Príncipe Alberto y Charlene durmieron en camas separadas en su luna de miel

Acaban de llegar de luna de miel, si a eso que han hecho se le puede llamar luna de miel. Dos semanas después de contraer matrimonio, Alberto y Charlene de Mónaco ya están de nuevo en su palacio de Montecarlo y lo primero que han hecho ha sido llamar a los periodistas de la zona – entre ellos a la publicación Nice Matin– para dar explicaciones. Las ha ofrecido el príncipe, pero presente en la comparecencia ha estado la nueva princesa.

«Queremos expresar nuestra indignación por los persistentes rumores. Es insoportable», proclamó Alberto. Todo comenzó una semana antes de la boda, cuando L’ Express aseguró que Charlene había intentado huir y dejar plantado al príncipe, pocas horas antes de la ceremonia, al descubrir que este había tenido otro hijo, con una mujer residente en Mónaco, cuando ya estaba comprometido.

«Lo que es lamentable es que los medios de comunicación aprovecharan estos rumores sin verificar su información. Me parece indigno de sus colegas. Siempre he respetado la libertad de expresión. Sin embargo, la difusión de información falsa es lamentable y está sujeta a sanciones penales», ha explicado Alberto.

El príncipe añadió: «A veces los rumores nos hicieron sonreír, como cuando los medios de comunicación contaron que la princesa y yo no habíamos dormido en el mismo hotel en Sudáfrica. Fue por razones prácticas, por supuesto … «. La prensa sudafricana descubrió que la pareja dormía en hoteles a 15 kilómetros de distancia y que cuando se despedían tras los actos oficiales ella le ponía la cara para que le diera un frío beso.

– «Mi familia siempre ha sido objeto de rumores, que nacen de los celos. Buscan perjudicar al pueblo de Mónaco».

-¿Quién?, preguntan los periodistas.

– «No voy a responder a esa pregunta».

Antes de acabar la declaración, el príncipe le puso la mano en el muslo a su esposa, callada en todo momento, y, en inglés, le preguntó si desea agregar algo. «No, yo creo que lo has dicho todo», exclamó en inglés, y es que todavía le cuesta responder en francés. Pero ese es el menor de sus problemas.

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