Pesebre en Quito se alza como el «más grande de Sudamérica»

Fotografía del 11 de diciembre de 2025 que muestra el pesebre más grande de Sudamérica exhibido en la Basílica del Voto Nacional en Quito (Ecuador). Extendido sobre 280 metros cuadrados, con 1.750 figuras -650 de ellas en movimiento-, ríos, cascadas, nieve y sonido ambiental, el pesebre expuesto en la Basílica del Voto Nacional, en Quito, se alza como el "más grande de Sudamérica" y como una experiencia que desborda fe, creatividad y asombro. EFE/Juan Francisco Chávez

Extendido sobre 280 metros cuadrados, con 1.750 figuras -650 de ellas en movimiento-, ríos, cascadas, nieve y sonido ambiental, el pesebre expuesto en la Basílica del Voto Nacional, en Quito, se alza como el «más grande de Sudamérica» y como una experiencia que desborda fe, creatividad y asombro.

Todo comenzó hace 22 años, cuando el sacerdote Jimmy Arias, ahora fallecido, buscó una «Navidad diferente, catequizar por medio de un pesebre», contó a EFE Alexei Arias, de la fundación dueña del llamado ‘Belén encantado’, en el que se representa la infancia de Jesucristo en 13 escenas, desde el anuncio «del ángel a María hasta que está perdido en el templo entre los doctores de la ley».

Un río de 26 metros de largo cruza el pesebre, que tiene más de un centenar de construcciones típicas hebreas de la época, vegetación variada, diversos puentes, cascadas, nubes en las que se ven rayos, se escuchan truenos y de las que cae una lluvia constante.

«Es una inmersión muy bonita» en la que se recuerda la infancia de Jesucristo y se recrea «un poquito la historia» no solo de la arquitectura sino de las actividades de la época, dijo al explicar que gran parte del belén está hecho con espuma de poliuretano.

Atracción turística

Setenta días tardó la instalación del pesebre en la nave central de la Basílica, que se levanta majestuosa en lo alto del centro histórico de Quito, donde cientos de fieles y turistas visitan el pesebre al que la Fundación Padre Jimmy Arias cataloga como «el más grande de Sudamérica».

Desde la Basílica se ve el monumental pesebre del Panecillo, una de cuyas principales figuras es la Virgen, uno de los monumentos más emblemáticos de Quito, que con sus 41 metros de alto (incluyendo la base) es una de las estructuras de aluminio más alta del mundo.

Aunque la instalación del ‘Belén encantado’ requiere 70 días para los seis encargados, Alexei explica que, en realidad, la tarea comienza desde mayo con la restauración de las piezas que se dañan en el transporte -en tres camiones- y en el proceso de almacenamiento.

El pesebre, originario de Loja, estará en la Basílica hasta el 18 de enero, con posibilidad de extenderlo hasta fines de ese mes, dijo Alexei al recordar que para colocar el pesebre, con «un mundo de instalaciones eléctricas por debajo», se requirieron unos 60.000 dólares para la puesta en escena, los nuevos escenarios, el pago a trabajadores, la alimentación y el hospedaje, entre otros.

Tres dólares pagan los adultos para ingresar, el doble que niños y personas con discapacidad, dinero que sirve para gastos, restauraciones en la Basílica y para la Fundación que ayuda a jóvenes de bajos recursos con enfermedades mentales, a los que apoya con tratamiento psicológico, farmacológico y psiquiátrico.

«Hemos atendido más de 6.500 consultas en un poco más de un año, gracias a esta obra que dejó su fundador», dijo al calcular unas 120.000 visitas al pesebre hasta enero, en un recorrido de 95 metros lineales.

El pesebre que, con menos extensión, se exhibió hace unos tres años en la Catedral de Quito tiene en esta edición unas piezas únicas hechas por un artesano en Italia.

En esa escena que representa el nacimiento de Jesucristo se aprecia a María, José, el niño, los pastores, los reyes y animales, que tienen movimientos constantes y cuyos tamaños rondan los 30 centímetros, mientras que las figuras del resto del pesebre están en alrededor de 15 centímetros como promedio.

«Este es un lugar espectacular para exhibirlo», dijo en referencia a la Basílica del Voto Nacional, el templo neogótico más grande de América desde cuyo frente se aprecia el centro histórico de Quito, catalogado en 1978 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, y el Quito moderno por la parte posterior. EFE (I)

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