciado a ocho años de prisión por corrupción, uno de los asesores de la campaña de Petro.

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