Otra de subsidios

Por David Ochoa

Al ver la reforma tributaria en la congeladora, parece que los impuestos sí eran verdes, pero porque les falta madurar la idea… Otra historia vive el alza de las tarifas eléctricas; decisión que avanza a pesar de las acciones de protección iniciadas por asambleístas de oposición.

La primera de las acciones de protección fue rechazada y si este precedente es seguido por los demás jueces que tienen trámites similares, en julio comenzará la nueva tarifa que, según el Ministro de Electricidad, afectará a menos del 3% de los abonados.

En los últimos tiempos se ha perdido el estigma que pesaba sobre la palabra “subsidio”. En parte, porque el gobierno ha utilizado esa herramienta como mecanismo para aplicar sus políticas: subsidios como el bono de la vivienda, el de titulación, el de desarrollo humano, el de reasentamiento o de emergencia, el paquete de insumos “socio siembra”, el seguro agrícola, el subsidio a la compra de generadores de electricidad, el subsidio a la harina de trigo, el bono de chatarrización (Renova) y seguramente otros que estén en carpeta.

Pero sin duda el mayor volumen de recursos se destina a los subsidios a los combustibles fósiles. En un artículo de El Comercio, Vicente Albornoz calculó que, sólo en febrero de este año, el Estado gastó US$ 278 millones de dólares en subsidiar diesel y gasolina para todo tipo de uso, productivo y recreativo. Semejante gasto supera la inversión en educación y en salud, y muy probablemente superará los demás subsidios. Al final del año, esas cifras se habrán multiplicado en gran medida. El subsidio al gas es otro hoyo negro.

Y si el panorama fiscal en este tema es sombrío, imaginen el impacto ambiental que genera el consumo desproporcionado de combustibles. La economía ecuatoriana consume 2.9 Barriles equivalentes de petróleo (BEP) para producir US$ 1.000,oo de su producto interno bruto, mientras la media sudamericana está en 1.6 BEP (Felipe Hurtado: 2008). Es decir, gastamos casi el doble de energía en producir lo poco que producimos. Si quisiéramos alcanzar el PIB de cualquier país de sudamérica, tendríamos que prácticamente depredar toda fuente de energía que tengamos a mano, incluyendo el Yasuní.

El gobierno ha intentado reducir los subsidios a combustibles en ciertas actividades productivas: en 2007 se limitó el subsidio a aeronaves de bandera ecuatoriana. Desde octubre de 2008 se condicionó la entrega de fuel oil subsidiado sólo a aeronaves de empresas ecuatorianas con aeronaves nuevas o de moderna tecnología, para asegurar un mínimo de eficiencia energética. En diciembre de 2009 se redujo el subsidio a las embarcaciones turísticas de Galápagos, con un método de cálculo que tuvo que ser revisado recientemente.

El subsidio a los combustibles sigue siendo un dolor de cabeza para el gobierno, que comenzó a lanzar globos de ensayo desde la fallida prohibición de calefones. Y es que el retiro de subsidios es un tema hiper sensible para las clases media y popular, aunque los expertos reconocen que los principales beneficiarios de esos subsidios son los más ricos. Debe ser complejo imaginar una solución que corrija las distorsiones pero que afecte lo menos posible a la mayoría de la población, sea directamente por el incremento de precios o sea a través mediante inflación y especulación.

Pero la buena noticia es que hay más de una solución posible: El costo más importante en la refinación de combustibles es la importación de nafta y otros insumos, que además representan un lastre en nuestra ya penosa balanza de comercio exterior. La nafta de alto octano puede ser sustituida por el etanol anhidro que ya produce la industria azucarera en el país. Vender combustible con etanol en lugar de nafta no sólo reduciría el subsidio, sino que reduciría las importaciones y mejoraría el ambiente, por las menores emisiones que ese combustible emite. Industrializar el etanol no afectaría la biodiversidad ni la soberanía alimentaria, salvo que se extienda desproporcionadamente el monocultivo de caña y otras siembras similares, aspecto que puede regularse y evitarse fácilmente.

El año pasado se hizo un tímido intento de comercializar biocombustibles en la ciudad de Guayaquil. Lastimosamente el proyecto no pasó de un piloto temporal, al menos por ahora.

A juzgar por cómo los mismos expertos que llaman a reducir subsidios han despotricado contra el retiro parcial del subsidio a la electricidad o cómo cierta prensa se ha cegado en creer que no existe subsidio eléctrico, seguramente si el Gobierno decide modificar o reducir los subsidios a gasolina y gas, lloverán las acciones de protección, los discursos que nieguen los subsidios o los reclamos de falsa “equidad”. No sólo es obligación del gobierno solucionar el problema del desperdicio de la energía y el costo de un subsidio radicalmente regresivo, sino que es obligación de la oposición (la titular y la de la prensa) abordar el problema con un mínimo de madurez y seriedad.

