El Profeta

Por Xavier Vizcaíno
@xavoviz

El profeta ingresa al templo. Orondo y con gesto seráfico se dirige al Altar. “Introibo ad Altare Dei”, dice a media voz, mientras acomoda sus doradas mancuernas. “Ad Holguerum qui laetificat juventutem” responde el joven fedatario. “Podéis tomar asiento”.

La multitud recibe un turno y se sienta. Cada uno lleva en la mano el pequeño papel numerado. Confirman la cifra impresa cada pocos minutos, como si fuera a cambiar. Apóstoles menores los reciben en los confesionario distribuidos en torno al Templo. Una pantalla luminosa anuncia a los fieles el momento del sacramento. Mientras esperan para ser atendidos, miran y escuchan La Palabra en televisores repartidos por el salón.

El profeta habla: “Lectura del libro del Vivir Bueno para todos y todas: Pagarán justos por pecadores.” Silencio gravísimo del público. “En otros tiempos, vivían sin Dios ni Ley. Érase larga y oscura la noche y todo lo que se hizo estuvo mal.”
“Todo lo que se hizo estuvo mal” responde el coro.
“Entonces llegó la luz. Que el portador de la luz os acompañe siempre” dice el profeta, mientras señala el retrato sonriente que está en la pared. “Así sea.”
“Así sea.” Se sientan.

El apóstol del confesionario 14 explica con gentileza al feligrés sentado en frente suyo que no puede aceptar su confesión, ya que hay un tachón en el formulario que tiene en sus manos. Además, la copia de su documento de identidad no está a color. Deberá volver más tarde.

El profeta adelanta su mano izquierda con la palma abierta hacia la multitud. “Os traigo buenas nuevas. He venido a evangelizar y todos seréis mis apóstoles. La única vía para la paz, no son las armas, son los tributos”.

Con la copia a color y el formulario vuelto a elaborar, el feligrés regresa dos horas más tarde. “Muy bien” dice el amable confesor. “Ahora necesito una factura original de electricidad, agua potable o teléfono. No, celular no sirve. Televisión por cable tampoco, imposible. Vuelva más tarde”

“Queréis felicidad? Os traigo felicidad. ¿Ah, no me creéis? No importa. Creáis o no, pagaréis tributo. El último Concilio trae paz de espíritu a los que aman la Tierra. Habrá una contribución voluntaria obligatoria para desestimular los vehículos motorizados. Con ese dinerillo, construiremos carreteras y calles y autopistas, para que los desestimulados vehículos cuiden el ambiente corriendo a cien por hora.”

Factura de luz en mano, el feligrés vuelve al día siguiente. El confesionario 14 está vacío, su apóstol enfermó violentamente por la ingesta de sopa de panfletos poco cocidos. Nuevo turno, nueva espera. Las misma Palabra de ayer en los televisores. Al llegar su turno, descubre que tiene que volver a completar el formulario, pues tiene fecha de ayer y no se admiten correcciones.

“Mi paz les dejo, hermanos. No dejéis de confesaros al menos una vez al mes, al semestre o al año, según corresponda. Sus plegarias no son deducibles.”
Así sea.

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11 Comments

  1. Excelente artículo. Creo que casi todos los que vivimos en la formalidad
    hemos vivido esta experiencia en carne propia. Me tomó alrededor de
    cuatro días (8 horas) en actualizar el RUC de una persona jurídica. Cada
    vez que regresaba faltaba algún puerco papel o había errores no
    detectados previamente en el formulario.

  2. Excelente artículo. Creo que casi todos los que vivimos en la formalidad
    hemos vivido esta experiencia en carne propia. Me tomó alrededor de
    cuatro días (8 horas) en actualizar el RUC de una persona jurídica. Cada
    vez que regresaba faltaba algún puerco papel o había errores no
    detectados previamente en el formulario.

  3. supilindo, esto es cosa de la revolución troglodiana que esta en marcha, y yo creo que a ese pana del relato O SEA AL FELIGRÉS, necesita de urgencia un cardiologo por si acaso un infarto. a nombre de la revolución  porque no le puedes decir ni una palabra o si no te manda preso por faltar el respeto a un servidor publico. 

  4. supilindo, esto es cosa de la revolución troglodiana que esta en marcha, y yo creo que a ese pana del relato O SEA AL FELIGRÉS, necesita de urgencia un cardiologo por si acaso un infarto. a nombre de la revolución  porque no le puedes decir ni una palabra o si no te manda preso por faltar el respeto a un servidor publico. 

  5. supilindo, esto es cosa de la revolución troglodiana que esta en marcha, y yo creo que a ese pana del relato O SEA AL FELIGRÉS, necesita de urgencia un cardiologo por si acaso un infarto. a nombre de la revolución  porque no le puedes decir ni una palabra o si no te manda preso por faltar el respeto a un servidor publico. 

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