Guayaquil, Ecuador
Luego de la ratificación por parte de la Asamblea Nacional del tratado comercial con China y su próxima entrada en vigencia, nuestro país sigue sumando acuerdos de libre comercio que, en un futuro no muy lejano, comenzarán a mostrarnos sus beneficios.
Uno de los objetivos de cualquier gobierno y de todos los ciudadanos, sin importar su ideología y propuestas de desarrollo, debería ser la promoción y firma de tratados comerciales con el resto del mundo.
Esto es necesario, ya que concretarlos implica ampliar el nivel de comercio de nuestro país, no solo incrementando cada vez más la oferta exportable ecuatoriana, permitiéndonos aumentar nuestro nivel de exportaciones, sino también abaratar la materia prima y bienes de capital, tan necesarios para la producción, lo que nos permitiría llegar a más mercados alrededor del mundo.
Mientras otras sociedades y países de la región optaron hace varias décadas por la vía de la integración y apertura comercial, los gobernantes en Ecuador decidieron tomar la ruta contraria. Este camino está empedrado, basado en el proteccionismo con barreras, aranceles, salvaguardias y reglamentos que dificultan el comercio y nos aíslan del resto del mundo.
Gozar de todas las ventajas del comercio y de una economía abierta requiere, para una democracia liberal, eliminar todo tipo de barreras arancelarias y paraarancelarias que impiden el fluido intercambio con otras naciones de bienes y servicios.
Alcanzar una apertura comercial integral para nuestro país contribuirá a generar marcos normativos y confiabilidad jurídica, captando así inversiones, capital y generación de empleo.
Mejorará nuestros niveles de competitividad en el mundo, haciendo más atractiva la oferta de nuestros productos en el extranjero, diversificará mercados disminuyendo los riesgos de mantener nuestros productos en unas limitadas economías, reducirá el costo de vida para los ecuatorianos, beneficiando a aquellos sectores de más bajos recursos aumentando su poder adquisitivo, y disminuirá el costo de producción nacional, abaratando la obtención de los bienes de capital, es decir, tecnología y herramientas necesarios para la producción.
Esto elevará el nivel de competitividad de las empresas nacionales, facilitando colocar sus productos a mejores precios a nivel local e internacional.
No menos importante, lograr romper estructuras oligopólicas y monopólicas como consecuencia de mayores niveles de competencia. La firma de un tratado comercial supone, en definitiva, elevar de manera sostenida el estándar de vida de los ecuatorianos, y es una de las variables que mejor explica el crecimiento, el desarrollo y la prosperidad de las naciones.