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6 Comments

  1. Se desvían los dineros recaudados de la tasa de alumbrado público que se cobran en las planillas de luz para cubrir las pérdidas de varias las eléctricas y nadie dice nada. Rafico y sus ministros conocen y se hacen los locos…. y aquí no pasa nada. PECULADO a la orden y los culpables se pasean alegremente. Y quieren reajustar las tarifas de electricidad para tapar ineficiencias y tongos. La prensa corrupta calla pero a cambio de que les cobren “convenidos” en sus consumos mensuales, que viva la impunidad en el sector eléctrico. 
    Visite: http://alumbrado-publico.blog.com

  2. lo primero que hay que preguntarse es, Cuál es el modelo de negocio de las Plantas Térmicas adquiridas los últimos 4 años? Cuál es el costo real de generación en estas plantas? Porque si es de superior a USD$0.20 la solución es relativamente fácil pero no genera comisiones para los técnicos burócratas de turno 

    Que el gobierno le compre toda la energía térmica requerida a Colombia  y a Perú o, eventualmente, a Brasil!!

    De esta manera los grandes consumidores (industriales, comerciales y residenciales) deberán adquirir la energía que consumen a precio de mercado (el costo de compra mas el costo de transmisión mas los administrativos) el cual no debiera superar los USD$0.25 por KwH.

    Ventajas, algunas evidentes: Los mas pudientes pagan el costo real de la energía que consumen y, de yapa, se disminuye el subsidio a los combustibles para las generadoras térmicas.

    Por qué no lo plantean? puede ser porque es bastante mas difícil generar comisiones en negociaciones de gobierno a gobierno.

    Pero ahora, Cómo justifican los miles de millones «invertidos» en las térmicas?

  3. El argumento de quienes se oponen a la eliminación del subsidio eléctrico está pesimamente enfocado. Tan errado, como el de las autoridades que proponen castigos económicos absurdos a los usuarios que exceden el limite máximo de consumo propuesto. Si se desea eliminar subsidios y tener éxito en el proceso, hay que partir usando un principio de justicia, aunque no necesariamente de equidad. Es justo pretender que a quienes se les afecte con la eliminación del subsidio no se estigmatice y castigue económicamente. Es necesario que las autoridades primeramente  monitoreen los resultados de la eliminación del subsidio, para luego pensar en desincentivos mediante la aplicación de penalidades económicas al uso en exceso. Muchos, por no decir la gran mayoría de estos usuarios, pertenecen realmente a la clase media. Los grandes consumidores, seguramente tienen una empresa por detrás que pague sus facturas. Todos los ciudadanos tienen derecho a que el estado supla sus necesidades energéticas, lo que no es justo es que el estado cumpliendo esta obligación pretenda deteriorar las economías de una pequeña parte de la población, que medianamente logra pagar sus cuentas y dedicar algo para el ahorro. Adelante con eliminar gradualmente subsidios, es sano para la economía del país y para educar a quienes abusan y derrochan, pero el estado debe ser justo con todos sus ciudadanos.
     

  4. El argumento de quienes se oponen a la eliminación del subsidio eléctrico está pesimamente enfocado. Tan errado, como el de las autoridades que proponen castigos económicos absurdos a los usuarios que exceden el limite máximo de consumo propuesto. Si se desea eliminar subsidios y tener éxito en el proceso, hay que partir usando un principio de justicia, aunque no necesariamente de equidad. Es justo pretender que a quienes se les afecte con la eliminación del subsidio no se estigmatice y castigue económicamente. Es necesario que las autoridades primeramente  monitoreen los resultados de la eliminación del subsidio, para luego pensar en desincentivos mediante la aplicación de penalidades económicas al uso en exceso. Muchos, por no decir la gran mayoría de estos usuarios, pertenecen realmente a la clase media. Los grandes consumidores, seguramente tienen una empresa por detrás que pague sus facturas. Todos los ciudadanos tienen derecho a que el estado supla sus necesidades energéticas, lo que no es justo es que el estado cumpliendo esta obligación pretenda deteriorar las economías de una pequeña parte de la población, que medianamente logra pagar sus cuentas y dedicar algo para el ahorro. Adelante con eliminar gradualmente subsidios, es sano para la economía del país y para educar a quienes abusan y derrochan, pero el estado debe ser justo con todos sus ciudadanos.
     

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