¿Cuántas veces se puede matar a Steve Jobs?

Por Héctor Yépez Martínez
@hyepezm

Genio, déspota o visionario, lo que no se puede dudar de Steve Jobs es que fue un hombre de ingenio superior, cuyo tesón extraordinario lo llevó a vencer fracaso tras fracaso hasta esculpir una de las compañías más exitosas e innovadoras del siglo XXI.

Prácticamente inmune a las adversidades de la vida, a Steve Jobs lo mató una enfermedad física. Pero si ese espíritu infatigable de Jobs hubiera muerto mucho antes que su cuerpo, su fallecimiento jamás habría sido noticia y nuestra vida cotidiana sería menos sofisticada que hoy. No obstante, ese aniquilamiento prematuro del espíritu es de lo más normal. Mil veces la historia ha visto pasar gente extraordinaria cuya alma se volvió ordinaria y que, habiendo podido tener una vida sobresaliente, terminó en el cálido anonimato de la mediocridad.

Permítanme compartir un par de ideas sobre los motivos de este fenómeno.

Una primera causa tiene que ver con la política y el poder. El primer asesino que acecha a un potencial Steve Jobs es el Estado sobredimensionado, que piensa que la burocracia, por muy eficaz que sea, puede sustituir el ímpetu de la iniciativa individual. Ejemplo de ello es Ecuador, donde la maquinaria pública no está diseñada para incentivar el emprendimiento personal, sino para hacerle la vida imposible. Desde la lentitud para crear una compañía hasta no saber cuántos impuestos habrá que pagar pasado mañana, hacer negocios en Ecuador es un martirio. Es obvio que un país sistemáticamente dedicado a entorpecer que los sueños de sus ciudadanos se hagan realidad, jamás podrá ser un país de innovadores. Un Estado que brinde servicios y obras públicas es indispensable, pero el exceso de un Estado que quiere jugar a empresario privado es a veces igual de malo —¿quizás peor?— que su ausencia absoluta.

También por otro motivo puede la política convertirse en una tara: ¿se han dado cuenta de la cantidad de tiempo que invertimos los ecuatorianos en estar pendientes de la última idiotez que dijo un político? No importa cuán disparatada haya sido la idea más reciente de algún gobernante u opositor, igual le dedicamos toneladas de tiempo para comentarla. ¿No será nuestra vaga obsesión por el quehacer público un escape para nuestro vacío individual, cuyo único efecto es que los políticos se crean más importantes de lo que realmente son? ¿Acaso un país lleno de emprendedores ocupados en sacar adelante sus proyectos personales tendría tiempo y ganas para pasar horas y horas hablando del último guiño de ojo del Presidente? La trágica explicación tal vez sea tan simple como que el ecuatoriano promedio no tiene, al fin y al cabo, nada mejor que hacer. En el mismo sentido, tal vez nuestra masiva preferencia —nada científica— por ciencias sociales como el Derecho, por encima de otras profesiones, sea síntoma del letargo de un pueblo que prefiere seguir y seguir discutiendo sobre temas gastados —y hacerlo sin pretender ninguna solución—, antes que quemar media pestaña en parir una idea original.

Ahora bien, con mucha razón alguno me replicará que el mejor asesino de un Steve Jobs no es la obsesión política ni el estatismo, sino la falta de educación. En efecto, en un país donde no se garantiza una enseñanza de calidad para todos, sin importar su condición socioeconómica, lo único que sí se está garantizando es el homicidio casi infalible de cualquier innovador. ¿Por qué? Porque la inteligencia no tiene nada que ver con el dinero. Si condicionamos la educación a las posibilidades económicas, el universo de personas que podrían tener las herramientas para crear cosas nuevas se reduce dramáticamente. Ecuador es un caso ejemplar, donde solo las clases media y alta tienen acceso a una educación más o menos de calidad, lo cual no nos ha aportado casi sin ningún logro significativo en casi ningún campo del saber (el “casi” lo incluyo por si acaso). Es lógico: educamos bien a una pequeñísima minoría de la población que tiene dinero, cuando tener dinero no guarda ninguna relación con la capacidad intelectual. Es decir, estamos utilizando una estrategia que conduce invariablemente al fracaso.

Les dejo una última reflexión. A pesar de todo lo anterior, la única forma 100% segura de matar a un potencial Steve Jobs no es el asesinato, sino el suicidio. Si revisan la vida de Jobs, se toparán con la historia de un hombre que, sin importar el sinnúmero de circunstancias que tuvo en su contra, nunca se dio por vencido. “El que la sigue, la consigue”, solemos decir. No importa cuán adverso sea nuestro entorno, no importa cuán mediocre sea nuestro ambiente, siempre, siempre existe la posibilidad de hacer la diferencia. Y en último término, esa posibilidad no depende de nadie más que nosotros mismos. Miren a su alrededor: en países similares en muchos aspectos a Ecuador, hallarán seres humanos que rompieron esquemas. No vayamos lejos. Países como Perú, Colombia, Chile, México y Guatemala tienen entre sus ciudadanos a ganadores del premio Nobel. ¿Por qué no Ecuador?

El espacio me obliga a dejar a otros asesinos en el tintero. Por ejemplo, a los medios de comunicación en su fomento contumaz de la mediocridad o a las “élites” como responsables del primitivo mundo académico y empresarial en que vivimos. Quedarán para otro día. Si algo podemos concluir hoy es que tenemos que pensar menos en lo que dicen los políticos y pensar más en lo que cada uno de nosotros es capaz de dar. Necesitamos educación y esfuerzo. Necesitamos tener un sueño. Y, una vez fijado el sueño, necesitamos no descansar que lo hayamos convertido en realidad.

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7 Comments

  1. Le felicito sr. Yépez, ha plasmado la triste realidad Ecuatoriana, lamentablemente vivimos en un País «mata pasiones», donde  la mayoría de sus habitantes cree  y/ o las circunstacias le han hecho creer que llegar a ocupar un cargo público es llegar a la cima de la pirámide de desarrollo personal.  Y para aquellos que deseamos emprender en algo, la situación se vuelve caóticamente burocrática, entorpeciendo de una u otra manera nuestros anhelos,bueno esto último sonaría a excusa porque el que » la sigue la consigue», pero la verdad es que todo el sistema en sí es lento y mediocre. Ud. tiene razón, la mayoría vivimos en zombilandia, creyendo que estar al día con los reality shows políticos nos hace mejores personas, cuando deberíamos centrarnos en concretar  con pasión nuestras ideas, al igual que el sr. Jobs.

  2. excelente artículo bro, comparto tu opinión de los sicarios de los sueños.. te faltaron aquellos «profesores» de colegios y escuelas que matan las ideas y creatividad de los estudiantes al no saber como enseñar y dirigir las mentes que serán el mañana de la patria.. y hasta algunos «padres de familia» que nunca aprendieron a apoyar y cultivar los deseos y sueños de sus hijos matando así sus talentos…

  3. excelente artículo bro, comparto tu opinión de los sicarios de los sueños.. te faltaron aquellos «profesores» de colegios y escuelas que matan las ideas y creatividad de los estudiantes al no saber como enseñar y dirigir las mentes que serán el mañana de la patria.. y hasta algunos «padres de familia» que nunca aprendieron a apoyar y cultivar los deseos y sueños de sus hijos matando así sus talentos…

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