La Duquesa de Alba lista para su boda

Cayetana, duquesa de Alba. EFE

La duquesa de Alba ha supervisado hasta el último detalle los preparativos de la que será su tercera boda. En el palacio de las Dueñas de Sevilla todos los rincones deben de oler a flores dada la cantidad de ramos y centros de mesa que han llegado en los días previos al enlace. Un contratiempo surgido a última hora es la varicela que ha contraído su hija Eugenia, que le impedirá estar presente en la ceremonia. Ayer tenía fiebre alta. La duda que se mantiene hasta última hora es si asistirá Jacobo con su esposa Inka Martí, presentes ayer en París.

Cayetana y Alfonso Díez almorzaron ayer en el palacio antes de que el novio se retirara a un hotel cercano, del que hoy saldrá vestido de chaqué gris para convertirse en duque consorte de Alba. De camino al palacio de las Dueñas el novio recogerá a Carmen Tello del taller de Victorio y Lucchino, donde le han preparado su traje de madrina. Será a partir de la una del mediodía cuando el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp declare a los contrayentes marido y mujer.

Contra viento y marea. Así ha venido a definir estaboda Cayetana Fitz-James Stuart. Nadie la ha animado, más bien todo lo contrario, ha dicho ella en una entrevista reciente. Por lo tanto, hoy alcanza su sueño con la satisfacción añadida de un triunfo contra los elementos. Como siempre, hace su real antojo. Por eso, aunque comedida, la boda ha concentrado todos los esfuerzos de su principal protagonista. «Soy católica y ejerzo; por eso me caso por tercera vez».

El hermetismo que rodea todo lo relacionado con el enlace contribuye a disparar la expectación. Pero desde hace días se sabe que Victorio y Lucchino no sólo han confeccionado el traje para la ceremonia, cuyo color es un misterio hasta para la familia, sino que se han ocupado del decorado de la capilla del palacio donde tendrá lugar la boda. Se trata de una decoración a base de rosas blancas y de color rosa. «Muy sencilla y natural, con algún punto más destacable», señalaron los modistos con un tono de intriga.

Flores, flores y más flores para una duquesa enamorada. Antes, una furgoneta había descargado ramos de crisantemos, girasoles y alhelíes. Violetas, blancos y amarillos, unos colores muy del gusto de la novia. Un sol de verano presidía el primer patio de naranjos de las Dueñas, en una Sevilla que se resiste a dejarse llevar por el otoño. La duquesa, rodeada de flores, está viviendo en plena primavera. Quizá por eso, Cayetana no está nada nerviosa ante el acontecimiento.

De nuevo fueron Victorio y Lucchino, convertidos a su pesar en transmisores de sensaciones que se perciben de puertas para dentro, los que negaron que la duquesa esté nerviosa. «La hemos visto muy bien de ánimo y nada inquieta. El traje que le hemos hecho le sienta perfecto». Algún aire flamenco revoloteará en el vestido de Cayetana.

El acceso a Las Dueñas ha sido vallado por el ayuntamiento para frenar el afán de los cámaras y la euforia del público. Vallas adornadas con el rojo carmesí característico de la ciudad. Otra boda para proyectar la imagen de Sevilla como decorado de ensueño. Entre ramo y ramo de flores, la pareja recibió ayer el regalo de un relieve en plata realizado por el prestigioso taller de orfebres Marmolejo, autores de la reproducción del tesoro tartésico de El Carambolo. El tema, un motivo sevillano.

Un sirviente acarrea refrescos en un carro de la compra. Hoy habrá muchísimo más público a las puertas del palacio para aplaudir que invitados a la boda. Entre los elegidos, los hijos de la duquesa, aunque ya se sabe que al menos la menor se perderá el acontecimiento, aunque se ha dejado ver estos días del brazo de su madre y en compañía del que a partir de hoy será su padrastro. A la familia del novio se suman los toreros Curro Romero y Fran y Cayetano Rivera. Un puñado de incondicionales de la duquesa garantizan el ambiente festivo en una ciudad que mira la boda con cierta sorna. «Nos traemos el bocadillo y la botella de agua y no perdemos detalle», decían algunos.

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